El reasentamiento devuelve la esperanza a unos refugiados sirios enfermos
El reasentamiento devuelve la esperanza a unos refugiados sirios enfermos
GINEBRA, Suiza, 10 de diciembre de 2014 (ACNUR) – El pequeño Abdu es sordo de nacimiento y necesitaba urgentemente un implante coclear. Y Abdullah, de 17 años, estaba a punto de morir de talasemia si no recibía una transfusión. Para estos dos jóvenes sirios refugiados el acceso a la atención sanitaria era una cuestión vital.
Sin embargo, el problema para ellos fue que, tras huir de Siria para refugiarse en el Líbano, sus familias habían agotado todos los ahorros y no podían costear los tratamientos.
Miles de refugiados sirios, niños y jóvenes, se enfrentan actualmente a dilemas parecidos: padecen enfermedades graves pero no pueden curarse por falta de dinero. ACNUR y sus socios, que han ayudado a salvar las vidas de muchos de estos pacientes, también se ven afectados por limitaciones económicas.
Según ACNUR, para algunos refugiados enfermos el reasentamiento puede ser la solución. Por ello, en la Conferencia de Donantes organizada el pasado martes en Ginebra, la Agencia de la ONU para los Refugiados ha propuesto que los países de acogida de Europa y América aumenten el número de plazas disponibles para el reasentamiento de los refugiados sirios por motivos de salud.
Al dispararse el número de refugiados sirios, ACNUR pidió que entre 2014 y 2016 el número plazas de reasentamientos y admisiones por motivos humanitarios subiera a 130.000. A juzgar por los compromisos y las declaraciones pronunciadas en Ginebra, ya en los próximos meses podría haber 100.000 plazas disponibles. Pero como la solución del conflicto no parece estar cerca, es probable que en el futuro sea necesario identificar aún más.
Abdu y Abdullah tuvieron suerte. Se han reasentado en Alemania y sus vidas han dado un vuelco.
Abdu nació en Alepo, en el norte de Siria, donde su padre Ahmad Khawan era herrero. De pequeño le diagnosticaron una deficiencia auditiva y le aplicaron un implante coclear. Pero la guerra estalló antes de que pudieran colocarle el segundo implante y los audífonos. La familia, compuesta por sus padres y su herma pequeña, Rutha, se refugió en el Líbano y terminó instalada en un minúsculo apartamento de Beirut, la capital. Ahmad encontró trabajo, pero no le alcanzaba para pagar la segunda operación de Abdu.
En agosto del año pasado la familia supo que iba a poder reasentarse en Alemania en el marco de un programa de asistencia humanitaria. Ahmad estaba preocupado: "Por fin estábamos viviendo juntos en la misma casa y de golpe teníamos que viajar. Seguramente iba a ser difícil, pero cuando están en juego tu futuro y el de tus hijos, no te lo piensas dos veces".
Un mes más tarde estaban instalados en Wächtersbach, en el centro de Alemania. Abdu se hizo la segunda operación y ahora tiene dos audífonos gracias a los cuales ha recuperado prácticamente el 90% de capacidad auditiva. Al principio iba a una escuela especializada, pero ahora ya puede ir al jardín de infancia del pueblo y está aprendiendo alemán.
Su padre, Ahmad, está terminando un curso de alemán y espera encontrar trabajo en Wächtersbach. "Los Khawan son una familia ejemplar", dice Tim Schneider, funcionario del servicio de integración del gobierno. Ahmad ayudó a entrevistar a otros recién llegados sirios y recientemente pudo reunirse con su propio padre y su hermano gracias a un programa de reunificación familiar. Por primera vez desde que comenzó la guerra toda la familia está unida y puede mirar con esperanza hacia el futuro.
Otro caso es el de Abdullah, quien, al igual que su hermano Anwar, de 7 años, sufre de talasemia, una forma de anemia caracterizada por una insuficiencia para la producción de hemoglobina. Para estabilizar su condición en Siria se le hacían transfusiones de sangre y tomaba medicinas, pero las cosas se complicaron desde que en 2012 la familia tuvo que huir e instalarse en Daar, en el sureste del Líbano.
Aunque el padre, Khoder Alayean, encontró trabajo, no alcanzaban para pagar los gastos médicos del muchacho. Abdullah y Anwar llegaron a estar seis meses sin recibir tratamiento alguno, hasta que en abril de este año se mudaron a la ciudad alemana de Kiel, en el marco del mismo programa de reasentamiento por motivos humanitarios que había amparado a Abdu.
Abdullah estaba en condiciones críticas: el exceso de hierro había comenzado a afectarle el corazón y el páncreas. "Vimos que el tratamiento contra la talasemia que había recibido era totalmente inadecuado y si no interveníamos su vida corría peligro", recuerda Simon Veth, el médico de Kiel que le ayudó a recobrar la salud.
Aunque todavía sigue bajo observación, Abdullah ha recuperado mucha energía. Sus hermanos y hermanas van a la escuela y toda la familia está aprendiendo alemán. Siente que probablemente no habría logrado sobrevivir de no haber sido por el reasentamiento: "Ahora puedo caminar, jugar y correr todo lo que quiero sin cansarme… en el Líbano caminaba y me cansaba enseguida. Siento que aquí tengo futuro, puedo ir a la escuela", insiste, decidido a disfrutar de su segunda oportunidad.