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La educación y el futuro de los refugiados afganos

Historias

La educación y el futuro de los refugiados afganos

Los niños refugiados en Paquistán tienen con frecuencia problemas para acceder a la educación de calidad. Pero eso es exactamente lo que necesitan para poder reconstruir su país algún día.
15 September 2015
Bibi Seema, una niña refugiada afgana de cinco años, frecuenta una escuela para niñas en la aldea de Kot Chandana, Pakistán.

La ganadora del Premio Nansen para los Refugiados de este año, Aqeela Asifi, está siendo reconocida por su valeroso trabajo y su importante contribución a la educación de las niñas refugiadas. Desde su llegada a la aldea de refugiados de Kot Chandana en Punjab, Paquistán, hace 23 años, Asifi ha trabajado sin descanso para permitir que las niñas de esta profundamente conservativa y empobrecida comunidad afgana refugiada puedan tener acceso a la educación primaria y secundaria.


Hasta la fecha, el trabajo duro, su persistencia, su sensibilidad cultural y sus valores religiosos han permitido que mil niñas tengan la oportunidad de asistir a la escuela, tanto al nivel de primaria como de secundaria, recibiendo una certificación nacional de secundaria inferior. Dos generaciones de graduadas han pasado por su escuela, convirtiéndose en profesoras, continuando con su educación y ayudando a mantener a sus familias, en Paquistán y a su regreso, en Afganistán.

El verdadero valor de la contribución de Asifi a su comunidad y a la educación de las niñas como un todo es difícil de apreciar sin entender el contexto, que presenta desafíos extremos, en el que ella ha actuado en los últimos 23 años. Este informe (especialmente en su versión más extensa en PDF en inglés) busca brindar ese contexto. Preparado en base a entrevistas en el terreno en Paquistán, además de investigaciones documental, el informe estudia el panorama educativo disponible para los refugiados afganos en Paquistán, con un enfoque especial en las niñas. Detalla algunos de los desafíos que enfrentan los niños para acceder a educación de calidad y los peligros que implica no brindar educación de calidad, tanto para las niñas como los niños. Busca además destacar los importantes beneficios que proporciona la educación primaria y secundaria para el individuo, la comunidad, el país de acogida y el país de origen. Para concluir, este informe revisa algunos de los innovadores esfuerzos que se están llevando a cabo para brindar un mayor acceso a educación de calidad para los refugiados afganos en el sudoeste de Asia.

Introducción

Haseena, de nueve años, izquierda, y Nadia, de doce años. Las hermanas son la segunda generación de niñas afganas refugiadas que asisten a la escuela de Asifi.

La existencia de un conflicto es uno de los factores más decisivos para provocar que un menor de edad no asista a la escuela. La mitad de los niños que no asisten a la escuela se encuentran en zonas de conflicto. Esa cifra significa que la asombrosa cantidad de 29 millones de mentes jóvenes no están en las aulas. Las estadísticas muestran que cuando un conflicto interrumpe la educación de los niños es menos probable que ellos retomen los estudios. La trágica ironía es que esos países cuyos niños no asisten a la escuela, son los mismos que tienen una mayor necesidad de tener ciudadanos educados que los ayuden a reconstruir el país. Afganistán es uno de los principales ejemplos de este tipo de nación.

Los refugiados afganos constituyen una de las poblaciones desplazadas más grandes y por más tiempo en el mundo. Tres décadas de conflictos recurrentes han provocado que la educación de tres generaciones sucesivas de niños refugiados afganos fuera interrumpida, descontinuada u olvidada, a causa de la serie de obstáculos que están mayoritariamente fuera de su control.

Hoy en día se calcula que unos 2.6 millones de afganos permanecen en el exilio, principalmente acogidos por Paquistán y la República Islámica de Irán. Paquistán es el segundo país a nivel mundial que acoge más refugiados, en su territorio residen a cerca de 1.5 millones de refugiados afganos, una cifra que representa el 10.5 por ciento de la población refugiada mundial. Irán acoge a cerca de 950.000 refugiados afganos.

La población afgana refugiada que reside tanto en Paquistán como en Irán es joven, hay segundas y terceras generaciones que han nacido en el exilio. Los niños menores de 14 años representan la mitad de los 2.45 millones de refugiados afganos tanto en Paquistán como Irán, mientras que los jóvenes (entre 15 y 24 años) constituyen una parte importante de la población.

Un contexto educativo desafiante

En la mejor de las circunstancias, educar a más de un millón de refugiados en edad escolar constituye un desafío mayor. Paquistán e Irán enfrentan innumerables obstáculos para educar a sus propias poblaciones, y sin perjuicio de ello, ambos países permiten generosamente a los niños refugiados asistir a sus escuelas. A pesar de ello, la inscripción escolar de los niños afganos permanece muy baja.

En Paquistán, cerca del 80 por ciento de la población afgana refugiada en edad escolar no asiste a la escuela, provocando niveles extraordinariamente bajos de alfabetización entre los refugiados afganos. Se estima que tan solo un 33 por ciento de los refugiados afganos en Paquistán son capaces de leer y escribir. Los niveles de alfabetización entre las mujeres y niñas refugiadas son aún menores, cerca de un 7,6 por ciento.

El acceso a la educación de los refugiados afganos en Paquistán se enmarca en un escenario nacional de educación extremadamente complejo. A nivel mundial Paquistán es el país con la segunda mayor cantidad de niños que no asisten a la escuela, con cerca de 25 millones de niños paquistaníes fuera de la escuela. Cerca del 62 por ciento de esos niños son niñas. A causa de estos niveles tan bajos de acceso a la educación, el 45 por ciento de la población paquistaní adulta es analfabeta y menos de la mitad de la población femenina sobre los 15 años es capaz de leer y escribir en Paquistán.

"La educación es luz", señaló una joven refugiada afgana que vive en Lahore, Paquistán. "Sin ella estamos para siempre en la oscuridad. Somos ciegos".

En Irán, el 98 por ciento de la población iraní entre los 15 y los 24 años sabe leer y escribir y el 94 por ciento de la población completa la educación primaria. Los refugiados afganos tienen el derecho a acceder a las escuelas públicas iraníes, pero las tarifas pueden ser restrictivas para algunas familias afganas. Dicho esto, en el año escolar 2013-2014 unos 338.276 niños refugiados, tanto afganos como iraquíes, tuvieron acceso a la educación en Irán, un aumento del 7 por ciento con respecto al año anterior.

En Afganistán, el panorama educativo ha mejorado notablemente desde la caída de los Talibanes en el 2001. Ha aumentado la tasa de inscripción en las escuelas afganas, y la inscripción de niñas en primaria ha aumentado de menos de un 40 por ciento a sobre el 80 por ciento y en secundaria ha aumentado del 5 por ciento a más del 34 por ciento. En sólo 5 años, la alfabetización entre las mujeres y niñas entre 15 y 24 años ha aumentado en un 30 por ciento a nivel nacional y a cerca del 40 por ciento entre las mujeres jóvenes en entornos urbanos en Afganistán. Si bien estas cifras son aún bajas, en términos relativos, muestran una mejora prometedora en tan solo cinco cortos años. Pero aún persisten barreras, especialmente para los retornados, incluyendo la pobreza, restricciones socioculturales sobre las niñas, infraestructura pobre y falta de educadores calificados, especialmente profesoras mujeres. En las provincias afectadas por el conflicto y la inestabilidad, tan solo el uno por ciento de los profesores son mujeres. Se calcula que en Afganistán cerca de 3.5 millones de niños no asisten a la escuela.

Debido a la naturaleza prolongada del desplazamiento afgano, donde la educación de la primera generación de refugiados resultó acortada por el desplazamiento o fue inexistente, la segunda y la tercera generación enfrentan barreras a causa de la pobreza, las estrictas tradiciones socioculturales u otras razones institucionales. Este ciclo vicioso afecta especialmente a las niñas. Pocas cantidades de niñas graduadas lleva a un declive constante en el número de profesoras mujeres para los grados superiores, limitando aún más el acceso a la educación primaria y secundaria de las generaciones futuras.

Esto no solo afecta a la comunidad afgana refugiada en Paquistán, sino que también tiene implicaciones más profundas en Afganistán, limitando las oportunidades para un retorno sostenible, sofocando el vasto potencial de los jóvenes refugiados afganos y limitando el progreso nacional en la educación y el desarrollo.

Potencial considerable

Cuando los niños afganos refugiados reciben la oportunidad de acceder a la educación primaria y secundaria, ya sea a través de escuelas públicas en sus comunidades de acogida o a través de mecanismos comunitarios, los efectos positivos se perpetúan, no sólo mejorando individualmente la vida de los estudiantes afganos sino también la de sus familias, sus comunidades y las generaciones futuras. Los niños y jóvenes que tienen acceso a la educación y a la capacitación están mejor equipados para contribuir con sus comunidades de acogida durante el desplazamiento y jugar un rol en el desarrollo de sus países de origen, como profesores, doctores, ingenieros u otro tipo de rol en la fuerza laboral afgana. Las niñas que reciben una educación se convierten en madres con conocimientos, capaces de apoyar la educación de sus hijos, contribuir financieramente y hacer frente a su propia salud y el bienestar de sus familias.

El incansable trabajo de los educadores y los activistas comunitarios, tales como la ganadora de este año del Premio Nansen para los refugiados, es un testimonio de que se pueden encontrar soluciones, incluso en los contextos más complejos. Asimismo, los esfuerzos para brindar alternativas educativas a los refugiados afganos por parte de los gobiernos anfitriones, las ONG, las agencias de la ONU, las escuelas públicas y la sociedad civil han demostrado sin lugar a dudas los beneficios de la educación y la capacitación, especialmente para las niñas refugiadas afganas.

El desafío clave es asegurar que todas las niñas y niños refugiados afganos sean capaces de acceder sistemáticamente a la educación y formación primaria y secundaria. Si bien aún hay espacio para los avances, ha habido una serie de soluciones innovadoras.

Alternativas comunitarias y escuelas en el hogar para niñas

Las escuelas comunitarias y las escuelas en el hogar están demostrando ser opciones exitosas para niñas que de otra manera no tendrían la oportunidad de aprender, a causa de restricciones geográficas, económicas o socioculturales. Las alternativas comunitarias, tales como la escuela para niñas creada y administrada por Aqeela Asifi, están produciendo cambios duraderos en comunidades remotas y conservadoras. Al hacerlo, están creando oportunidades a largo plazo para los niños y jóvenes afganos.

Creación de capacidades en escuelas públicas para aumentar el acceso de los refugiados

Los beneficios para los refugiados afganos de acceder completamente a la educación primaria y secundaria en el sistema público en sus países de acogida son enormes, en términos de resultados educativos, inclusión, protección, oportunidades de estudio a futuro y oportunidades para la repatriación voluntaria. Beneficios que van de la mano con la política global del ACNUR de apoyar los sistemas existentes para acomodar a los refugiados en edad escolar. Sin embargo, el sistema de educación pública en las comunidades de acogida, especialmente en Paquistán, están en muchos casos al máximo de sus capacidades.

Bajo la perspectiva de la Estrategia regional de Soluciones para los Refugiados Afganos (Solutions Strategy for Afghan Refugees), intervenciones como los proyectos para las zonas afectadas o de recepción de refugiados (RAHA por sus siglas en inglés) han permitido al ACNUR enfocar sus esfuerzos en fortalecer las capacidades del sistema de educación pública, para apoyar la inclusión de los estudiantes afganos. Para ayudar a construir capacidades bajo el esquema de RAHA, el ACNUR ha financiado la renovación y construcción de clases, además de la creación de instalaciones dirigidas a niñas en escuelas sólo para niñas para fomentar el aumento de la matrícula.

Capacitación para refugiados

La capacitación vocacional o de capacidades es una solución clave para brindar a los refugiados afganos la oportunidad de tener un ingreso sostenible que les permita mantenerse a ellos y sus familias en sus comunidades de acogida y también a su regreso a Afganistán. La capacitación en destrezas vocacionales, desde la costura hasta la construcción, la plomería a la computación, ha demostrado ser muy eficaz, especialmente para las mujeres y niñas. La capacitación les brinda mejores oportunidades de ingreso, incrementa la movilidad de las mujeres y niñas y empodera a las mujeres refugiadas en sus hogares y sus comunidades.

Si bien el panorama educativo de los refugiados afganos puede ser un desafío, están surgiendo soluciones creativas, motivadas por el inspirador trabajo que han desarrollado miembros de la comunidad afgana refugiada, como Aqeela Asifi. La historia de Asifi refleja la esperanza que la educación trae aparejada de un futuro mejor, más sostenible para los afganos, durante su exilio y a su regreso a Afganistán. Su historia es un ejemplo inspirador de como muchos refugiados afganos se están haciendo cargo de los problemas que enfrenta su comunidad, recurriendo a la educación para romper el círculo de pobreza y aislamiento y crear una nueva generación de niños empoderados y educados. Al educar a las niñas, Asifi ha avanzado aún más, asegurando que el impacto de su trabajo se extiende más allá de su comunidad y generación, encendiendo la llama de la educación en las futuras generaciones de niñas.

Ver el informe completo en inglés: Breaking the Cycle: Education and the future for Afghan refugees.