Víctimas de la guerra tienen un nuevo comienzo en la ciudad de la paz
Víctimas de la guerra tienen un nuevo comienzo en la ciudad de la paz
COVENTRY, Reino Unido, 1 de abril de 2016 (ACNUR) – En el Centro de Jesús de Coventry, en medio de la ciudad, Julia Faire intenta contener su entusiasmo ante su nuevo grupo de estudiantes.
La profesora de inglés entona ante sus alumnos, haciendo hincapié en los adjetivos: "No, ella no es 'fea', es 'preciosa'". Y añade, señalando a uno de los alumnos: "Y él es . . . ¿alguien que lo diga? Guapo".
Hussein Ejrf sonrió. Este hombre de 44 años está en silla de ruedas desde que una explosión en Qneitra, su ciudad natal en los Altos del Golán en Siria, le dejara sin piernas. Tras tres años de exilio en el Líbano, donde no podía recibir una asistencia adecuada, él y su familia (su esposa y sus cuatro hijos) fueron reubicados a Reino Unido en noviembre del año pasado con la ayuda del ACNUR.
La familia llegó a Gran Bretaña como parte del compromiso del Gobierno de Reino Unido de acoger a 20.000 refugiados sirios de aquí a 2020, bajo el Programa para Reubicación de Personas Vulnerables de 2014 para los refugiados sirios.
Pero hay cierta inquietud entre los estudiantes de Faire, entre los que se incluyen a la esposa y a los dos hijos de Ejrf en este lunes de marzo en particular. Mustafa Ejrf, de 17 años, dijo que estaba muy interesado en estudiar informática, pero primero necesita mejorar su inglés. "Necesitamos más clases y aprender más rápido".
Esta impaciencia por continuar con sus vidas cotidianas es común entre los 166 individuos que han sido reubicados en Coventry, uno de los tres primeros consejos locales en Reino Unido que ha dado la bienvenida a los refugiados sirios bajo el Programa de 2014. Para ellos, Coventry es algo más que un refugio seguro: es un futuro que no escogieron pero que ahora están determinados a aprovechar.
Abdulmunem Radwan y su familia han estado aquí desde septiembre de 2014. Abogado especialista en asuntos de familia en Homs, Abdulmunem ha sido testigo de unos de los enfrentamientos más feroces en el conflicto de Siria, que dura ya 5 años. Radwan, de 45 años, huyó de la violencia cuando esta alcanzó primero al apartamento en la ciudad donde vivía con su mujer y con sus tres hijos pequeños y, posteriormente, a la casa de su madre en las afueras.
Se fueron a Jordania en 2012, donde se registraron como refugiados y alquilaron una vivienda de manera privada. No fue una experiencia feliz para Radwan. Dado que no podía trabajar allí legalmente como un solicitante de asilo, la familia luchó por asentarse en Mafraq, al norte de Jordania, donde, según Radwan, las relaciones entre los locales y los refugiados que Jordania había acogido eran a veces tensas. Así que, cuando llegó la posibilidad de ser reubicados al Reino Unido, no dejó pasar la oportunidad.
Radwan declaró, recordando de forma reacia sus razones para dejar Siria: "El objetivo era estar a salvo. Imagínate que tus hijos pueden ser asesinados o que están en peligro constante, hay misiles . . . Esperas que venga la muerte en cualquier momento".
Con estudios y un buen inglés, Radwan ha podido integrarse más rápidamente que el resto. Incluso se ha sacado algo de dinero ocasionalmente interpretando para el Ayuntamiento de Coventry y ayudando a los refugiados que llegan a asentarse.
Sin embargo, él sigue dependiendo de las ayudas locales y es realista sobre sus posibilidades. Volver a estudiar para desarrollar su profesión legal en Reino Unido es demasiado caro y llevaría mucho tiempo. No obstante, espera poder usar su formación legal y sus habilidades lingüísticas para trabajar en los tribunales ingleses como intérprete. Está dispuesto a hacer cualquier cosa.
"Ojalá consiga un trabajo a tiempo completo, cualquiera. No me rindo. Haré lo mejor para conseguirlo, créeme. No por mí, sino por mis hijos".
Encontrar trabajo para los refugiados sigue siendo una prioridad para las tres organizaciones sin ánimo de lucro en Coventry que han coordinado el programa de refugiados de la ciudad con las autoridades locales (el Centro de Derecho de Coventry, el Centro de Refugiados e Inmigrantes de Coventry y la Oficina de Asesoramiento a los Ciudadanos), pero Peter Barnett, el representante del programa en el Ayuntamiento, admite que esta ha sido una tarea complicada hasta el momento, particularmente, debido a las importantes barreras lingüísticas.
También se han dado incidentes algo desagradables. Barnett decidió reubicar a una familia de su piso designado cuando durante unas pequeñas reparaciones para arreglar una gotera alguien pintarrajeó "Refugiados fuera" en el muro exterior.
Barnett insistió que este fue un incidente aislado. "Hemos hecho lo que hemos podido en Coventry. Nos gustaría hacer más, pero hemos hecho lo que es apropiado para la ciudad y estoy muy orgulloso de ello".
Además, hay un "imperativo moral", según Barnett, en el caso de una ciudad con una historia como la de Coventry. En noviembre de 1940, la ciudad sufrió uno de los bombardeos más intensos de las fuerzas aéreas alemanas a los que se haya enfrentado una ciudad de Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Los bombardeos devastaron el centro de la ciudad, casi arrasaron por completo con la histórica catedral y destruyeron o dañaron seriamente más de 4.000 edificios y hogares. Más de 560 personas murieron y miles resultaron heridas y perdieron sus hogares.
Desde entonces, Coventry es conocida como la "ciudad de la paz y de la reconciliación" por el papel de la catedral y su mensaje de perdón tras la Segunda Guerra Mundial. Su cruz de clavos (hecha con clavos encontrados en las ruinas de la antigua catedral, de la cual se han preservado el chapitel y distintas partes de los muros exteriores) ha sido reproducida en 160 lugares en todo el mundo y se ha convertido en un símbolo global de la paz.
Sobre la acogida de refugiados, Barnett declaró: "Es lo correcto". Y este es el mensaje que quiere que llegue a sus colegas en todo el país. Cada vez más, ellos ven a Coventry como un modelo sobre cómo integrar a refugiados vulnerables que llegan a través del programa de relocalización del Gobierno.
También quiere disipar temores acerca de la posibilidad de que los ayuntamientos se estén preparando para mantener a una gran cantidad de personas.
"No es así. Estas personas son muy dignas y no quieren aprovecharse de la ayuda, sino integrarse y asentarse. Y las familias que llegan se dan apoyo entre ellas".
El alojamiento es un desafío. El Ayuntamiento ha ubicado a familias de refugiados tanto en viviendas sociales como en alojamientos privados. Sin embargo, como casi en cualquier lugar de Reino Unido, a la hora de la verdad, las ayudas solo cubren parte de los alquileres.
Barnett admite que estos problemas podrían ser tratados de manera más consciente en el futuro. Por ahora, lo llena de satisfacción ver a familias como la de Akil, de Idlib, al norte de Siria, comenzando sus nuevas vidas en Longford, al norte de Coventry.
Su estrecha casa semiadosada en un pequeño terreno es un gran cambio para Khalid Akil, de 45 años, ya que, según dijo, su casa en Siria medía 400 metros cuadrados y estaba llena de olivos y vides. No obstante, se siente tremendamente aliviado de estar a salvo de nuevo y agradecido por la vivienda y la escolarización que Coventry le ha dado.
Akil, que era el propietario de una tienda de zapatos, huyó con su esposa Faten y sus cuatros hijos de los intensos combates y bombardeos aéreos de 2012 al Líbano, donde él había comerciado con anterioridad. Sin embargo, allí solo encontró puertas cerradas. Obligado a alquilar a privados en un mercado en el que los caseros les piden a los refugiados que paguen un año por adelantado y sin poder trabajar la mayoría de las veces de manera legal, les pidió ayuda a sus hijos pequeños para pagar las facturas. Alquilaron (sin contrato) una tienda de verduras de un amigo y los niños, de 10 y 11 años en aquella época, ayudaban en la tienda y realizaban pequeños trabajos en otros sitios.
"La vida en el Líbano era muy difícil", declara Akil, cuyas manos tiemblan debido a una enfermedad nerviosa. Ahora dice que se encuentra mejor a medida que el estrés de la guerra y de los desplazamientos se mitiga. "Cada día era peor que el anterior. Veía a mis hijos, de 10 y 11 años, trabajando y no podía soñar con nada".
Akil dice que al menos ahora puede soñar con un futuro mejor para ellos, educación y un buen trabajo.
Los niños han empezado el colegio. El idioma sigue siendo un problema y hablan con distintos grados de confianza. El mayor, Abdel Latif, de 14 años, prefiere las matemáticas en el colegio, en parte porque es la asignatura con menos intensidad lingüística. Omar, de 13 años, se encuentra mucho más cómodo hablando y se está acostumbrando a los hábitos ingleses. Es un fanático del fútbol y sus equipos favoritos son el Barcelona y el Manchester United. Añadió con una sonrisa: "Aprenderé a querer a Coventry".
Aún así, ambos no dudaron cuando les preguntamos por su hogar.
Abdul Latif dijo: "Lo echo de menos. Echo de menos a mis amigos y a mi familia".
Por Omar Karmi.
Gracias a la Voluntaria en Línea Ana Ledesma Claros por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.