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Comerciantes rohingya atienden todas las necesidades en un asentamiento en Bangladesh

Historias

Comerciantes rohingya atienden todas las necesidades en un asentamiento en Bangladesh

Empresarios refugiados que huyeron de la violencia en Myanmar se han instalado nuevamente, ofreciendo desde cortes de cabello hasta la venta de pollos vivos.
26 March 2018
Najimuddin es un peluquero refugiado, de 21 años que arregla el cabello de un cliente en su peluquería en el asentamiento de refugiados de Kutupalong, Bangladesh.

Najimuddin, el peluquero refugiado, mueve su toalla con vigor, busca sus tijeras y acomoda a su próximo cliente en la silla en el asentamiento extenso en Bangladesh.


Firoz, un estudiante vestido elegantemente ha estudiado las imágenes de jugadores de fútbol y estrellas de cine en revistas y describe el estilo de corte que quiere: corto en los lados pero más largo en la parte posterior. Najimuddin asiente con la cabaza, rocía agua en el cabello de su cliente y comienza a cortarle el cabello.

Antes de huir de su hogar, Najimuddin, de 21 años, dirigía una madrasa, o escuela religiosa, en Myanmar. Al ver a sus estudiantes en el exilio que necesitaban un arreglo de cabello, comenzó a cortar el cabello en lo que es ahora el asentamiento de refugiados más grande del mundo.

"Una multitud de personas se reunió y comenzó a pedir cortes de pelo", nos cuenta Najimuddin. "Vi entonces la demanda y por eso preparé la tienda".

Desde entonces, ha comprado una silla, un lavamanos y un espejo, que está apoyado encima de un mostrador de bambú que tiene cepillos de cabello, talco y loción para bebés, así como también un exfoliante facial para hombres.

Le corta a entre 20 y 25 personas al día, y cobra 40 taka de Bangladesh (0,48 dólares) por cada corte de cabello."Me da paz mental y un ingreso", dice Najimuddin. "Estoy muy contento de atenderlos, ya que todos somos de la misma área".

Vestido con una elegante chaqueta de cuello alto color carboncillo gris, Firoz, de 23 años, dice que lucir bien adquiere una importancia particular cuando pierdes tu hogar y vives en un campamento de refugiados.

"Verse bien crea una buena impresión."

"Verse bien crea una buena impresión y también ayuda a ganarse la voluntad de las personas", dice Firoz. "Me da confianza y dignidad. Me hace sentir bien estando en este contexto de campamento de asentamiento. Me ayuda a reducir el estrés y superar mis pérdidas".

Desde fines de agosto, aproximadamente 671.000 refugiados han huido del estado de Rakhine en Myanmar y han cruzado al sureste de Bangladesh, con informes de ataques incendiarios, asesinatos y violaciones.

Después de seis meses, muchas personas están usando su iniciativa y determinación para iniciar negocios en la zona polvorienta que rodea Kutupalong, que era hasta poco, en gran parte, una zona de matorrales y bosque.

Ansarullah, de 19 años, y su esposa Formina, de 18, han establecido una pequeña tienda de abarrotes para mantenerse a sí mismos y a su hija Jisma, de dos años.

Algunos, como Najimuddin, han establecido peluquerías, otros han abierto kioscos para reparar teléfonos celulares, muelen pimentón picante o arreglan ropa. El mayor número de personas han establecido tiendas de comestibles, como la de Ansarullah de 19 años y su esposa Formina, de 18.

La pareja abrió su tienda bajo una tienda del ACNUR, y venden comestibles como azúcar, huevos, ajo, tomates, galletas, dulces y jugo de fruta.

"Las personas obtienen sus porciones básicas de alimentos que incluye arroz y lentejas, y quieren un poco de variedad, así que les doy lo que piden", dice Ansarullah.

Luego de una agotadora caminata de 18 días desde Myanmar, la pareja vendió unos aretes de oro de Formina para poder tener los fondos iníciales para emprender su negocio. Llevaron a cabo algunas investigaciones para descubrir qué se vendería bien y se decidieron por las galletas "Mister Coconut", una de las favoritas entre los niños del asentamiento.

"Me da satisfacción que no tenga que pedir dinero prestado de nadie y que puedo cuidar a mi familia".

"Después de 10 días de llegar al asentamiento, hemos comenzado a vender galletas y es así que volvimos a emprender el negocio", dice Ansarullah, ya que Formina se encarga de cuidar a su hija de 10 meses.

Después de seis meses, Ansarullah se dirigió a un pueblo cercano para comprar una mayor variedad de productos, incluyendo bolígrafos, encendedores, hilo y pegamento.

"Ellos están contentos de tener el negocio", dice Ansarullah sobre los mayoristas de Bangladesh. Incluso han agregado un pequeño toldo y dos bancos de bambú para animar a los clientes para que se queden un rato.

"Me da satisfacción que no tenga que prestarme dinero de nadie y pueda cuidar a mi familia", dice Ansarullah.

El dueño de la tienda, Mohammad Petan, de 25 años, y su asistente Mohammad Sadeq, de 20, venden pollos a otros refugiados en el asentamiento de refugiados de Kutupalong.

Un paseo por senderos polvorientos y escaleras que van arriba y abajo revela otros negocios que han surgido, entre ellos vendedores de leña, salones de té y restaurantes, pescaderos – vendiendo pescado fresco y seco – e incluso vendedores de aves, como el campesino desplazado Mohammad Petan.

El joven de 25 años huyó de la ciudad de Rathedaung en el estado de Rakhine hace cinco meses y se ha instalado en un concurrido sendero al lado de un puente de bambú, donde vende gallinas vivas que cría en un corral de bambú. Los vende por 120 taka (1,44 dólares) por kilo, y los pesa en una caja de plástico en una balanza.

Él cría hasta 140 pollos a la vez y hace un buen negocio, generando ingresos suficientes para mantener a su madre, esposa y tres hijos, dice Mohammad Petran.

"Lo más importante es que tengo mi dignidad."

"Lo más importante es que tengo mi dignidad. Me ha dado un pequeño ingreso, y estoy agradecido de tener una ocupación, a diferencia de tantos jóvenes aquí".

La tienda también le ha dado la oportunidad de poder ayudar a un amigo, Mohammad Sadeq, de 20 años, que cuida a su madre y su hermana desde que su padre fue asesinado en Myanmar. A menudo se queda a cargo de la tienda, el joven dice que lo está ayudando a ver el camino por el cual debe avanzar.

"Me demuestra que algún día podría también tener mi propia tienda", dice Mohammad Sadeq. "No puedes seguir confiando en la ayuda de otros para toda tu vida. Tienes que intentar hacer tu propio camino para la seguridad de las generaciones futuras. El futuro comienza aquí".

Por Tim Gaynor

Gracias a la Voluntaria en Línea Carla Rivero por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.