"Ver hambre, a pesar de tanto desarrollo en el mundo, realmente me conmueve"
"Ver hambre, a pesar de tanto desarrollo en el mundo, realmente me conmueve"
Eloá Prado, de 33 años, trabaja desde hace diez meses como Asistente de Protección en la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Pacaraima, en la frontera entre Brasil y Venezuela. A lo largo de estos meses, ya ha vivido momentos intensos ante la situación de Venezuela. Aquí, ella comparte algunos momentos clave de su experiencia con ACNUR.
“A lo largo de estos 10 meses de operación tengo una colección de historias sobresalientes. Nacimientos, restablecimiento de lazos familiares, empoderamiento y superación, además de enfrentarme con la miseria humana. Ver a una madre que no podía amamantar a su hijo porque estaba desnutrida me sacudió. Ver hambre, a pesar de tanto desarrollo en el mundo, realmente me conmueve”.
¿Por qué se convirtió en trabajadora humanitaria?
Dejé una carrera de más de ocho años como abogada y presenté mis experiencias para responder a las necesidades e inseguridades humanas, sin importar dónde. Fue cuando comencé a trabajar como voluntaria con personas que tuvieron que dejar sus hogares que vi que el conocimiento salva vidas. Me sentía motivada por entender quiénes eran estas personas y por qué estaban en movimiento. Fue por eso que estudié ayuda humanitaria y cooperación internacional.
¿Por qué este trabajo es tan importante para usted?
Mi función es asegurar que las personas que cruzan la frontera, si así lo desean, tengan derecho a acceder al procedimiento de asilo, así como que sean reconocidas como sujetos de derecho para que tengan acceso a la protección y la asistencia.
¿Cuál es la parte más gratificante de su trabajo?
La parte más gratificante es dar dignidad a la gente. Me siento recompensada diariamente cuando recibo una sonrisa, un abrazo, un agradecimiento, de niños y adultos. Esto hace que todo valga la pena.
¿Y la más desafiante?
Lo más desafiante es asegurar que el alcance de la respuesta humanitaria se haga sobre la base de las necesidades. Esto significa tener que lidiar con “no” para las personas que asistimos, aun y cuando esas personas ya se encuentran en situación de vulnerabilidad. Esto es un desafío cotidiano, porque se está tratando con vidas. Sin embargo, algunas personas tienen mayor vulnerabilidad que otras.
¿Puede usted contarnos un poco sobre el impacto que la crisis en Venezuela ha tenido en la vida de millones de personas y cómo usted presencia eso diariamente?
La crisis en Venezuela ha alcanzado las vidas de las personas en los niveles más básicos. El nivel de la inseguridad humana ha comprometido derechos básicos, como alimentación, salud, educación y seguridad pública. Las personas llegan frágiles, física y mentalmente, y carentes de los servicios más básicos de asistencia. La desnutrición y la deshidratación son situaciones comunes.
¿Cuál es el apoyo fundamental ofrecido por ACNUR en esta emergencia?
La información es la primera respuesta. Nos aseguramos de que las personas puedan participar activamente en el proceso para documentarse. Garantizamos acceso inmediato e indistinto a elementos básicos de supervivencia como agua potable, comida, albergue y atención médica, además de reconocer individualmente necesidades físicas o de protección específicas. En esta emergencia, ACNUR también tiene el papel de crear condiciones para la coexistencia pacífica entre ambas comunidades, la recién llegada y la de acogida.
¿Cuál ha sido su mejor día de trabajo?
¡El mejor día fue también el más estresante! Identificamos un gran número de familias que estaban en el alojamiento temporal en Pacaraima y que serían reubicadas a un albergue del ACNUR en Boa Vista. Ver a tantas personas ser transferidas, vivir con ellas el renacimiento de su esperanza, hizo que mi cansancio se convirtiera en alegría.
¿Cuál fue su peor día?
Mi peor día, en términos de estrés y exigencia física, fue cuando el odio y los mensajes de xenofobia se extendieron por la ciudad de Pacaraima y la tensión escalara el fatídico día del 18 de agosto de 2018. El temor de los venezolanos era palpable. Sin embargo, gracias a la actuación de un equipo cohesivo y de socios conseguimos asegurar protección inmediata a quienes la necesitaban. Al final, el peor día fue, contradictoriamente, el mejor porque nos permitió conocer nuestras capacidades.
Situación de Venezuela
Más de 3,4 millones de personas venezolanas han dejado su país desde 2014. El flujo de personas aumentó en 2017 y, especialmente, en 2018. Este es el mayor éxodo en la historia reciente de América Latina, y las personas continúan dejando Venezuela debido a la violencia, la inseguridad, las amenazas y la falta de alimentos, medicamentos y servicios esenciales. La mayoría son familias con niños, mujeres embarazadas, adultos mayores y personas con discapacidad.
ACNUR está respondiendo a las crecientes demandas mientras el número de refugiados continúa aumentando. Nosotros trabajamos para garantizar que las personas más vulnerables estén protegidas con albergue, atención médica y documentación que les permita tener acceso a servicios, para que no vivan en situaciones precarias, expuestas y en riesgo.