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“Tenemos que celebrar el valor del personal humanitario que continúa brindando ayuda"

Historias

“Tenemos que celebrar el valor del personal humanitario que continúa brindando ayuda"

Como Consejero del personal, George Obiero apoya a los colegas de ACNUR que responden a las emergencias en Sudán y más allá, ayudándoles a superar los “retos únicos de su labor”.
18 agosto 2023
Un hombre sonriente sentado en una silla en un jardín

George Obiero en Naishola Gardens, Limuru, Kenia.

George Obiero es Consejero del personal de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y desde su base en Nairobi apoya las operaciones en 11 países del Este y el Cuerno de África, y la región de los Grandes Lagos. Este keniano de 46 años cuenta con un Máster en Psicología Clínica y ha trabajado anteriormente como Consejero y trabajador humanitario en Sudán del Sur, Nigeria y Kenia para ACNUR y otras organizaciones.

En su puesto actual, George presta apoyo psicológico, emocional y práctico a sus colegas de ACNUR, muchos de los cuales trabajan en lugares remotos o de alto riesgo. Su función es polifacética: desde aclimatar al personal antes de su despliegue hasta combatir el estrés y el agotamiento durante las misiones y apoyar las evacuaciones de zonas en conflicto.

Con motivo del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, que se conmemora el 19 de agosto, George habla de los retos a los que se enfrenta el personal humanitario que responde a las crisis en Sudán y otros países de la región, de la labor esencial de los consejeros del personal para garantizar su bienestar, y ofrece consejos a quienes se plantean seguir una carrera humanitaria.

¿Cómo te convertiste en Consejero del personal?

Después de terminar mi Máster en Psicología Clínica en Estados Unidos, empecé a trabajar directamente en el ámbito humanitario con Médicos Sin Fronteras en Nigeria, apoyando a personas desplazadas por el conflicto con Boko Haram en los estados de Borno, Yobe y Adamawa. Después trabajé para una agencia socia de ACNUR en el campamento de refugiados de Dadaab, en Kenia.

También hice algunas consultorías, apoyando al personal desplegado por Save the Children, Concern y MedAir para trabajar en lugares como Somalia y Sudán del Sur, así que eso fue realmente lo que despertó mi interés por apoyar al personal humanitario.

Empecé con ACNUR en Yuba, Sudán del Sur, como consejero del personal que cubría nuestras operaciones en el país, antes de ser reasignado en 2020 a la oficina regional de Nairobi y trabajar durante la pandemia de COVID y más allá.

¿En qué consiste tu trabajo para ACNUR?

Mi función consiste en preparar y apoyar a los colegas desplegados en los 11 países de nuestra región. Muchos de los lugares de destino son de alto riesgo, con dificultades considerables debidas a la lejanía o la inseguridad, donde el acceso a servicios básicos como la atención de salud, las operaciones bancarias o incluso los alimentos pueden suponer un reto. Muchos de nuestros funcionarios se encuentran lejos de sus familias – trabajando, trabajando y trabajando –, por lo que pueden estar predispuestos a la fatiga, al estrés y al agotamiento.

También hemos tenido varias emergencias en la región mientras he estado aquí. El conflicto de Tigray, al norte de Etiopía, y la más reciente crisis de Sudán. En situaciones así, brindamos apoyo al personal que desafortunadamente se ha visto expuesto a situaciones traumáticas.

¿Qué cualidades consideras importantes en tu trabajo?

Una parte importante de mi trabajo es sentir una profunda empatía por el personal que trabaja sobre el terreno. Trato de sintonizar con mi propia experiencia de vivir y trabajar en lugares como Maiduguri (la capital del estado nigeriano de Borno), donde trabajas un minuto y al siguiente hay bombardeos, y de alguna manera tienes que seguir trabajando. Luego, ser capaz de utilizar esos conocimientos junto con otros colegas para encontrar soluciones.

Otra cosa muy importante para el personal humanitario es que somos prácticos. Cuando hay desplazamientos, vamos con comida, con tiendas de campaña para resguardarnos, con botellas de agua. A los humanitarios nos encantan las soluciones prácticas. Por ejemplo, es importante que el personal no trabaje muchas horas, y luego vuelva a la casa de huéspedes y siga trabajando. Pero, ¿qué es lo más práctico que se puede hacer? A veces basta con pasear por el recinto durante una hora para relajarse y desconectarse del trabajo.

Por último, los conocimientos clínicos y la formación: comprender el comportamiento humano y cómo determinadas situaciones pueden desencadenar ciertas reacciones.

¿Cuál ha sido tu labor durante la actual crisis en Sudán?

Formé parte de un contingente de personal de la ONU que recibió a colegas evacuados en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Nairobi. Dadas todas las dificultades, fue una evacuación muy difícil. Tuvieron que viajar durante 12 horas por carretera desde Jartum hasta Port Sudan, y el avión no pudo aterrizar ahí, así que tuvieron que ir en barco hasta Jeddah, en Arabia Saudí – también un viaje extremadamente largo –, antes de volar a Nairobi. Recuerdo haber visto a colegas, muchos de ellos conocidos míos, algunos que habían sido evacuados con sus seres queridos, con niños de dos o tres años. Fue muy emotivo ver el cansancio en sus rostros después de este arduo viaje de diez días y el cambio repentino cuando vieron caras conocidas en la pista de aterrizaje.

Es un reto ayudar a los colegas atrapados en el conflicto

Ahora estoy haciendo un seguimiento de los colegas para ver cómo se están recuperando de la exposición traumática y evaluar si están preparados para reanudar el trabajo. Es una conversación continua; preparar a quienes están listos para reanudar su trabajo, porque ahora Sudán es una operación totalmente distinta de cuando se fueron. La falta de infraestructuras adecuadas ahora que el país está devastado por el conflicto es algo con lo que el personal sigue luchando. Pero el personal de ACNUR es muy resiliente. Muchos son capaces de ponerse manos a la obra y hacer lo que se les pide, lo que es muy bueno de ver.

Sigue siendo una situación muy difícil, sobre todo para nuestro personal nacional. Muchos de ellos no pueden salir o, aunque puedan, deciden no hacerlo porque no pueden irse con sus familiares. El entorno sigue siendo muy peligroso, por lo que algunos de ellos no pueden hacer ese viaje. Siguen expuestos a experiencias traumáticas, tienen problemas económicos porque la infraestructura bancaria ha quedado destruida por el conflicto. Hablamos con ellos por teléfono y en grupos de WhatsApp para ofrecerles el apoyo que podemos, pero es un reto ayudar a los colegas atrapados en el conflicto.

Por último, ¿qué consejo le darías a alguien que esté pensando en dedicarse a una carrera humanitaria?

Les diría que el trabajo humanitario puede ser muy, muy gratificante. Muchos colegas con los que hablo me cuentan los retos, pero también lo gratificante que es su trabajo. Pero también les diría que es importante prepararse adecuadamente para los desafíos específicos del trabajo, para mejorar la resiliencia mental, porque el trabajo humanitario puede llevarte a situaciones muy difíciles. Así que la preparación es clave. Y también es importante darse cuenta de que el tiempo para uno mismo no es ser egoísta.

Las últimas tendencias y datos muestran que las condiciones para brindar ayuda humanitaria en todo el mundo son cada vez más difíciles. Tenemos que celebrar el valor y la resiliencia del personal humanitario que sigue prestando ayuda en este contexto cada vez más difícil. También es importante recordar a quienes han pagado el precio más alto en su labor humanitaria, a quienes han perdido la vida en acto de servicio.