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Hermanos hondureños se reencuentran en Palenque después de 10 años sin saber uno del otro

Historias

Hermanos hondureños se reencuentran en Palenque después de 10 años sin saber uno del otro

29 April 2024
Los hermanos Martínez jamás imaginaron que, diez años después volverían a verse en México.

Los hermanos Martínez jamás imaginaron que, diez años después volverían a verse en México.

Los hermanos Marcos y Carlos Martínez* perdieron contacto en 2014, luego de que distintas oportunidades de estudios y laborales los llevaran a vivir en ciudades distintas en su país, Honduras. Jamás imaginaron que, diez años después volverían a verse en México, donde encontraron protección como refugiados.

Ocurrió en la Oficina de ACNUR en Palenque, Chiapas, a donde acudieron luego de haber solicitado asilo, por separado, en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). En Palenque se enteraron de que, aunque vivían en ciudades distintas, ambos tuvieron que huir de Honduras por amenazas de las pandillas.

Hijos de padre carpintero y de madre ama de casa y vendedora de pan, Marcos y Carlos crecieron con diez hermanos más. De los doce, solo ellos dos se interesaron por el oficio de su padre, a quien ayudaban a preparar la madera y a otras labores de carpintería. De la infancia también recuerdan los juegos.  

“Nos gustaba jugar canicas, trompo y con el papalote”, dijo Marcos, el hermano mayor, que hoy tiene 69 años.

Los hermanos Martínez se separaron conforme fueron creciendo, al tomar distintos caminos de vida.

“Nos fuimos regando”, comentó Marcos, quien se mudó de su pueblo natal a los 14 años, gracias a una beca. Se graduó como técnico en refrigeración, carrera que ejerce desde 1984.

Aunque regresó a su pueblo, volvió a mudarse a sus 30 años. Vivía a dos horas de distancia de la casa familiar, pero al no tener teléfono, se veían solo de vez en cuando, hasta que en 2014 perdieron el contacto definitivamente.

Cuando dejaron de verse, Carlos, quien actualmente tiene 51 años, permaneció en el pueblo donde creció. Estudió hasta el noveno grado, se dedicó a la herrería y con un amigo puso un taller de soldadura.

Marcos salió de Honduras cuando su hijo taxista no pudo pagar cuotas de extorsión, e incluso sufrió un intento de asesinato. Él y su familia estuvieron seis meses intentando esconderse, pues las amenazas continuaban y sabían que muchos taxistas habían sido asesinados por no cubrir la cuota de 40,000 lempiras semanales (aproximadamente USD 1,600).

En el caso de Carlos, luego de cuatro años de operación del taller de soldadura, tres personas comenzaron a amenazarles y pedirles dinero. Al igual que su hermano, no le quedó otra opción más que huir.  

Habían pasado más de dos meses desde que salió de Honduras cuando avisó a una sobrina que estaba en México. No quiso mencionar las razones por las que se fue por temor a que tuvieran represalias y no preocuparlos.

En Palenque, Marcos pudo continuar trabajando como técnico en refrigeración, y Carlos como “chalán” de un grupo de albañiles y un ingeniero.

Se reencontraron durante una charla sobre el Programa de Integración Local de ACNUR, a través del cual, personas reconocidas como refugiadas en el sur del país tienen la posibilidad de ser reubicadas a ciudades del centro y del norte de México.

“Fue emocionante, yo no sabía que él iba a estar acá. Carlos llegó primero y ya después entré yo”, recordó Marcos. “Saliendo de la charla nos fuimos platicando, contentos”.

“Me siento alegre por una parte de que encontré a mi hermano acá y de que ya tenemos documentos mexicanos”, comentó Carlos.

Los hermanos fueron reubicados juntos a una ciudad del Bajío, donde están en proceso de incorporarse a la economía formal.

“Dios nos volvió a unir aquí en Palenque, algo que no estaba ni escrito. Quedé sin palabras”, reconoció Marcos.

*Nombres cambiados por protección