Atleta, soñador, campeón…
Atleta, soñador, campeón…
Cuesta imaginar todo por lo que ha pasado Ibrahime a su joven edad.
Con 17 años, Ibrahime tuvo que huir de su país, Guinea Ecuatorial, y recorrer miles de kilómetros para llegar a México.
Desde Tapachula cruzó el país hasta Mexicali, donde encontró la atención y cuidados necesarios que requieren las personas menores de edad. Tiempo después se estableció en Tijuana, donde ACNUR le acompañó en su proceso de asilo que culminó con el reconocimiento de su condición de refugiado; en el acceso a la salud y para presentar los exámenes de regularización educativa que le permitieron establecerse en la ciudad y crear una red de apoyo personal.
“Cada quién tiene su sueño y su meta, algunos salen por el sueño americano y yo llegué con el sueño mexicano, me quedé, pregunté cómo sacar los documentos. Antes de salir de mi país, teníamos conocimiento de muchos países, de cómo vive la gente, de cómo es la vida, por eso decidí que mejor aquí”, explicó.
Ibrahime tiene dos sueños: jugar futbol de manera profesional representando a México y ser ingeniero para inventar artefactos de comunicación que le permitan acercar a las personas que están lejos.
En ambos lleva un buen camino recorrido: revalidó sus estudios de primaria y secundaria, y está listo para cursar la preparatoria y luego entrar a la carrera de ingeniería en sistemas.
Por otra parte, Ibrahime está cada vez más cerca de cumplir su sueño deportivo, pues entrenó con el equipo de los Xolos en Tijuana en su primer acercamiento con el futbol en México y ahora, gracias a su talento y a las gestiones de ACNUR, el Club Necaxa en Aguascalientes lo invitó a participar en una visoría, un paso más cerca de poder jugar de manera profesional en la Liga MX.
El futbol lo acerca a su país, es una actividad que puede realizar sin importar en dónde esté.
“Muy joven me empezó a gustar el futbol y tener el sueño de ser futbolista profesional. Me siento feliz haciéndolo, tenía balón y practicaba en mi casa. En mi país no salía tanto porque era peligroso salir a la calle, entrenaba solo en la casa”, afirmó.
Fue su talento y sus ganas las que atrajeron la atención del club que le está dando esta oportunidad. “Es un muchacho muy fuerte, con condiciones deportivas y físicas importantes que tiene todo para poder ser del perfil de Club Necaxa”.
“Hay que darle el proceso de adaptación necesario para que él se sienta cómodo, para que él se adapte”, mencionó Edmundo Soto, coordinador de captación de talento en el Club Necaxa.
El tiempo en Aguascalientes le ha abierto a Ibrahime una nueva visión acerca del deporte en México y de la inclusión en cada ciudad.
“En el entrenamiento encontré mexicanos más fuertes que yo, hay que ser fuertes y rápidos y muy técnicos. Los jugadores en África entrenan mucho, entrenan bien, pero tienen que ayudar a su familia, todo eso afecta a los jugadores y no pueden salir adelante, esa es la diferencia”.
En Aguascalientes encontró varias cosas en común, tanto con su país natal como con las otras ciudades en donde ha vivido.
“Me fui a caminar, voy a ser honesto, compré un coco, que extrañaba mucho. Fui a la plaza de San Marcos, y ahí la gente me vio y se acercó y de regreso vi una persona que tocaba la guitarra, es una ciudad tranquila”, señaló sonriente.
Aunque Ibrahime sueña en grande, tienen los pies bien puestos sobre la tierra. Sabe que el futbol es una carrera corta y por eso también quiere ser ingeniero para crear máquinas que acerquen a las personas.
“Estoy preparándome para hacer la prepa y tener una carrera en la universidad como ingeniero de sistemas. Pienso en hacer una máquina que se va a conectar a internet. Tú la tienes en tu casa, yo en la mía y las dos máquinas están conectadas. Cuando hago un movimiento, la máquina lo repite. Así nos podemos abrazar a distancia”, imaginó.
Sus sueños son alcanzables y él lo sabe, aunque siempre está la idea de que los disfrutaría más en familia.
“A mi mamá le dije que iba a venir a Aguascalientes y le pedí que orara por mí. En mi primer partido, en mi primer debut, estoy pensando que ellos estén presentes, viéndome aquí en la cancha”, comentó.
En los últimos cinco años, más de 112,000 niñas, niños y adolescentes solicitaron asilo en México, alrededor de 5% fueron no acompañados. ACNUR y sus socios les apoyan con actividades psicosociales en espacios amigables y seguros dentro de albergues, y con acciones para promover la coexistencia pacífica en las comunidades de acogida.
“Ibrahime personifica la resiliencia, constancia y la determinación de aquellas personas refugiadas que buscan un nuevo comienzo en México. Desde ACNUR Tijuana, hemos sido testigos de su crecimiento educativo y personal, por lo que estamos orgullosos y muy seguros de que podrá cumplir todas sus metas”, aseguró Fernando Montes, del equipo de ACNUR en Tijuana.