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Un refugiado olímpico de Sudán del Sur muestra el verdadero significado del deporte

Historias

Un refugiado olímpico de Sudán del Sur muestra el verdadero significado del deporte

De niño, Yiech Pur Biel fue forzado a huir de su hogar en Sudán del Sur antes de competir en el primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados; ahora, busca que su experiencia avive la esperanza en otras personas.
26 July 2024
En un campo de cultivo, un hombre joven sursudanés sonríe a la cámara

Pur Biel, entrenando en la Fundación para la Paz Tegla Loroupe, en Ngong, Kenia (2019).

La primera vez que corrí de verdad, corrí por mi vida.

Crecí cerca de Nasir, en Sudán del Sur, rodeado de ganado, cultivos y familia. Nuestra aldea y hogar estaban en una zona afectada desde hacía mucho tiempo por la guerra civil. Un día, en 2005, nos encontramos en medio del conflicto. Los soldados irrumpieron en mi pueblo y lo quemaron todo. No tuve otra opción más que huir. Durante tres angustiosos días, tuve que esconderme en el monte, para luego regresar a un lugar que ya no se parecía a mi hogar.

Tenía apenas 10 años y estaba solo: tras el ataque me separé de mi madre y de mi hermano pequeño. Como muchas otras personas refugiadas de Sudán del Sur, encontré protección en el campamento de refugiados de Kakuma, en la vecina Kenia. Ahí descubrí mi amor por el deporte, sobre todo jugando fútbol con mis compañeros de clase. Todos veníamos de lugares diferentes, pero compartíamos la misma experiencia de haber sido forzados a huir de nuestros hogares. El deporte fue lo que nos unió. Nos dio un sentimiento de pertenencia, de comunidad y, sobre todo, de esperanza.

Llevaba 10 años viviendo en Kakuma cuando participé en una prueba de atletismo organizada por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y por el Comité Olímpico Internacional. Corriendo descalzo, acabé en tercer lugar en la carrera de 10 km. Poco después, me invitaron a un campo de entrenamiento especializado en Nairobi con la posibilidad de formar parte del primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados para los Juegos de 2016 en Río de Janeiro. En el campo de entrenamiento recibí mi primer par de tenis para correr. Nueve meses más tarde, era un atleta olímpico que participaba en la ceremonia inaugural de los Juegos de Río 2016. Para muchos, esto podría parecer el final de un viaje increíble, pero yo lo veo más como un principio.

Un atleta sursudanés corre por una pista de atletismo

Pur Biel, corriendo los 800 metros en el estadio olímpico de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

El deporte me ha brindado oportunidades casi inimaginables. Me gradué de Relaciones Internacionales en la Universidad Drake de Des Moines, Iowa, algo que superaba mis sueños cuando llegué a Kakuma. Competí en la primera división junto a atletas de élite de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) de todo Estados Unidos y disfruté de instalaciones de entrenamiento de primer nivel. Aun así, sabía que mi objetivo no era simplemente cambiar mi propia historia, sino que se trataba de cambiar la narrativa de los deportistas refugiados de todo el mundo, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.

Pronto se convirtió en mi misión. Fui la primera persona refugiada elegida para integrar el Comité Olímpico Internacional (COI); también fui el primer miembro refugiado del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC, por sus siglas en inglés). En estos puestos, mi prioridad ha sido ayudar a los atletas refugiados menos afortunados que yo. He conocido a personas refugiadas con un talento increíble que carecen de las oportunidades que yo tuve. Mi objetivo no es solo facilitarles instalaciones de entrenamiento, sino que también debemos crear vías para el desarrollo de habilidades, fomentar la confianza y la integración en la comunidad. Debemos y podemos hacer más.

A través de la Fundación Olímpica para los Refugiados he liderado, con el apoyo de otros, los esfuerzos para mejorar los sistemas de apoyo a los futuros atletas olímpicos refugiados.  El objetivo de la fundación es proporcionar, para finales de año, mayor acceso al deporte a un millón de jóvenes afectados por el desplazamiento. Esta meta complementa la iniciativa del USOPC que consiste en identificar y entrenar a atletas refugiados de élite que residen en Estados Unidos, y darles el apoyo necesario para que se clasifiquen para el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Con una larga historia de excelencia y diversidad atlética, y con su actitud de bienvenida hacia las personas refugiadas, Estados Unidos se encuentra en una posición única para mostrar cómo el deporte puede impulsar la integración y el empoderamiento, especialmente en preparación para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. 

Este verano, una nueva generación de atletas refugiados competirá en París. Sé que sentirán los nervios que yo sentí, mostrarán la determinación que yo mostré, soportarán la presión que yo soporté y se sentirán llenos del orgullo que aún me invade. No obstante, cuando recuerdo mi experiencia en Río, no pienso en mi propia carrera, sino en la ceremonia de apertura, en la que estuve junto a mis compañeros refugiados, junto a miles de atletas de todo el mundo, animados por decenas de miles de personas en la multitud y vistos por millones en casa. En un mundo lleno de conflictos e incertidumbre, los Juegos Olímpicos ofrecen esperanza, humanidad y, sobre todo, solidaridad. Nos recuerdan las fuerzas que unen a las personas, acortan las distancias y crean un cambio positivo. 

Este artículo se publicó originalmente en El País, el 26 de julio de 2024.