Mensaje del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en el marco del Día Mundial del Refugiado
Mensaje del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en el marco del Día Mundial del Refugiado
El Día Mundial del Refugiado honramos la valentía y la esperanza de millones de personas forzadas a huir de guerras, violencia y persecuciones. Este año conmemoraré la fecha en Kenia, charlando con personas refugiadas cuya fortaleza y anhelos no han flaqueado a pesar de los conflictos, la sequía y otras terribles circunstancias.
En el campamento de refugiados de Kakuma me entrevisté con Abdulaziz Lugazo, quien preside una cooperativa de granjeros cuyos cultivos – espinaca, ocra y col – son resistentes a la sequía. Abdulaziz creció en Somalia, en la granja de su familia; cuando fue forzado a huir en 1990, nunca pensó que podría cosechar nuevamente. Ahora, no obstante, trabaja junto a otros granjeros refugiados y kenianos, en tierras que les proporcionó el gobierno. Los ingresos que obtiene le permiten costear los libros y uniformes escolares de sus hijos.
Abdulaziz ansiaba echar mano de sus habilidades para ayudar a otras personas refugiadas y para trabajar en la comunidad que le dio acogida en Kenia. Dado que las políticas kenianas en Kakuma son cada vez más inclusivas, se le dio la oportunidad de prosperar y contribuir.
La población de Kenia ha dado acogida a personas refugiadas por más de 30 años. Siempre que visito este país (he perdido la cuenta de cuántas veces lo he hecho), he sido testigo del impacto de diversas acciones concretas y positivas con las que se busca mejorar las condiciones de las personas refugiadas y de las comunidades de acogida.
Con esta visita en particular pretendo decirle al mundo que podemos y debemos hacer mucho más para avivar la esperanza, ofrecer oportunidades y encontrar soluciones en favor de los refugiados, sin importar el lugar o el contexto en el que se encuentren. Kenia ha demostrado que esto es posible.
Incluir a los refugiados en las comunidades en las que se pusieron a salvo es la vía más efectiva para ayudarles a rehacer sus vidas y retribuir a los países de acogida.
En concreto, esto implica garantizar que puedan solicitar empleo, matricularse en las escuelas y tener acceso a servicios, como la vivienda y la atención médica. Asimismo, conlleva fomentar un sentido de pertenencia y acogida que llene de esperanza a las personas refugiadas que han sido desarraigadas de sus hogares.
El Gobierno de Kenia está preparado para implementar iniciativas innovadoras e inclusivas que permitirán que la mayor parte del medio millón de personas refugiadas y solicitantes de asilo que se encuentra en el país pueda trabajar y convivir con la población keniana. Esto potenciará la autosuficiencia, impulsará la economía y reducirá la dependencia en la asistencia humanitaria.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, sabe que la inclusión es la mejor forma de apoyar a las personas refugiadas en el exilio, pues les permite prepararse para reconstruir sus países cuando las condiciones sean propicias para el retorno, o bien para prosperar si son reasentadas en un tercer país.
Los países de acogida, no obstante, no pueden hacerlo todo por cuenta propia. Por tanto, el resto de la comunidad internacional debe sumarse a las acciones y proporcionar recursos financieros que faciliten la aplicación de políticas progresistas. Mucho se ha avanzado en los últimos años gracias a la extraordinaria generosidad de los donantes, los innovadores enfoques hacia la financiación, y las grandes inversiones del Banco Mundial, de los bancos regionales para el desarrollo y de otras instituciones financieras internacionales. Sin embargo, es evidente que debemos hacer mucho más.
Al igual que el Gobierno de Kenia, debemos comprometernos a incluir a las personas refugiadas, en todos los niveles, en nuestras comunidades (es decir, en nuestras escuelas, sistemas de salud y demás ámbitos); de esa forma, podrán recuperar la esperanza lejos del hogar.
Por otra parte, debemos reconocer los desafíos que enfrentan los países de acogida en un mundo donde la paz es la excepción. Con frecuencia, las comunidades en las fronteras continúan recibiendo y dando acogida a quienes huyen de la violencia. Con todo, los países vecinos de Sudán son un gran ejemplo de solidaridad. Muchos otros países de acogida tienen la voluntad de dar la bienvenida e incluir a las personas refugiadas, pero necesitan más apoyo e inversiones para poder hacerlo.
Por desgracia, en un mundo tan dividido escasean las soluciones a largo plazo en favor de las personas forzadas a huir; en consecuencia, 35 millones de personas refugiadas están desamparadas.
Por ese motivo, en el Día Mundial del Refugiado concluyo instando a los líderes a cumplir con la responsabilidad que tienen de detener la violencia para que impere la paz; así, las personas refugiadas podrían volver a casa de manera voluntaria y en condiciones seguras.
Insto a los gobiernos a ampliar las oportunidades de reasentamiento para los refugiados que las necesitan con urgencia.
Asimismo, exhorto a los Estados a adoptar políticas que impulsen el enorme potencial de las personas refugiadas para que puedan retribuir a los países de acogida en el ámbito social, económico y político. Sabemos muy bien cuán costosa es la falta de acciones: un mundo en el que el desplazamiento forzado ha llegado a niveles nunca antes vistos. Esto no puede seguir así.