Aprendices capacitados por ACNUR emplean a personas refugiadas y locales en Irán
Aprendices capacitados por ACNUR emplean a personas refugiadas y locales en Irán
Las piezas de repuesto abarrotan cada rincón del taller de reparación de automóviles en el bullicioso centro de Shiraz, en la provincia de Fars, al sur de la República Islámica de Irán, donde Abbas Balkhi se inclina bajo el cofre de un automóvil haciendo ajustes cuidadosos hasta que las revoluciones del motor suenan bien.
Abbas es un refugiado afgano nacido en Irán que ha sido un apasionado de los automóviles desde su infancia. “Cuando caminaba por la calle con mi padre, pasaba por todos los autos y trataba de mirar debajo de ellos para ver el motor”, recordó el genio de la mecánica de 31 años.
Su padre Mohsen, de 60 años, también recuerda que su hijo desmontaba todos los dispositivos electrónicos que podía tener en sus manos, solo para volver a armarlos perfectamente después. “Solíamos llamarlo 'chico de las llaves', sus manos eran como herramientas: podían arreglar cualquier cosa”.
Abbas soñaba con convertirse en un ingeniero calificado, pero a los 12 años tuvo que abandonar la escuela para trabajar en el taller de sastrería de su tío y ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Se ganaba la vida de manera escasa y, a medida que la salud de su padre empeoraba, sabía que no podría satisfacer las crecientes necesidades de su familia de esa manera.
Fue solo cuando asistió a cursos en la Organización de Formación Técnica y Vocacional de Irán, con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que reconectó con su pasión por la mecánica y encontró la manera de ganarse la vida dignamente.
- Ver también: Se necesita un compromiso renovado para apoyar a las personas afganas desplazadas y a sus comunidades de acogida
Abbas era tan talentoso que pronto obtuvo una capacitación en una de las empresas automotrices más grandes de Irán, donde trabajó durante dos años, adquiriendo habilidades invaluables en el mundo real de los negocios. Aquí es donde conoció a Danial Hosseini, un iraní de 25 años que estaba completando una pasantía ahí.
“Solíamos bromear sobre quién era más hábil”, señaló Danial. “Entonces decidimos que en lugar de competir, deberíamos unir nuestras fortalezas”. Cimentaron su amistad, hasta constituir una sociedad juntos y abrir un taller de reparación de automóviles.
“Las personas refugiadas tienen el talento, la pasión y las habilidades para tener éxito y ayudar a su comunidad de acogida en el camino”, comentó Indrika Ratwatte, Director de la Oficina de ACNUR para Asia y el Pacífico, quien se reunió con Abbas y Danial en una reciente visita de una semana en Irán. “El Gobierno de Irán está y ha estado haciendo todo lo posible para ayudar a las personas refugiadas, pero el apoyo de la comunidad internacional debe fortalecerse y ampliarse para permitir que las personas refugiadas prosperen, no solo sobrevivan".
A medida que crecía la reputación de Abbas y Danial como jóvenes mecánicos de confianza en Shiraz, también lo hacía su negocio. Hoy, con el apoyo de ACNUR, el taller de reparación de automóviles se ha ampliado y emplea a 11 mecánicos, de los cuales siete son refugiados.
“Para mí es importante capacitar a los refugiados más jóvenes”.
Incluso durante la pandemia de la COVID-19, han logrado mantener el taller abierto ayudando a los clientes en la entrada y desinfectando todas las superficies antes de que lleguen al trabajo, lo que les permite a los empleados mantener sus ingresos durante la dura recesión económica que actualmente afecta a Irán.
Soleiman, de 18 años, es uno de los refugiados afganos que está aprendiendo las técnicas del oficio con Abbas y Danial. “Estoy feliz de poder mantener a mi familia con este trabajo… espero que algún día pueda abrir mi propio taller y convertirme en el mejor mecánico de la ciudad”.
“Es importante para mí capacitar a las personas refugiadas más jóvenes y brindarles las habilidades y los conocimientos que he adquirido, para que también puedan volverse independientes y autosuficientes”, compartió Abbas.
Irán alberga a casi un millón de personas afganas refugiadas, así como a unos 2 millones de indocumentadas, y a unas 600.000 titulares de pasaporte afganas. A pesar de los desafíos existentes, el gobierno de Irán ha mostrado una gran solidaridad con las personas refugiadas al brindarles acceso a servicios básicos, incluso en educación y salud.
Las personas refugiadas también tienen derecho a trabajar en Irán pero, como en muchas partes del mundo, a menudo siguen siendo uno de los segmentos más vulnerables de la sociedad. En Irán, ACNUR apoya la capacitación vocacional y las actividades de medios de vida para las personas refugiadas, lo que les permite desarrollar su confianza y adquirir habilidades comercializables. Esto, a su vez, les ayuda a mantener mejor a sus familias en el país de acogida y en su país de origen, cuando las condiciones se vuelvan propicias y deseen regresar.
“Tenemos la suerte de haber encontrado seguridad en Irán”.
Mohsen, cuya familia huyó de Sar-e-Pul en Afganistán hace 38 años, está agradecido por las oportunidades que le ha brindado Irán, pero se preocupa por el futuro de su país en esta coyuntura histórica y crítica. “Mi corazón se rompe por todos los niños que perdieron a sus padres durante los muchos años de guerra”, lamentó. “Tenemos suerte de haber encontrado seguridad en Irán, pero ¿qué pasará con las personas afganas que posiblemente tengan que huir en el futuro?”
Afganistán tiene hoy una población de casi 35 millones de personas. Millones están desplazadas dentro del país y millones más buscaron seguridad a través de las fronteras en el pasado, y la mayoría de las personas refugiadas actuales viven en Irán y Pakistán.
ACNUR también pide a la comunidad internacional que aumente el apoyo a Irán, que durante más de 40 años ha asumido la responsabilidad de acoger a personas afganas refugiadas en su territorio. Hasta ahora, ACNUR en Irán solo ha recibido el 8 por ciento de los 97,9 millones de dólares (USD) necesarios para apoyar los programas de personas refugiadas.