Los evacuados por el tifón Haiyan comparten relatos de pérdida y supervivencia
Los evacuados por el tifón Haiyan comparten relatos de pérdida y supervivencia
CEBU, Filipinas, 15 de noviembre de 2013 (ACNUR) – Jane Ilagan sabía que algo iba mal cuando probó la "lluvia salada". La tormenta que acompañó al tifón Haiyan a horas tempranas del 8 de noviembre inundó su casa con agua de mar y obligó a toda la familia a huir a un terreno más alto. Incluso allí, el agua les llegaba al pecho.
"Durante siete horas hasta que el agua bajó, tuvimos que mantener a los niños elevados para que no se empaparan. Hacía mucho frío y sus labios se estaban amoratando", cuenta esta madre de 33 años procedente de Guiuan, una municipalidad que se encuentra en la provincia central de Filipinas de Samar Oriental, donde el devastador tifón tocó tierra por primera vez.
"Todos lo que viven cerca de la costa [de Guiuan] están muertos", dice Ilagan. "Estoy simplemente feliz de estar viva". Naciones Unidas estima que 11,8 millones de personas fueron afectadas por el desastre, incluidas más de 920.000 que quedaron sin hogar. El gobierno dice que hasta el jueves se habían confirmado más de 3.600 muertes, pero el número real puede ser mayor.
Walter Alvarez casi se convierte en otra víctima mortal. Este hombre de 33 años, de Tacloban, una de las áreas más afectadas, encontró los cuerpos de su esposa, hija y suegra cuando llegó la calma tras la inundación. Dos niños todavía están desaparecidos. Él sobrevivió agarrado a un cocotero, apretándolo tan fuerte que se hizo cortes en sus brazos y piernas. Una semana después, sus heridas están sanando lentamente.
Pero su corazón aún está dolorido. "No puedo soportar el dolor y el trauma de quedarme en Tacloban" dice, al explicar por qué decidió coger hace unos días un avión militar C-130, usado para la entrega de ayuda humanitaria en Cebu.
Walter y Jane estaban en un centro de tránsito en Cebu con otras decenas de personas que habían sido evacuadas por avión desde las áreas afectadas por el tifón. En el centro son registrados y reciben comida caliente y ropa donada por la comunidad. Duermen en el edificio o afuera, en el jardín, y hacen fila para usar alguno de los dos baños disponibles.
Algunos supervivientes se la están arreglando solos, pero muchos están esperando una oportunidad para ir a la capital de Filipinas, Manila.
Jane dice que su numerosa familia dejó Guiuan porque todos los cocoteros se habían caído. Para las personas que dependen de esos árboles para tejer esteras con las que ganarse la vida, perderlos significó perder su medio de subsistencia y también el tiempo necesario para buscar en otro lugar un medio para sobrevivir.
"No tenemos dinero para ir a Manila por nuestra cuenta" dice Jane, que ha estado en el centro de tránsito de Cebu con su familia desde el último sábado. "Esperamos poder encontrar plaza en un avión humanitario con destino allí".
Walter suspira: "No sé cómo seguir yo solo. Tengo previsto ir a Manila y recomenzar mi vida. Tal vez algún día, cuando esté mejor, vuelva a Tacloban".
ACNUR está trabajando en Cebu para coordinar el suministro logístico de materiales de ayuda humanitaria para los supervivientes del tifón. Está transportando por aire ayuda de emergencia como tiendas de campaña y suministros no alimentarios para 80.000 personas. También está planeando distribuir lámparas solares para reforzar la seguridad de mujeres y niños en riesgo. Como colíder del grupo de trabajo de protección junto con el Gobierno, en el marco de la respuesta interagencial a este desastre natural, ACNUR también coordina la acción para brindar protección a los supervivientes, identificando a las personas más vulnerables y asegurando su acceso a la asistencia y servicios básicos.
Por Vivian Tan en Cebú, Filipinas