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Mujeres huyen de la violencia en sus países y encuentran protección en México

Historias

Mujeres huyen de la violencia en sus países y encuentran protección en México

Joan es de Honduras y Naomi de El Salvador. Ambas son madres y huyeron de sus países tras años de padecer violencia de género.
10 May 2024
La violencia de género es una de las principales razones por las cuales las mujeres solicitan asilo en México.

La violencia de género es una de las principales razones por las cuales las mujeres solicitan asilo en México.

Joan tiene 26 años, Naomi, 40. Joan es de Honduras y Naomi de El Salvador. Ambas son madres y huyeron de sus países tras años de padecer violencia de género. Hoy se sienten libres en México.

Joan no puede contener algunas lágrimas cuando recuerda las agresiones de su exmarido, quien, preso en una cárcel en Honduras, amagaba con hacerle daño cuando le llamaba por teléfono, sobre todo cuando se enteró que ella tenía otra pareja.

“Empezó a decir que lo iba a matar, que me iba a matar a mí o que lo iba a matar enfrente de mí para que yo quedara traumada, que yo no podía faltarle al respeto a él casándome con otro. El maltrato hacia mí era psicológico, siempre hubo insultos, mi autoestima estaba por los suelos”, comentó.

Similar a lo que experimentó Joan, la violencia que vivió Naomi le hizo entrar en una fuerte depresión. Salió de El Salvador en 2017 con sus dos hijos huyendo tanto del maltrato en casa como de las pandillas que acechaban a los niños.

“Fueron años que yo venía padeciendo esa violencia familiar y ya no pude. Dije, ‘si me quedo acá, me muero, no sé qué voy a hacer con mis hijos, tengo que buscar algo mejor para mí, tengo que pensar en mí’ y decidí salir. Fue la mejor opción salirme de mi tierra”, comentó. 

La violencia de género es una de las principales razones por las cuales las mujeres solicitan asilo en México. En 2023, más de 140 mil personas solicitaron asilo en el país, de las cuales 42 por ciento eran mujeres y 24 por ciento niñas y niños.

Ataviada en su uniforme de trabajo color gris, Joan relató que huyó con su pareja y su hijo a México cuando ya no pudo soportar las amenazas. Solicitaron asilo en Tapachula, donde permanecieron varios meses trabajando en un taller de tapicería hasta que bajó la clientela.

Joan tiene la costumbre de escribir sus metas en un cuaderno que llama agenda de vida. Anota sus metas y tacha las que ha logrado. Una de sus grandes metas era trabajar.

Joan tiene la costumbre de escribir sus metas en un cuaderno que llama agenda de vida. Anota sus metas y tacha las que ha logrado. Una de sus grandes metas era trabajar.

Embarazada de su segundo hijo, Joan se acercó a ACNUR para trasladarse a otra ciudad. A través del Programa de Integración Local, Joan y su familia fueron reubicados a Saltillo, donde su marido consiguió trabajo en una vidriería. Ella esperó para entrar al mercado laboral, pues le preocupaba el cuidado de su bebé.

“Era complicado para mí confiar en alguien para cuidar a mi hijo. Al principio no quise trabajar, pero después yo le decía a mi marido que sí quería, estoy acostumbrada a trabajar. Estar todo el tiempo en la casa fue muy agotante”, reconoció.

Al acercarse nuevamente a ACNUR, encontró trabajo en la recién inaugurada guardería Pequeños Industriales de CANACINTRA, donde también obtuvo el beneficio de que su hijo fuera admitido en ese espacio.

Naomi fue parte del segundo grupo de personas refugiadas beneficiarias del PIL. Trabajó en una fábrica, en un salón de eventos y en un centro comercial, pero optó mejor por emprender, pues quería pasar más tiempo con sus hijos, actualmente de 15 y 21 años.

Intentó vender comida salvadoreña, pero al no tener éxito, optó por emprender en la costura.

“Compré una máquina casera y puse un anuncio en la casa que decía ‘se hacen remiendos, se ponen cierres’, poco a poco fue llegando la gente. A medida que iba creciendo la demanda, había prendas que en mi máquina casera no las podía elaborar, entonces opté por ahorrar para una máquina industrial. Me creció la clientela y empecé a buscar cursos en el CECATI de corte y confección y cursos en línea”, refirió.

Naomi fue parte del segundo grupo de personas refugiadas beneficiarias del PIL. Trabajó en una fábrica, en un salón de eventos y en un centro comercial, pero optó mejor por emprender.

Naomi fue parte del segundo grupo de personas refugiadas beneficiarias del PIL. Trabajó en una fábrica, en un salón de eventos y en un centro comercial, pero optó mejor por emprender.

Naomi piensa que hay que aprovechar el tiempo y hacer muchas cosas. Ella aprendió corte y confección, a cortar el pelo y tocar la guitarra en You Tube.  Por el momento adaptó un espacio dentro de su casa para sus máquinas de coser, pero su sueño es tener un taller para confeccionar ropa de niña. Su esposo, mexicano, la ha apoyado tanto en el emprendimiento como en la vida familiar.

Joan tiene la costumbre de escribir sus metas en un cuaderno que llama agenda de vida. Anota sus metas y tacha las que ha logrado. Una de sus grandes metas era trabajar.

“Yo quería trabajar, pero también no descuidar a mis hijos. Se siente muy bien estar trabajando acá”, dijo.

Aconseja a las mujeres que pasen por situaciones de violencia, que hablen con alguien que les ayude a buscar una solución.

“Lo material se recupera, como yo lo hice, yo dejé todo, fue una decisión de un día para otro, pero dije, mi vida es más valiosa y no le voy a dar el gusto de seguirme pisoteando. Es como que decir basta ya, hay que ser valientes”, concluyó Joan.

Inicialmente, Naomi tenía la idea de llegar a Estados Unidos, pero encontró seguridad en México. Cuando llegó a Saltillo tenía mucho mucho temor, pues estaba acostumbrada a vivir con miedo, e incluso optó por evitar hablar con la gente, no decirles de dónde era.

“Lo principal eran mis hijos, protegerlos, porque yo decía, si yo falto, qué va a ser de ellos. Hoy mis hijos son libres, porque acá en México es otra vida. Salimos a comprar, vamos al parque y no estamos con el temor de que pueda llegar un pandillero. En la noche los parques están llenos de gente y en mi tierra no era así.

“Me siento libre, siento que volví a reír, que soy otra mujer. En un momento yo entré en mucha depresión en mi tierra y sentía que no valía nada. Hoy siento que volví a nacer acá en México”.