Un programa de cocina con ingredientes básicos ayuda a refugiados en Argelia en medio de la crisis alimentaria
Un programa de cocina con ingredientes básicos ayuda a refugiados en Argelia en medio de la crisis alimentaria
Las personas refugiadas saharauis llevan décadas viviendo en campamentos en la remota región desértica argelina de Tinduf. Con la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y el aumento de los costos de los alimentos y el transporte, que han hecho que los fondos humanitarios se agoten, les resulta cada vez más difícil llevar comida a la mesa.
Como muchos otros, Muna Hamid, de 35 años, lucha por encontrar alimentos que pueda pagar. “Ya no hacemos tres comidas al día”, señaló. “Como madre soltera de dos hijos, es desgarrador ver cómo mis hijos se saltan las comidas, pero no puedo comprarles verduras y frutas.
Abdel Halim Elfaki, Representante en funciones en Argelia de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, afirma que la situación se está volviendo crítica. “Las raciones de alimentos se han recortado y cada persona recibe menos de cinco kilos al mes, mientras que antes la ración solía ser de 17 kilos”, explicó, y añadió que esto significa que algunas personas refugiadas están ahora “recibiendo menos de la mitad del requisito mínimo de 2.100 calorías al día”.
Pero incluso ante esta crisis – con la subida de precios y la falta de alimentos en el mercado que agravan los recortes de las raciones – algunos en los campamentos están encontrando formas de brindar alimentos nutritivos a sus familias. Se inspiran en un inusual programa de cocina, presentado por una refugiada saharaui llamada Haha, que mezcla comidas tradicionales saharauis con nuevas recetas e ingredientes. El programa se llama Min chway nadal chi zayn, que significa: “Con pocos ingredientes hacemos comidas”.
“Mi programa de televisión es básicamente una forma de enseñar a las mujeres y a las familias a preparar alimentos nutritivos con raciones de comida reducidas”, declaró Haha, en vísperas del Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre. “Siempre explico a las personas los beneficios para la salud de las comidas que preparo”.
Haha es una de las 90.000 personas refugiadas saharauis vulnerables que viven en cinco campamentos alrededor de Tinduf. Algunos llevan ahí casi medio siglo, víctimas de una crisis prolongada y a menudo olvidada que comenzó hace más de 47 años en el Sahara Occidental; una guerra que forzó a las personas a huir en busca de seguridad. Las condiciones climáticas extremas de la región hacen que sea prácticamente imposible cultivar alimentos ahí, lo que significa que dependen casi por completo de la ayuda humanitaria y la asistencia alimentaria para su supervivencia.
“Cuando empezamos a experimentar la reducción de alimentos en los campamentos, nos preocupó la falta de productos alimenticios, especialmente de harina, que es un elemento básico en la mayoría de los alimentos que consumimos”, comentó Haha. “Entonces, decidí enseñar a preparar nuestras recetas tradicionales utilizando cebada en lugar de harina, así como usando alternativas al arroz”.
También ha recuperado la preparación del ‘zammit’, una bola de masa tradicional hecha de cebada, aceite, azúcar y agua, que se sirve con té para el desayuno.
Las recetas de Haha se basan en lo que está disponible y es asequible en los campamentos. “Al preparar las comidas, doy preferencia a las verduras disponibles que son baratas y pueden ayudar a prevenir la anemia y la desnutrición”, explicó.
¡Muchas mujeres me han dicho lo deliciosa que les resultaba la comida que preparaban en casa cuando incorporaban a sus comidas verduras que, de otro modo, nunca habrían imaginado”, añadió Haha.
Deheba, una abuela de 55 años, es fan de Haha, y gracias al programa ha encontrado nuevas formas de suministrar alimentos nutritivos esenciales a su familia dos veces al día. “La salud de mis nietos, Zahra e Ibrahim, ha sido una preocupación para mí desde el confinamiento [de COVID-19]”, comentó.
“Lo que aprendí en el programa de cocina de Haha es muy informativo y apoya el bienestar de mi familia a pesar de la escasez de alimentos que hemos estado experimentando en los campamentos”, añadió Deheba.
Tras el fin de las restricciones de la pandemia, las personas refugiadas informaron de la pérdida generalizada de ingresos, lo que les dificulta cubrir sus necesidades básicas. Entre quienes luchan por proporcionar alimentos nutritivos a sus familias se encuentra Mohamed, un viudo de 65 años y padre de seis hijos, de entre tres y 17 años, que perdió su pequeño rebaño de cabras debido a una enfermedad que afectó al ganado en los campamentos durante la pandemia.
De un refrigerador reacondicionado, llena una taza con leche de camello para alimentar a su hija de 3 años. “No tengo dinero para comprar comida para mis hijos”, señaló.
“Hoy no nos vamos a dormir con hambre”.
Durante el Ramadán, ACNUR suministró alimentos frescos y distribuyó mensualmente levadura para hornear pan, así como alimentación terapéutica destinada a niñas y niños para tratar y prevenir la desnutrición. El Programa Mundial de Alimentos está respondiendo con vales de alimentos frescos para las madres embarazadas y lactantes, así como con la canasta mensual de alimentos que se ha reducido en tamaño debido a la escasez de fondos.
Cuando la familia de Deheba se reúne por la tarde para tomar el té, la importancia de una cena sana y nutritiva está en la mente de la abuela. Piensa en qué cocinar mientras su nieta de 7 años vuelve a casa después de jugar fuera con los vecinos.
“Esta noche no estoy segura de lo que voy a cocinar para la cena, [pero] tengo algunas zanahorias, cebollas y tomates”, comentó, echando un vistazo a la cocina. “Muy bien, hoy no nos vamos a dormir con hambre”.