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Un refugiado vietnamita en Canadá convierte la huida en arte

Historias

Un refugiado vietnamita en Canadá convierte la huida en arte

Al vivir en un campamento de refugiados tailandés en 1980, Trung Pham encontró consuelo en las páginas de su cuaderno de bocetos. Hoy, en Canadá, su trabajo registra ese vuelo del peligro.
1 July 2017
Trung Pham trabaja en una de sus esculturas, un tributo a viajes similares a los suyos.

En el sótano de Trung Pham, los haces de la luz del mediodía se reflejan en los artículos de periódicos y en las fotografías que dan cuenta de su crecimiento como artista. La mayoría de los artículos han amarilleado por el paso del tiempo y las fotografías tienen una pequeña capa de polvo en los cristales. Pero los recuerdos siguen vivos, claros y marcados.


En 1980, los hermanos Trung y John se unieron a las oleadas de gente que huían de la persecución en Vietnam, escapando de Saigón de noche en una pequeña barca de madera con otras 59 personas. Dejaron atrás a sus familiares, amigos y el hogar que habían conocido toda su vida. Trung se fue sin nada salvo una cartera de cuero negro – un premio de la escuela primeria. Dentro guardaba sus bocetos y pinturas en acuarela.

"Me fui sin mi novia" dice Trung. "Todavía recuerdo las lágrimas en su cara cuando le dije que me iba. Nunca lo olvidaré".

"Todavía recuerdo las lágrimas en su cara cuando le dije que me iba".

Trung estaba entre los cerca de 800.000 vietnamitas que se hacinaron en embarcaciones para huir de la represión después de que Saigón cayera en 1975.

Su bote se dirigía a Tailandia, pero tras siete días en mares picados, comenzó a desviarse de su curso y fue interceptado por un gran barco pesquero, cuya tripulación intentó retornarlos a Vietnam. Pero, temerosos de las represalias, los pasajeros se rebelaron, tomando el mando del gran barco y continuando su viaje.

Después de alcanzar Tailandia, Trung vivió bajo el pegajoso calor de un campamento de refugiados. Cada mes recibía dinero de Long, su hermano mayor, que estaba estudiando en Japón y quería apoyar su talento creativo. "Trung es un artista", dice John. "Así que gastaba su dinero en papel, acuarelas y pinceles".

El joven pintor los usaba para documentar la vida en el campamento, esbozando sus impresiones con tinta negra en las páginas, mientras esperaba a ser reasentado en Canadá como refugiado junto con su hermano.

Ahora, 37 años después, todavía conserva esas páginas en la casa que construyó por sí mismo, rodeada de campos, cerca de Owen Sound, en el sur de Ontario.

La tranquilidad de su casa en el campo le gusta, dice. Un porche se extiende desde la parte trasera de la casa, con vistas a la superficie de arbustos, árboles y agua. En el salón, su bloc de dibujos, una reliquia de sus años en Vietnam, descansa en una caja de cristal.

La casa está lejos del campamento de refugiados tailandeses y de Toronto, donde Trung pasó sus primeros – y frenéticos – años al llegar a Canadá. Pero no importa lo lejos que esté físicamente del camino, nunca le abandona. Su escultura más reciente, un barco de madera partido con una familia de tres personas intentando escapar de las olas, es un tributo a los viajes similares al suyo. Según algunas estimaciones, solo la mitad de las familias que hicieron el viaje sobrevivieron.

Canadá le ha dado el refugio que necesitaba para centrarse en su trabajo, explica. Sus pinturas y sus esculturas se han expuesto en algunas de las instituciones más prestigiosas del país.

En homenaje al país que le recibió y le reasentó a él y a los suyos, Trung ha creado bustos de 10 famosos canadienses, incluyendo el entonces Primer Ministro Pierre Trudeau y el activista medioambiental David Suzuki.

"Cuando mueres, te entierran", dice Trung. "Pero el alma – el espíritu – está todavía vivo. Quiero hacer esculturas que se pueden contemplar; así, la gente podrá recordar cualquier día, cualquier momento. Son algo que dura para siempre".

"Quiero hacer esculturas que se pueden contemplar; así, la gente podrá recordar cualquier día, cualquier momento"

En el interior de troncos de pino del estudio de Trung, una neblina polvorienta de yeso se asienta sobre lo grandes bustos congregados alrededor de su mesa. La diversidad de sus obras muestra su pasión y su visión – un antiguo Primer Ministro canadiense descansa al lado de un general vietnamita. En el extremo más alejado de una de las filas, la madre de Trung contempla su trabajo.

La ciudad de Mississauga, cerca de Toronto, trabaja con Trung en una gran estatua para conmemorar a los muchos vietnamitas que viven ahora en la zona.

"Los jóvenes canadienses no entiende por qué nuestra gente vino a Canadá", dice Trung. "Pero ahora, esta figura-esta estatua – les mostrará el barco que condujo a los vietnamitas hacia la libertad".

Espera que su trabajo capture la tragedia, y junto a ella los sueños de las personas que huyeron de Vietnam. "Los artistas tienen un alma especial", apunta John. "Se expresan con el arte mediante el arte – esculpiendo y pintando. Esa es su vida. Y él continuará haciéndolo hasta sus últimos días".