Refugiado sirio encuentra el éxito y una socia comercial en Amán
Refugiado sirio encuentra el éxito y una socia comercial en Amán
Desde que era muy joven a Ehab le fascinaba cómo funcionaban las cosas, aunque eso supusiera sacrificar alguno de sus juguetes favoritos por el bien de su insaciable curiosidad. “Cuando era un niño solía desmontar mis juegos electrónicos solo para poder explorar lo que había en su interior”, nos cuenta.
Hoy se presenta ante un aula llena de estudiantes en una universidad de Jordania, esboza diagramas en una pantalla digital para explicar cómo los dispositivos inteligentes que vende su empresa pueden usarse de manera remota para controlar desde la calefacción de la casa hasta sistemas de riego automático.
Aunque su evolución de joven interesado por la tecnología a emprendedor tecnológico pueda parecer tan lógica como las aplicaciones informáticas que escribe, el hecho de que lo haya conseguido viviendo como refugiado sirio en Jordania da muestra de su determinación y del apoyo que ha recibido por parte de su comunidad de acogida.
Originario de Idlib, al noroeste de Siria, Ehab y su familia se encontraban residiendo temporalmente en Jordania por causa del negocio de construcción del padre cuando estalló el conflicto hace ya más de ocho años. Incapaces de regresar a Siria, se inscribieron como refugiados ante ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y se quedaron en Jordania.
Redujeron los costes al mínimo y consiguieron ahorrar dinero suficiente de la ayuda económica mensual que recibían de ACNUR para conseguir que Ehab fuera a la universidad. Tras obtener un grado en ciencia computacional, empezó a colaborar como voluntario en un laboratorio de innovación en el que enseñaba programación a otras personas refugiadas sirias, así como a locales.
“A través de estos talleres descubrí algunos de los problemas a los que se enfrentan los estudiantes durante sus estudios, como por ejemplo las dificultades para aprender programación”, nos explicó. “Así que desarrollé un kit para ayudarles a aprender desde casa. Incluye dispositivos avanzados y presentaciones de vídeo que les pueden ayudar a aprender fácilmente, paso a paso”.
El catalizador que convirtió la prometedora idea de Ehab en una empresa de nueva creación llegó desde una fuente a priori insospechada. Amani es una jordana de 22 años que no alcanzó la nota media suficiente en el bachillerato para estudiar computación, pero su determinación por aprender código la llevó hasta las clases de programación de Ehab.
“La computación es el futuro y por eso me sentí atraída por ella y quise aprender programación, pero mi nota media no fue suficiente”, nos explicó. “Ehab me ayudó a aprender a programar, algo que nunca creí que fuera posible”.
Cuando escuchó la idea de Ehab, le ayudó a desarrollar un plan de negocio. Frente al carácter tímido de Ehab, Amani es abierta y segura de sí misma, por lo que resultó un factor fundamental para conseguir financiación para su negocio; juntos fundaron Drag IOT (Internet de las cosas) y empezaron a vender sus kits de programación para alta tecnología.
“Ella creyó en mí y en mi idea”.
“Sin Amani no habría podido avanzar por este camino”, cuenta Ehab. Incapaz de registrar una empresa por su condición de refugiado sirio, la participación de Amani resultó vital desde un punto de vista jurídico. “Pero para montar un equipo de éxito no basta con superar las dificultades legales. La clave que marcó la diferencia fue el hecho de que creyera en mí y en mi idea”.
Amani procede de una sociedad tradicional, por lo que al principio su familia tuvo problemas para aceptar su decisión de aprender a programar y montar un negocio con Ehab. “Pero yo cuestioné esos puntos de vista y ahora nuestras familias se conocen y se llevan bien”, nos explicó.
Además de a su nueva socia comercial, Ehab atribuye el mérito de su éxito al apoyo que ha recibido en la ciudad que ahora llama su hogar: Amán. Jordania y su capital tienen un largo historial de acogida de personas refugiadas, ya sean palestinas, iraquíes o, más recientemente, sirias.
El país alberga en la actualidad a más de 755.000 personas refugiadas inscritas, la mayoría de las cuales procede de Siria. Además de ofrecer un lugar seguro, Jordania ha brindado a las personas refugiadas acceso a servicios como atención sanitaria y educación. Y desde 2016 ha emitido también más de 125.000 permisos de trabajo en favor de personas refugiadas sirias.
Cerca del 84% de las personas refugiadas que viven en Jordania lo hacen fuera de campamentos, por lo que Amán ha venido desempeñando un papel fundamental como ciudad de acogida y en la actualidad alberga unas 270.000 personas desplazadas.
Amán forma parte de una creciente red mundial de ayuntamientos que optan por dar la bienvenida a los refugiados y a las oportunidades que vienen con ellos. Desde São Paulo hasta Viena, estas Ciudades de Luz aportan esperanza a las personas más vulnerables al ofrecer un santuario y la oportunidad de ser parte del tejido social.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, estará en Amán el próximo 20 de junio con ocasión del Día Mundial del Refugiado de 2019. Con ocasión de esta visita, se reunirá con otras personas emprendedoras sirias que venden su mercancía en un bazar de personas refugiadas organizado por ACNUR en el centro histórico de la capital.
“Amán merece ser considerada una Ciudad de Luz”.
“En este día, estamos orgullosos de rendir homenaje a la ciudad de Amán, que ha venido acogiendo personas refugiadas desde su misma fundación”, afirmó el alcalde Youssef Al-Shawarbeh.
“Las ciudades inteligentes invierten de manera positiva en la presencia de personas refugiadas, porque ellas también pueden beneficiar a la comunidad de acogida”, añadió.
Ehab y Amani coinciden en que su experiencia demuestra todo lo que se puede lograr cuando las comunidades de acogida aceptan a las personas refugiadas. “Amán merece ser considerada una Ciudad de Luz”, dijo Ehab. “Brinda numerosas oportunidades. Todo el mundo quiere ayudarte”.
“Como jordana y sirio, nuestra colaboración representa una historia de éxito de la que otras personas también pueden aprender”, añadió Amani. “Estoy muy orgullosa de que alguien como Ehab esté consiguiendo todo esto y pueda ayudarme a mí y a otros jordanos, sin pensar que es un refugiado vulnerable. Si todo el mundo pensara del mismo modo, ¿se imagina lo maravilloso que sería el mundo?”