Una doctora de Trinidad y Tobago aprende español para ayudar a que las personas refugiadas se sientan acogidas
Una doctora de Trinidad y Tobago aprende español para ayudar a que las personas refugiadas se sientan acogidas
En aquel entonces, cuando una niña venezolana muy enferma llegó con sus padres al servicio de urgencias del Hospital de Sangre Grande, la Dra. Mathews, Médica Especialista en Urgencias, no fue capaz de hablar con ellos sobre el estado de salud de su hija y la necesidad de trasladarla urgentemente a un centro más equipado. Intentó explicarles la situación de diferentes maneras, pero los padres no podían entenderla y estaban claramente angustiados. La Dra. Matthews recuerda ese episodio como un gran reto. Finalmente, otra persona se ofreció como intérprete y la niña fue trasladada al Hospital Infantil para recibir el tratamiento que necesitaba.
Fue la primera vez que la Dra. Mathews se dio cuenta de que aprender un nuevo idioma en su país de habla inglesa se había convertido en una habilidad médica fundamental. Hasta entonces, la rutina diaria de la Dra. Mathews abarcaba el tratamiento de traumas físicos y emocionales, pero la comunicación no había sido un problema. Cuando empezaron a llegar personas refugiadas y migrantes hispanohablantes a su servicio de urgencias, se sintió impotente. Por primera vez, sus palabras no podían asistirles ni consolarles.
Habiendo trabajado durante décadas con pacientes de urgencias, comprendió lo difícil que era para las personas que se ven forzadas a huir acceder a la atención médica y comunicarse sobre sus problemas de salud en otro contexto e idioma, sobre todo cuando se trata de planteamientos de urgencia complicados.
“No entienden el procedimiento, y puede que yo no sea capaz de explicárselo a fondo; puede que se asusten aún más porque no entienden lo que estoy diciendo o lo que está pasando. Supongo que entenderían el lenguaje corporal, que estoy hablando con calma, y que el lenguaje corporal no es agresivo ni enfadado, pero aún así les daría miedo, y yo me sentiría incómoda porque no estoy segura de cuánto de lo que estoy diciendo o haciendo se está transmitiendo claramente”, explica.
Poco después del episodio con la niña venezolana, la Dra. Mathews vio un anuncio de un curso de idiomas patrocinado por ACNUR para personal médico de primera línea y se matriculó para aprender español.
“Decidí hacer el curso porque tenemos un gran número de personas refugiadas y migrantes venezolanas que vienen al servicio de urgencias, y me resultaba difícil tratar a alguien si no puedes saber cuál es exactamente el problema. Incluso aprender frases básicas nos ayudaría a comunicarnos, para no tener que estar siempre buscando un traductor o intentando usar una aplicación de traducción que puede no ser demasiado precisa”, señala la Dra. Mathews.
La Dra. Mathews asegura que el curso le ha dado más confianza al momento de tratar con pacientes hispanohablantes. Antes, tenía que buscar enfermeras que hablaran español o confiar en otra persona para que la interpretara. Hoy, con unas pocas frases, logra iniciar la conversación:
"¿Cómo te llamas?", "¿Cuál es tu fecha de nacimiento?" y "¿Dónde te duele?"
Cuando utiliza el español, la sorpresa de sus pacientes rompe rápidamente el hielo y hace que se sientan más cómodos.
“Si pudiera aconsejar a otros trabajadores de la salud a la hora de tratar con pacientes que no hablan el mismo idioma que ellos, les diría que no tienen por qué hablarlo con fluidez. Basta con que aprendan algunas frases clave que es muy probable que utilicen en su campo”.
Para ella, garantizar que todos tengan acceso a una asistencia médica de calidad –independientemente de su lugar de origen o del idioma que hable – es fundamental. El curso de idiomas enseñó a la Dra. Mathews suficiente español relevante para la medicina de urgencias. Sus pacientes sienten que ella intenta comunicarse en su idioma, lo que les hace sentirse más cómodos.
Cuenta que esto es importante por razones humanitarias, así como por cuestiones de salud pública, como la lucha contra la propagación de enfermedades infecciosas o el apoyo a una mano de obra sana.
“Son parte de un todo. Para mí es importante ser empática con todos los pacientes que acuden a mí porque es un derecho humano básico”.
En 2024, ACNUR registró en Trinidad y Tobago a más de 33.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo, procedentes de más de 41 países. El grupo más numeroso es de origen venezolano y habla principalmente español. Trinidad y Tobago tiene una política de salud para personas no nacionales que proporciona asistencia médica pública gratuita en urgencias y atención primaria.