Bangladesíes incrementan esfuerzos para ayudar a refugiados Rohingya
Bangladesíes incrementan esfuerzos para ayudar a refugiados Rohingya
MAINAR GUNA, Bangladesh – Un autobús repleto de trabajadores textiles arribó bajo la intensa lluvia tras un viaje de 22 horas desde su pueblo ubicado en el norte de Bangladesh.
En medio del barro, miles de hombres, mujeres y niños famélicos hacen fila para recibir bolsones con azúcar, galletas y arroz prensado que les entregan a través de las ventanas empañadas del autobús.
"¿Por qué estamos aquí? Para servir a la humanidad", cuenta Haji Taish Khan, a la vez que se encoje de hombros como si fuera una pregunta evidente. "Apenas vimos las noticias, supimos que teníamos que venir y ayudarlos".
Se refiere al más de medio millón de refugiados que han huido de la violencia en Myanmar. Ahora, la mayoría lucha por sobrevivir en condiciones miserables en el sudeste de Bangladesh, donde se encuentran en situación de extrema necesidad.
A medida que los voluntarios reparten miles de bolsas, Haji Khan nos cuenta cómo no solo sus compañeros de trabajo sino el pueblo entero reunió fuerzas para salvar vidas.
A través de una colecta lograron conseguir suficiente alimento y ropa para llenar dos pálets y, con el dinero restante, alquilaron el autobús y se adentraron en las sierras lluviosas del sudeste bangladesí. Allí, el padecimiento alcanza niveles inimaginables.
"Toda nuestra comunidad está involucrada . . . y seguiremos viniendo hasta que la situación se estabilice", cuenta Haji Khan. Sus compañeros, abarrotados a su alrededor en el autobús, asienten en señal de acuerdo.
En medio de la agitación de las actividades, miles de personas desnutridas esperan paradas o sentadas sobre sus talones cubiertos de barro en la fila para recibir asistencia por parte de lo que parece un sinnúmero de donantes como Haji, quienes trabajan arduamente para salvar esas vidas tan frágiles.
"Ellos lo hacen por nosotros, y nosotros dependemos de ellos", expresa Younus, un padre raquítico que abraza un bolsón repleto de alimentos altos en calorías. Su familia no tiene dónde dormir, nos cuenta, pero "al menos ahora tenemos qué comer".
Este campamento enlodado es uno de los 13 sitios oficiales del distrito Cox's Bazar para distribuir las donaciones que llegan desde distintos puntos del país. Las autoridades organizan las entregas y trabajan en conjunto con los líderes de las comunidades de refugiados para entregarles cupones canjeables a quienes más necesitan.
"Vinimos nosotros mismos para entregarlas directamente a quienes las necesitan."
Detrás se acerca un camión de carga colmado de 6 000 bolsas con donaciones. Cada una contiene arroz, lentejas, vegetales, leche de fórmula, jabón, ropa, mantas y mosquiteros. Las han traído desde la capital, Dhaka, 24 miembros de una asociación manufacturera.
"Vinimos nosotros mismos para entregarlas directamente a quienes las necesitan", explica Jalal Ahmed, quien viste una elegante camiseta deportiva y pantalones, desde el barrial.
Mientras entregan las bolsas, un soldado bangladesí hace sonar un silbato y agita un palo para que las largas filas de refugiados mantengan el orden. Entre ellos se encuentra Nesaro, una viuda delgada como una estaca, de 50 años pero que aparenta más. Su esposo murió de un disparo en Myanmar y tiene dos hijas a quienes alimentar, pero no tiene un albergue propio.
Tuyob, de 52 años y padre de seis, tiene un aspecto cadavérico. A la vez que los negociantes de Dhaka le entregan la bolsa con donaciones, cuenta: "Estoy famélico. Le doy gracias a Dios por poner a estas personas en nuestro camino. Lo es todo para mí".
La cantidad de donaciones y la importancia que ha tenido esta ayuda proveniente de donantes privados bangladesíes es evidente para Mohamed Rezual Karim, encargado de Kutupalong, uno de los dos campamentos de refugiados del país surasiático dirigidos por el gobierno. "Sin estos donantes sería un desastre", nos cuenta.
El número de refugiados en las cercanías de Kutupalong se ha triplicado a 300.000 en poco más de un mes. Karim estima con seguridad que un 90 por ciento de la asistencia proviene de donantes privados.
En apoyo al gobierno y al pueblo bangladesí, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está trabajando con sus socios para aumentar la asistencia y aliviar la peor crisis que la región ha atravesado en décadas.
ACNUR ha enviado cinco aeronaves repletas de materiales de albergue y ayuda de otro tipo, y tiene equipos en el terreno que proveen a los refugiados con miles de lonas y carpas familiares. Además, está instalando sistemas de agua potable y saneamiento y brinda asistencia adicional en la campaña de vacunación del gobierno.
"Las agencias de asistencia están trabajando de manera sistemática. Entre tanto, los donantes privados ayudan a cubrir las necesidades inmediatas", informó Shirin Aktar, una oficial de protección del ACNUR en Bangladesh, con 12 años de experiencia en los campamentos. "Lo que hacen los donantes es necesario, y muy importante", expresó.
"Estamos aquí para a ayudar a toda la humanidad."
ACNUR trabaja en conjunto con los donantes privados. No solo traen suministros a los campamentos de refugiados y las grandes ciudades que han emergido a sus alrededores, sino que su colaboración también alcanza a los refugiados que corren el riesgo de ser pasados por alto al albergarse en pequeños poblados.
Una tarde reciente, ACNUR fue testigo de tres grupos humanitarios bangladesíes que realizaron entregas en una aldea pequeña rodeada de bosques y arrozales cerca de Kutupalong, donde 101 familias hindúes fueron albergadas tras escapar la matanza y las llamas en Myanmar.
Dos grupos también brindaron su asistencia por medio de mosquiteros, colchones y almohadones, a la vez que el granjero local Mohamed Haq llevó arroz, papas y vegetales de la ciudad costera de Cox's Bazar, ubicada a unos kilómetros. "Estamos aquí para a ayudar a toda la humanidad", expresó. "Bendito sea Dios".
Por Tim Gaynor
Gracias a la Voluntaria en Línea Julieta Lavarda por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.