En Jordania, un refugiado sirio convierte desechos en tesoros
En Jordania, un refugiado sirio convierte desechos en tesoros
Abu Jihad crea balizas usando botellas de plástico; después de limpiarlas, las pinta y las pega en el suelo.
Ziyad Al-Awaji, a quien también se le conoce como Abu Jihad, despierta poco antes del amanecer para empezar su rutina diaria, que consiste en recolectar plásticos desechados y otros materiales en los vertederos de basura del campamento de refugiados de Za’atari, en Jordania.
Este sirio refugiado de 64 años ha tenido que superar diversas dificultades, entre ellas, la pérdida de su hogar y de sus medios de vida a causa de la guerra en su país. Aun así, no ha perdido ni piensa perder la esperanza; de hecho, ha decidido emprender acciones positivas en favor de su comunidad y del medio ambiente.
El arte siempre ha llamado su atención, incluso cuando era dueño y gerente de un restaurante en Dara’a, al sur de Siria. Un día por la noche vio un programa de televisión en el que explicaban cómo pulir el acero. Al día siguiente, fue al mercado a comprar acero y otros materiales, como aluminio, para empezar a pulirlos. Desde entonces, la gente lo ha buscado para trabajos de pulido. Increíblemente, aquello que empezó como un pasatiempo en Siria se ha convertido en el motor de su vida en Jordania.
Cuando llegó al campamento de Za’atari, en 2013, de inmediato empezó a construir su nuevo hogar y empezó también a crear objetos únicos usando residuos. Los pocos recursos disponibles en el campamento alimentaron su pasión por el reciclaje y la reutilización; por tanto, sabe cómo dar un nuevo uso a objetos viejos y cómo convertir los desechos en algo hermoso y útil.
Todo puede usarse nuevamente.
“Reutilizo todo lo que llega a mis manos, pues me gusta darle una nueva vida a los objetos que consideramos desechos. Todo puede usarse nuevamente”, recalcó.
Le gustaría abrir un restaurante en Za’atari, pero también sueña con volver a Dara’a algún día para reconstruir su hogar y reunir a sus doce hijos y a su familia extendida en un mismo sitio. Como experimentaron muchas otras personas refugiadas, la familia de Abu Jihad está dispersa en Siria, Jordania y Alemania.
Hasta que vuelvan a encontrarse, pasa los días recolectando diversos materiales, como botellas y bolsas de plástico, y los convierte en objetos únicos, como floreros, lámparas, molinos de café, depósitos de agua de lluvia, sillas, mesas, entre otros. Su taller, que se encuentra en una estrecha esquina del alojamiento en el que vive con su esposa y siete de sus hijos, está lleno de una variedad de herramientas y materiales. Estando ahí, las manos de Abu Jihad están siempre ocupadas, cortando, moldeando o pegando.
“La iniciativa de Abu Jihad es un gran ejemplo de cómo las personas refugiadas pueden tener un impacto positivo en sus comunidades y en el medio ambiente”, comentó Suhair Thyabat, punto focal para la sostenibilidad ambiental de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Jordania. “Se requieren más enfoques tan innovadores como este para reducir la contaminación y la presencia de desechos”.
Considerando que ACNUR ha registrado alrededor de 740.000 personas refugiadas en Jordania, el país enfrenta otros desafíos ambientales debido a la alta demanda y a la presión sobre la infraestructura. Innovadoras iniciativas con respecto a la gestión de residuos, como el reciclaje y el reúso, pueden marcar una diferencia significativa en la reducción del impacto ambiental y la mejora de la sostenibilidad.
Mientras el mundo se enfrenta a los devastadores efectos de la polución por plástico, la pasión de Abu Jihad por el reciclaje es un ejemplo del poder que tienen las acciones individuales para cambiar las condiciones actuales.
“Mi deseo es mostrar que aquello que se considera residuo o desecho puede convertirse en algo hermoso”, indicó. “Es así como contribuyo al cuidado del medio ambiente”.
