La crudeza del invierno hace aún más dura la vida para los refugiados
La crudeza del invierno hace aún más dura la vida para los refugiados
PRESEVO, Serbia, 21 de enero de 2016 (ACNUR/UNHCR) – Las duras temperaturas invernales y las condiciones meteorológicas asociadas, como grandes nevadas, están dificultando aún más la vida de los refugiados que luchan por superar los obstáculos que se encuentran a lo largo del sur y del este de la península de los Balcanes, Turquía, la zona este del Mediterráneo y Oriente Medio.
La temperatura en el sur de Serbia ha descendido a -15°C en los últimos días. Los refugiados que llegan desde Macedonia ahora deben caminar por la nieve durante más de dos kilómetros a través de los campos congelados que bordean la zona fronteriza.
El miércoles, en las afueras de la isla griega de Lesbos (azotada por vientos gélidos, las nevadas en el norte y el hielo en el sur) un niño de apenas tres años y una mujer de 43 años habrían muerto por hipotermia en dos incidentes separados, a pesar de los esfuerzos de la guardia costera griega y de los voluntarios por salvar sus vidas. Ambos cayeron al agua desde los botes de los traficantes que aún están transportando una cifra alarmantemente alta de personas a través del mar Egeo desde Turquía.
Croacia también ha tenido temperaturas por debajo de los -12°C por las noches. Como respuesta, la policía ha reducido el tiempo de espera en el centro de recepción y tránsito invernal de Slavonski Brod, desembarcando a los refugiados que llegan en los trenes vagón por vagón. ACNUR mientras tanto ha estado distribuyendo ropa de invierno y mantas tras el registro y ofreciendo bebidas calientes a los entumecidos refugiados.
ACNUR también ha ofrecido apoyo al gobierno proporcionando un refugio adecuado para el invierno mediante tres grandes carpas con calefaccion en el Centro de Recepción y Tránsito Invernal con capacidad para albergar hasta 1.500 personas. Las autoridades y otros socios también proporcionan alojamiento acondicionado para otras 3.500 personas.
La mayoría de los refugiados no están abrigados de manera adecuada para este tiempo, carecen de calzado de invierno y muchos padecen ya problemas de salud a causa del frío que han tenido que soportar en otras zonas.
Mientras tanto, en el valle de Bekaa en el Líbano, donde cerca de 148.000 refugiados sirios viven en unos 3.000 asentamientos informales, se espera que las temperaturas desciendan por debajo de los -7°C en los próximos días, con nevadas ocasionales.
Para proteger a los refugiados, muchos de ellos familias con niños pequeños, ACNUR ha aislado térmicamente e impermeabilizado las tiendas de campaña y otros tipos de alojamiento, y ha instalado sistemas de drenaje para minimizar las inundaciones cuando se derrita la nieve. Igualmente, ACNUR ha distribuido planchas de contrachapado y madera para reforzar las improvisadas viviendas de los refugiados y protegerlas así de las rachas de viento, la nieve y las lluvias.
Adicionalmente, ACNUR y sus socios han distribuido dinero en efectivo entre los refugiados para que puedan comprar materiales indispensables como combustible para la calefacción y ropas de abrigo.
"Con la ayuda para soportar el invierno, mi esposo pudo comprar algo de combustible para la estufa y yo compré ropa de abrigo para mis cinco hijos", decía Watfa, una madre siria que está sobrellevando su segundo invierno en una de las zonas más frías del Líbano. "Con la ayuda alimenticia, pude almacenar algunos productos de primera necesidad como arroz y judías, por si nieva y quedamos atrapados durante unos cuantos días".
De vuelta en Serbia, ACNUR está facilitando autobuses que llevan a las personas desde la frontera con Macedonia hasta el centro de recepción en Presevo.
Sin embargo, una vez allí muchos refugiados eligen realizar otro viaje de 12 horas en tren hacia la ciudad de Sid en la frontera con Croacia. Antes de subirse a los trenes, los refugiados esperan a veces durante horas a la intemperie.
No hay lugares para que las madres alimenten a sus hijos y las numerosas capas de mantas no consiguen protegerles del frío. Para cuando finalmente llega el tren y las personas se apresuran para subir a bordo, muchos casi no pueden moverse a causa del frío.
"¿Realmente cree que emprenderíamos este peligroso viaje, congelándonos aquí fuera, si estuviéramos seguros en Siria?", preguntaba Mahmoud, uno de los viajeros. Junto a su esposa y sus dos hijos, uno de cuatro años y otro de cuatro meses, han estado esperando de pie durante más de tres horas en una plataforma cubierta de hielo y nieve en la estación de tren de Presevo.
ACNUR trabaja día y noche para proporcionar una primera asistencia y garantizar que los refugiados, especialmente las familias con niños pequeños, sean acomodados en unidades de vivienda para refugiados con calefacción tan pronto como sea posible, y que las personas con problemas de salud graves sean llevadas a un hospital.
En el centro de recepción en Presevo, ACNUR y sus socios, junto con las autoridades, proporcionan a los refugiados comida, té caliente, ropa de abrigo, mantas y otros artículos, además de asistencia médica. Hay duchas con agua caliente y cuartos para cambiarse de ropa, lugares especiales para los niños con juguetes y cuartos para mujeres con bebés.
También se dispone de áreas con calefacción para pasar la noche. Sin embargo, solo aquellos que llegan muy tarde por la noche o las familias que se han quedado sin ahorros, escogen quedarse atrás.
Ali, un hombre de un poco más de cuarenta años, está junto a otras 300 personas esperando la llegada del tren. Dejó Alepo en Siria y cruzó el mar con su mujer y sus nueve hijos unas pocas semanas atrás. "Sólo podíamos escoger entre morir en nuestra ciudad natal o emprender esta ruta y arriesgarnos a morir en el mar", explicaba Ali, envuelto en una manta.
Puedes acceder a más información sobre esta crisis en el portal especial de ACNUR sobre la situación en Oriente Medio.
Por Liene Veide en Serbia y Tatiana Audi en el Líbano