Los refugiados malienses aún son cautelosos sobre su retorno a pesar del acuerdo de paz
Los refugiados malienses aún son cautelosos sobre su retorno a pesar del acuerdo de paz
CAMPO DE MBERA, Mauritania – Cuando hace unas semanas, pese al acuerdo de paz alcanzado hace un año, un grupo de insurgentes hostigaron a pastores nómadas en un pueblo vecino en el norte de Malí, Sow, padre de cuatro niños, hizo las maletas y huyó.
"Oí que la comunidad peul había sido el objeto de ataques en un pueblo cercano al nuestro y decidí huir", cuenta Sow, quien se refugió en este campo de Mauritania. Sow piensa que otros harán lo mismo.
Un año después de que el Acuerdo de Paz y Reconciliación en Malí fuera firmado en Argel – bajo el auspicio de Naciones Unidas – unos 130.000 malienses que huyeron del conflicto en su país siguen viviendo en el exilio, principalmente en Burkina Faso, Mauritania y Níger.
En el extremo sureste de Mauritania, a pocos kilómetros de la frontera con Malí, el campo de Mbera alberga a 42.000 refugiados malienses. Muchos proceden de las ciudades norteñas de Tombuctú y Léré, donde la situación sigue siendo inestable debido a los frecuentes enfrentamientos entre grupos armados, delincuencia y ataques cometidos por insurgentes.
A pesar del acuerdo de paz de 2015, que puso fin a décadas de levantamientos en el desierto del norte de Malí, las tensiones en la región siguen provocando nuevos flujos de refugiados hacia Mauritania. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha registrado más de 500 nuevas
"La inseguridad que me hizo huir sigue estando allí."
Sow se encuentra entre las más de 70 personas que hace poco llegaron desde las comunidades peul de Nampala y Diaoura. No es el único con este tipo de preocupaciones. Al igual que otros refugiados en el campo, Mamadou, líder religioso y profesor, utiliza la palabra "miedo" para explicar por qué se fue de Malí.
"La inseguridad que me hizo huir sigue estando allí" explica el "marabout", quien instruye a 10 estudiantes de entre 6 y 11 años sobre el Corán. "Si la situación de seguridad en el norte de Malí vuelve a ser la que era antes de la guerra, entonces regresaré", añade.
Menciona que otro factor importante para no volver todavía es la falta de oportunidades de generación de ingresos en el norte de Malí, devastado por la guerra. "La gente que ha regresado no ha encontrado trabajo," dice Mamadou.
La prioridad para ACNUR es la protección de los refugiados. El 16 de junio, el Gobierno de Malí y Mauritania firmaron un Acuerdo Tripartito con ACNUR. El acuerdo proporciona un marco legal para proteger a los refugiados que deciden retornar a Malí, así como a aquellos que deseen quedarse en Mauritania.
Mientras que muchos son prudentes en cuanto a un posible retorno, un número creciente ha decidido que ya es hora de volver a casa. Entre diciembre de 2015 y junio de 2016, ACNUR ayudó a unos 2.000 refugiados a volver a Malí, mientras que en el mismo periodo del año anterior no llegaron a cinco quienes decidieron regresar.
Lamine se encuentra entre los que planean volver. Aunque dice que su familia vive "muy bien y de forma segura" en Mbera, tras tres años en el campamento, está convencido de que ya es hora de volver a casa. Durante las visitas de "reconocimiento" a Malí, descubrió que su casa había sido destruida y que les habían robado puertas, ventanas y otros objetos, mientras que el resto de elementos de la casa habían quedado dañados por el duro clima.
"Vamos a regresar para reconstruirla" afirma. Si las condiciones de seguridad en las zonas de retorno se deteriorasen de nuevo, también consideraría la posibilidad de volver al campo de Mbera, dice.
"Hay barricadas en las carreteras y gente armada que viene a robarte."
Entre los que ya han regresado a Malí tras un largo exilio en el campo de Mbera se encuentra Ahmed, de 18 años, quien volvió a la zona de Tombuctú en marzo de 2016 y se encontró con su casa destruida. Este joven identifica la delincuencia y la falta de infraestructuras básicas en los pequeños pueblos como las principales dificultades para el retorno.
"Hay barricadas en las carreteras y gente armada que viene a robarte" explica. "No hay acceso a la educación en los pueblos pequeños, ya que los profesores tienen miedo de viajar hasta allí todas las mañanas" añade.
A Sow, Mamadou y otros refugiados en Mauritania les preocupa el hecho de que puedan pasar varios años hasta que el norte de Malí se estabilice y que se reconstruyan infraestructuras básicas como pozos y hospitales.
*Nombres cambiados por razones de protección.