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Pastores se enfrentan a una vida en el limbo en Côte d'Ivoire

Historias

Pastores se enfrentan a una vida en el limbo en Côte d'Ivoire

La comunidad Fula son pastores que han vivido por mucho tiempo en el país, pero la gran mayoría está en riesgo de apatridia.
9 May 2019
Aminata Sidibé, la matriarca de una familia de cuatro generaciones de 45 personas, se sienta para un retrato en Kong, Costa de Marfil.

En el calor de la tarde, una abuela se inclina hacia delante en la habitación oscura.

“Aquí las personas me ven como foránea. No es para nada bueno pero, ¿qué puedo hacer?”

Aminata Sidbé calcula su edad con base en sus años de casada y la independencia de Côte d'Ivoire. Ambas se dieron en 1960. Ella cree que tenía 15 años para ese entonces, lo que le daría 74 años para ahora. Pero ella podría ser mayor.

Ella no sabe exactamente cuántos años tiene pero sí está segura de que, como diría ella, “Nací aquí, me casé aquí, mis hijos nacieron aquí, al igual que mis nietos y mis bisnietos”.

“Aquí las personas me ven como foránea. No es para nada bueno pero, ¿qué puedo hacer?”

Aminata Sidbé y su familia son Fulas, un grupo étnico de pastores que se ha extendido por una docena de países africanos. A pesar de ser la matriarca de una familia extendida con 45 miembros con raíces en Côte d'Ivoire, en los ojos del país en el que está, ella y su familia son extranjeros.

El problema de su familia es que Côte d'Ivoire solo otorga la nacionalidad por consanguinidad, por lo menos uno de los padres debe ser nacional de Côte d'Ivoire. No es suficiente haber nacido en el país. Oficialmente, Aminata y el resto de su familia es ‘Burkinabé’, descendientes de personas del vecino país de Burkina Faso, una distinción que los pone en riesgo de apatridia. Esto resulta del hecho de que, después de muchas generaciones fuera del país, Burkina Faso podría no reconocerlos como ciudadanos.

“No tenemos un lugar aquí”, dice Seydou Tall, el hijo de Animata de 56 años, quien nació en Côte d'Ivoire y tiene su certificado de nacimiento. Él es dueños de un rebaño. “Yo no quiero un documento consular que diga que soy de Burkina Faso. Porque no lo soy. Quiero tener la nacionalidad de mi país”.

A nivel mundial hay millones de personas sin una nacionalidad. Ellas se enfrentan a una vida llena de injusticias e impedimentos que les bloquean el acceso a los derechos básicos como la educación, la salud, el empleo y la libertad de movimiento.

En Côte d'Ivoire, la cantidad de personas como la Fula sin documentos y en riesgo de apatridia es preocupante. Côte d'Ivoire evaluó a su población apátrida en casi 700.000 a fines de 2017. Sin embargo, se espera que un esfuerzo exhaustivo de mapeo actualmente en curso produzca un número más exacto y mucho más alto de personas que sean apátridas o corran el riesgo de ser apátridas.

Seydou dice que, sin la nacionalidad marfileña, los miembros de su familia no pueden encontrar buenos empleos. Al no contar con certificados de nacionalidad, ellos no pueden aplicar a empleos formales, abrir cuentas bancarias o conseguir licencias de manejo.

Son pastores que crían ganado, pero no tienen derecho a comprar una propiedad. El derecho de su familia a su terreno depende de un acuerdo privado con el dueño anterior que no les otorga ningún derecho legal.

Para la familia, el camino a la ciudadanía es largo. Monique Saraka, la secretaria general de la Asociación de Mujeres Juristas Marfileñas, visitó la pequeña ciudad para darle consejería a la familia en relación con su condición.

“Muchas personas Fula no tienen educación formal, y ellas temen acercarse a las autoridades”, dice ella. “Muchos ni siquiera tienen certificados de nacimiento”.

Saraka dique que, desafortunadamente, su camino para obtener la nacionalidad es bastante estrecho, ellos tendrían que aplicar para la naturalización.

“Es un proceso largo y lento”, dice ella. “Las personas que la solicitan pueden esperar 10 años o incluso más. Además de eso, está el costo. Así que las personas, particularmente en las zonas rurales, se desalientan al ver todo el panorama. Prefieren no molestarse”.

Su asociación, con el apoyo del ANCUR, ha llevado una campaña desde 2015 para cambiar el sistema. Su primer objetivo es facilitar el acceso a documentos básicos, como certificados de nacimiento. El gobierno está a punto de poner en vigor una ley que libere el proceso por un año.

Aliviar los obstáculos para obtener la nacionalidad marfileña llevará una campaña mucho más larga. Una ley de Côte d'Ivoire que facilitaba la naturalización expiró en 2016.

“Esperamos que esta ley se vuelva a introducir y se agregue a la ley de nacionalidad. Estas personas han estado aquí durante cuatro generaciones”, dice Saraka. “Es difícil imaginar que tengan otra nacionalidad que la marfileña”.

“Estas personas han estado aquí durante cuatro generaciones... Es difícil imaginar que tengan otra nacionalidad que la marfileña”.

La buena noticia es que, con la excepción de Aminata que perdió sus papeles después de la muerte de su esposo, todas las generaciones de su familia tienen certificados de nacimiento. Si bien su búsqueda por la ciudadanía continúa, los niños más pequeños pueden por lo menos asistir a la escuela, e imaginar un futuro con los beneficios que la nacionalidad traería.

“Me gusta la historia, me gusta aprender sobre el pasado”, dice Boukary, de 15 años, que ha estado yendo a la escuela durante cinco años. “Me gustaría ser policía. Quiero hablar con la gente y separar lo bueno de lo malo”.

Adiba y Aisha tienen 13 y 12 años respectivamente, y ambos dicen que quieren ser maestros. Sin embargo, sin los documentos de nacionalidad, no pueden continuar más allá de la escuela secundaria.

En su habitación, Aminata, la matriarca, parece resignada a su estado actual pero muestra algo de esperanza.

“Dejo las decisiones sobre los papeles a mis hijos”, dice ella. “La gente puede decir lo que quiere, nunca me han amenazado. Incluso si dicen que soy extranjera, los perdono. Es la voluntad de Dios”.