"Siempre he sentido que debo ser un trabajador humanitario"
"Siempre he sentido que debo ser un trabajador humanitario"
Nombre: Adem Shaqiri, 41 años, de la Antigua República Yugoslava de Macedonia.
Puesto: Oficial en el terreno, Yemen, encargado de proporcionar protección y asistencia a las personas desplazadas internas o PDI, en seis gobernaciones.
Años en el ACNUR: 10, trabajando en Darfur Occidental / Sudán, Libia, Líbano, Jordania, y en la sede en Ginebra, Suiza.
¿Por qué se convirtió en un trabajador humanitario?
Soy de la Antigua República Yugoslava de Macedonia y durante el conflicto de Kosovo presencié de primera mano lo que es ser desplazado o refugiado. Había autobuses que llegaban a mi pueblo uno tras otro, todos los días durante semanas. Trajeron a mujeres, niños y ancianos sin nada, sólo unas cuantas bolsas con su ropa, todo lo que pudieron agarrar cuando dejaron Kosovo. Mucha gente del pueblo, mis amigos y yo, distribuíamos comida y agua cuando llegaron los autobuses. La idea de ser un trabajador humanitario llegó en ese momento, el momento en que entregas algo a una persona que lo necesita. Ves su cara, la satisfacción. Desde entonces siempre he sentido que debo ser un trabajador humanitario.
¿Lo más gratificante / desafiante de su trabajo?
Hace tres meses fui a Mokha. Estábamos respondiendo a la situación de los desplazados internos que estaban literalmente viviendo bajo los árboles en el calor. Puedes ver las caras de las personas cuando reciben ayuda, incluso si es sólo un colchón y una sábana, porque literalmente no tienen nada. Pero el desafío es que nunca es suficiente. El número de personas necesitadas es demasiado alto. Hay más de dos millones de personas desplazadas. La parte más difícil es que no les puedes ayudar a todos ellos. Cuando hay dos familias en necesidad, tienes que elegir la que es más vulnerable.
¿Cuál fue el mejor día que tuviste en el trabajo?
En 2012 estuve en Tobruk, Libia. Los refugiados de Siria llegaban a la frontera, y yo estaba allí para abordar temas de acceso. Los agentes me dijeron que había 16 niños no acompañados, todos entre 12 y 16 años, que estaban completamente solos. Cuando ves a niños en dificultad, siempre lo relacionas con tus propios hijos. Soy muy sensible a eso. Nos las arreglamos para conseguir que todos estos niños llegaran a Trípoli en unos días, y luego los reunimos con sus familias. Ese fue uno de los días más felices que he tenido con el ACNUR. Cuando volvieron a ver a sus parientes, estaban muy felices.
¿Cuál fue tu peor día en el trabajo?
Mi peor día fue trabajando en uno de mis antiguos lugares de trabajo. Agentes de seguridad nacional habían arrestado a un desplazado de 15 años de edad que había robado una oveja para alimentar a su familia. Lo habían golpeado tan fuerte durante tres o cuatro días que tenía sangrado interno. Cuando supe del caso, estaba en el hospital local. Inmediatamente fui con los funcionarios del gobierno local para tratar de que el niño fuera transportado a otro hospital en la capital para poder recibir el tratamiento adecuado. Pero el oficial de seguridad nacional amenazó a los médicos y les ordenó que no lo liberaran, a pesar de que el ACNUR había pagado por el transporte. Intenté sacar a este chico de ese hospital por dos días, y al final, el niño murió por el sangrado interno. Si hubiera salido del hospital, su vida se hubiera podido salvar. Todavía recuerdo ese chico. Cuando hablo de él, lloro. Pero son situaciones como esta que te impulsan, y te hacen más decidido a hacer tu trabajo.
La Agencia de la ONU para los Refugiados trabaja en 130 países ayudando a hombres, mujeres y niños desarraigados de sus hogares por guerras y persecución. Nuestra sede está en Ginebra, pero la mayor parte de nuestro personal está basado en el campamento, ayudando a los refugiados. Este perfil es el primero de una serie destacando nuestro personal y su trabajo.