"Siento que he vuelto a nacer": la ciudadanía trae nuevas esperanzas a minoría apátrida en Kenia
"Siento que he vuelto a nacer": la ciudadanía trae nuevas esperanzas a minoría apátrida en Kenia
KILIFI, Kenya – Los turistas que visitan las zonas costeras de Kwale y Kilifi en Kenia a menudo vuelven a casa con elaboradas figuras talladas en ébano. Muchos de los talentosos artesanos que tallan y venden estos souvenirs pertenecen a la etnia Makonde, un grupo de población que hasta hace poco era apátrida y cuyos miembros quedaban por ello privados de acceso a un empleo formal.
"Fuimos los primeros tallistas en vender en la playa, pero venían a arrestarnos, diciendo que no teníamos licencia para acceder al área", narró Thomas Nguli, líder de la comunidad Makonde, de 60 años. "¡Era una playa pública! Aun así, pagamos a intermediarios que nos daban permisos, pero luego iban corriendo a llamar a la policía, que venía a confiscar nuestras escasas ganancias".
Los Makonde llegaron a Kenia desde el norte de Mozambique como trabajadores durante el período colonial británico y, posteriormente, como descendientes de combatientes por la libertad exiliados y refugiados durante la guerra civil mozambiqueña. Pero, a pesar de que muchas familias Makonde vivían en Kenia desde antes de que obtuviera su independencia en 1963, no fueron reconocidas con la ciudadanía. Sin identificaciones nacionales, no solo ganarse la vida era ya de por sí un triunfo, sino que no podían viajar, tener propiedades u obtener certificados de nacimiento y matrimonio. Su apatridia pasó de una generación a la siguiente y los niños Makonde no podían graduarse en la escuela ni acceder a becas.
"Uno de mis maestros en la escuela me señaló un día y comento a la clase que yo era makonde . . . Después, se burlaban de mí.
La falta de documentación hizo que los Makonde fueran vulnerables a la discriminación y al hostigamiento constante de las autoridades. Thomas recordó a un líder político que decía públicamente que los Makonde eran caníbales. "Después de eso, ¿qué esperanza teníamos?", lamentó.
Las actitudes discriminatorias se trasladaron a las aulas. "Uno de mis maestros en la escuela me señaló un día y comento a la clase que yo era makonde", recordó Tina Eric, de 22 años. "Esos son los que comen serpientes", dijo. "Después, se burlaban de mí. Incluso aquellos que pensé eran mis amigos no acabaron de aceptarme del todo".
Después de décadas de cabildeo, el futuro de los Makonde y otros grupos minoritarios apátridas en Kenia mejoró en 2015, cuando el presidente Uhuru Kenyatta formó un grupo de trabajo interdepartamental para analizar el tema. Con apoyo de ACNUR, el grupo reunió testimonios y estudios de casos de los Makonde y otros grupos apátridas, y finalmente emitió un informe con la recomendación de que fueran registrados y se les otorgara la ciudadanía.
Pero la implementación de estas recomendaciones se desarrollaba de manera frustrantemente lenta, por lo que en octubre de 2016 cientos de Makonde marcharon de Kwale a Nairobi para defender su caso ante el propio Presidente. Kenyatta respondió emitiendo una directiva para dar pleno efecto a las disposiciones de la Ley de Ciudadanía e Inmigración de 2011 que otorga a las personas que residen en el país desde su independencia el derecho a registrarse como nacionales de Kenia.
Requisitos complejos o costosos, como mostrar evidencia de haber vivido continuamente en Kenia desde 1963, o el pago de una tarifa de solicitud por valor de 2.000 chelines de Kenia (20 doláres) no se aplican a los Makonde. Además, Kenyatta reconoció oficialmente a los Makonde como la 43ª tribu de Kenia.
Un año más tarde, 1.500 Makonde han obtenido la ciudadanía, 2.000 Makonde nacidos en Kenia han recibido certificados de nacimiento y 1.200 identificaciones nacionales. Entre ellos está Amina Kassim, de 51 años, que antes se ganaba la vida vendiendo bollos y otros artículos pequeños porque no podía obtener un préstamo o un permiso para comenzar un negocio propio. "Desde que obtuve una tarjeta de identificación, mi vida ha cambiado", se alegró.
"Siento que he vuelto a nacer. Ahora estoy libre"
Tina Eric también tiene esperanzas de futuro: encontrará un buen trabajo y ayudará a "construir la nación" a la que ahora pertenece. Para su hermano menor, obtener una tarjeta de identificación nacional ha significado la oportunidad de postularse a una beca para aprender medicina.
El reconocimiento de los Makonde por parte del gobierno abre la puerta a un cambio para otros grupos étnicos minoritarios en Kenia que siguen siendo apátridas. Muchos de ellos, como la comunidad Pemba, que también vive en la costa sur de Kenia, son elegibles para obtener la ciudadanía según las disposiciones de la Ley de Ciudadanía e Inmigración, pero carecen de pruebas para demostrar que llegaron al país antes de la independencia o nacieron allí. La falta de capacidad también ha hecho que el gobierno avance con lentitud en el proceso de registro, incluso el de quienes pueden presentar pruebas de residencia.
Los Pemba llegaron de la isla tanzana del mismo nombre en la década de 1930, y en una segunda oleada en la década de 1960. Muchos se ganan la vida pescando, pero su apatridia evita que puedan obtener licencias de pesca o préstamos para comprar barcos, así que deben pescar cerca de la costa, donde la captura es escasa.
"El mayor problema es la pobreza causada por mi apatridia", dijo Shaame Hamisi, de 55 años, líder de la comunidad pemba, pescador y padre de 13 hijos, . "Me siento menospreciado y deshonrado por la situación en la que estoy".
Junto con ONG locales y ACNUR, 3.500 miembros de la comunidad pemba están movilizándose para alentar al gobierno a reconocerlos como ciudadanos de Kenia. El gobierno ha mostrado su voluntad de abordar el problema extendiendo hasta agosto de 2019 el plazo por el cual las personas apátridas que viven en el país desde la independencia pueden registrarse para obtener la nacionalidad.
Los makonde y los pemba son solo dos de los grupos minoritarios apátridas destacados en el nuevo informe que publicó ACNUR el 3 de noviembre para conmemorar el tercer aniversario de la campaña #IBelong, que busca terminar con la apatridia.