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Un activista por la educación de las personas refugiadas recibe el Premio Nansen de 2023

Historias

Un activista por la educación de las personas refugiadas recibe el Premio Nansen de 2023

En una ceremonia que tuvo lugar el miércoles en Ginebra, se rindió homenaje a Abdullahi Mire por generar oportunidades, echando mano del poder de la educación, para personas jóvenes refugiadas en Kenia.
13 December 2023
Un hombre somalí, que usa anteojos y viste un traje tradicional, sonríe mostrando la medalla que recibió por haber sido electo ganador global del Premio Nansen

Abdullahi Mire, ganador del Premio Nansen para los Refugiados de 2023, recibió el galardón en una ceremonia en Ginebra.

Abdullahi Mire, periodista y antiguo refugiado, se ha dedicado a garantizar que la juventud refugiada tenga la posibilidad de transformar su vida mediante la educación. Hoy por la noche recibió el Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR de 2023 en una ceremonia especial que se llevó a cabo en paralelo al Foro Mundial sobre los Refugiados.

 

Abdullahi Mire, periodista y antiguo refugiado, se ha dedicado a garantizar que la juventud refugiada tenga la posibilidad de transformar su vida mediante la educación. Hoy por la noche recibió el Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR de 2023 en una ceremonia especial que se llevó a cabo en paralelo al Foro Mundial sobre los Refugiados.

Por conducto del Centro Educativo para la Juventud Refugiada, una organización que él mismo fundó, Abdullahi Mire, de 36 años, ha generado importantes oportunidades de aprendizaje para decenas de miles de niñas, niños y jóvenes en el campamento de refugiados de Dadaab, en Kenia. Desde 2017, este centro educativo ha construido tres bibliotecas en los campamentos; en ellas, niñas y niños pueden estudiar con tranquilidad. Además, Abdullahi Mire y las personas voluntarias con las que colabora han recopilado 100.000 libros y los han distribuido a niñas, niños y adolescentes en Dadaab.

El propio Abdullahi Mire creció en Dadaab luego de haber huido de Somalia, junto a su familia, cuando tenía trece años. No tardó en comprender que la educación es esencial para llevar una vida fuera de los campamentos. Con el inquebrantable apoyo de su madre, terminó el bachillerato y concluyó el grado en periodismo y relaciones públicas. Sin embargo, no optó por una trayectoria lucrativa, sino que se propuso ayudar a otras personas jóvenes refugiadas a desarrollar su potencial.

De hecho, recibió el premio diciendo que lo hacía “en nombre de toda la niñez y la juventud refugiadas, pues lo que más desean es prosperar”.

“Con la educación adquirí conocimientos, que, a su vez, me dieron el poder y la capacidad de tomar decisiones con respecto a mi propio futuro”, compartió. “Ahora, con mi trabajo busco que cada niña o niño desplazado por conflictos, por los estragos del cambio climático o por algún desastre socioambiental tenga las mismas oportunidades”.

Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, indicó que Abdullahi Mire es “una persona que ha resignificado los libros como una muestra de solidaridad y una llama de esperanza para su comunidad”.

“Fue reasentado de Kenia, donde vivió como refugiado, a Noruega, país que le ofreció otras oportunidades. Sin embargo, en lugar de ser un refugiado en Noruega, decidió volver a Kenia para ayudar a sus hermanas y hermanos, es decir, a otras personas refugiadas”.

Durante la ceremonia, que se llevó a cabo en el centro de convenciones de Palexpo y cuya maestra de ceremonia fue la periodista y conductora de NBC, Ann Curry, también se homenajeó a cuatro ganadores regionales. Elizabeth Moreno Barco, la ganadora para las Américas, fue galardonada por defender a las comunidades afectadas por el conflicto armado en Colombia. Por su parte, Asia Al-Mashreqi, la ganadora para Medio Oriente y el Norte de África, recibió el premio por liderar la Fundación para el Desarrollo Sostenible, una de las organizaciones no gubernamentales de mayor alcance en Yemen, que ha brindado asistencia humanitaria a casi dos millones de personas, incluidos refugiados y desplazados internos.

En Europa, el premio fue otorgado a Lena Grochowska y Władysław Grochowski, una pareja polaca que con su fundación ha ofrecido albergue y apoyo práctico a miles de personas refugiadas que han llegado a Polonia desde que estalló la guerra a gran escala en Ucrania, en febrero de 2022.

Por último, cuatro cronistas rohingya – Abdullah Habib, Shahida Win, Sahat Zia Hero y Salim Khan – recibieron el premio para Asia y el Pacífico por emplear la fotografía, la poesía, el periodismo y el diseño audiovisual para documentar las vivencias, las voces y los anhelos de las personas rohingyas refugiadas y apátridas en los campamentos en Bangladesh.

La ceremonia inició con la participación artística de Lous and the Yakuza, cuyo nombre real es Marie-Pierra Kakoma. Esta innovadora artista de ascendencia rwandesa y congoleña que vive en Bélgica interpretó una canción que escribió específicamente para el evento y para los ganadores del Premio Nansen.

Al escenario también subió Miyavi, músico y actor japonés, así como Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, quien interpretó dos de sus piezas más populares. La ceremonia concluyó con la participación artística de Ricky Kej, músico y compositor indio que, además de ser Colaborador de Alto Perfil de ACNUR, es ganador del Premio Grammy. Fue conmovedora la interpretación que Ricky Kej hizo de su canción Shine the Light (Que brille la luz), la cual fue producida en colaboración con veintiocho personas refugiadas en la India.

El Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR se creó en 1954 con el propósito de honrar a individuos, grupos u organizaciones por su extraordinaria labor en favor de las personas refugiadas, desplazadas internas o apátridas. Su nombre se inspira en Fridtjof Nansen, un explorador, científico y diplomático noruego que, en 1920, fungió como Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de las Naciones, lo que lo convierte en la primera persona en ocupar el cargo. Poco después, Fridtjof Nansen creó el pasaporte Nansen, que hasta 1942 funcionó como documento de identidad y de viaje para las personas refugiadas.