Un actor de Sudán del Sur fingió estar muerto para salvar su vida
Un actor de Sudán del Sur fingió estar muerto para salvar su vida
BIDIBIDI, Uganda, 04 de noviembre de 2016 (ACNUR) – Moses conocía la rutina de los puntos de control instalados a ambos lados de la carretera que, en dirección sur, conduce a una zona segura: cuando los hombres armados te indican que te incorpores a sus filas, declina educadamente la invitación, paga un soborno para poder pasar y sigue andando.
Durante varios días, las tácticas para huir de la guerra de Sudán del Sur con la esperanza de llegar a la vecina Uganda habían funcionado. Pero finalmente Moses se quedó sin dinero y, al no poder pagar fue detenido y adentrado en un bosque a una zona que, por lo que oyó a los hombres, era la "base para las ejecuciones".
"Había cadáveres, miembros humanos y sangre por todas partes", dice Moses, de 23 años. "Habían asesinado a tantas personas que no habían tenido tiempo de enterrarlas".
"Tomé un poco de sangre de uno de los cuerpos, me impregné con ella y me tumbé entre los cadáveres"
Al quedarse solo un momento, Moses, que era actor y director de cine cuando vivía en las proximidades de la aldea de Yei (Sudán del Sur) sabía que tenía una sola oportunidad de sobrevivir, pero para ello tendría que echar mano de toda su experiencia.
"Tomé un poco de sangre de uno de los cuerpos, me impregné con ella y me tumbé entre los cadáveres", dice. "Cuando los hombres armados regresaron me confundieron con un cadáver. Mis habilidades de actuación me salvaron la vida".
Más de un millón de personas de Sudán del Sur han huido de la joven nación ante la propagación de la guerra civil, desde su inicio hace casi tres años.
Las cifras muestran escasos indicios de que el conflicto vaya a aminorar. El ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha informado hoy que en octubre un promedio de 3.500 personas de Sudán del Sur huyeron diariamente de su país.
La mayoría se dirigió a Uganda, con un promedio de 2.400 nuevas llegadas desde el inicio de octubre, y más de 250.000 nuevos refugiados desde que el 7 de julio se produjera un estallido de violencia en Yuba, capital de Sudán del Sur.
La mayoría de los recién llegados proceden de la región de Equatoria (Sudán del Sur), donde, según el testimonio de los refugiados, grupos armados acosan a civiles, asesinan y torturan a los sospechosos de apoyar a las facciones opuestas, queman aldeas, infringen agresiones sexuales contra mujeres y niñas y reclutan a la fuerza a hombres jóvenes y niños para incorporarlos a sus filas.
En las últimas semanas, los refugiados han utilizado cada vez más los cruces fronterizos extraoficiales, debido a que, según reportes, la presencia de grupos armados que impiden a las personas utilizar las carreteras principales. Muchos refugiados cuentan que han tenido que caminar por el bosque durante días, a menudo sin alimentos o sin agua.
"De acuerdo con entrevistas realizadas a los refugiados, estos han sido testigos de sucesos terroríficos durante su viaje hasta la frontera", dice Nasir Fernandes, Coordinador de Emergencia del ACNUR en Uganda.
"Vemos llegar a muchas mujeres y niños agotados, deshidratados y a menudo traumatizados. Intentamos reubicarlos fuera de la frontera lo antes posible, para garantizar su acceso a los servicios básicos y al tratamiento que necesiten".
"Bebíamos rocío y matábamos roedores"
Moses era uno de ellos. Para llegar a Uganda, él y su esposa, Estela, de 21 años y actriz de profesión, caminaron durante una semana por el bosque con solo unas cuantas prendas de ropa, ropa de cama y material de filmación.
"Bebíamos rocío y matábamos roedores o nos alimentábamos con hortalizas que recogíamos de granjas abandonadas", dice Moses en una entrevista realizada en el asentamiento de refugiados de Bidibidi, en Uganda. En un punto la pareja se separó y al poco tiempo Moses fue secuestrado.
Mientras yacía entre los cadáveres, impregnado con la sangre de una de las víctimas, esperando que regresaran los hombres, recordó que llevaba su teléfono móvil en el bolsillo. Sintió el impulso profesional de documentar lo que estaba ocurriendo y activó con precaución la cámara del teléfono para grabar lo que sucedía.
"Sabía que lo que estaba hacienda era peligroso pero, ¿qué más podía perder?", explica. "En ese momento en cierta medida ya estaba muerto". Durante varias horas fue testigo de un asesinato tras otro y de la violación múltiple de una mujer. Mucho después de que se hubieran marchado los hombres, cuando ya era de noche, Moses avanzó arrastrándose y luego corrió hacia un lugar seguro.
Sin embargo, en una cruel jugada del destino, es improbable que el material filmado pueda verse alguna vez a pesar de que Moses arriesgó su vida para grabarlo. Cuando él y Estela llegaban al final de su viaje al centro de refugiados de Uganda, les robaron todas sus pertenencias, incluido el teléfono móvil.
Ahora, él y Estela han tenido que empezar de nuevo. En el asentamiento de Bidibidi, donde el Gobierno de Uganda proporciona a los refugiados tierras para cultivar y les permite trabajar y emprender negocios, la pareja habla con otros refugiados sobre la posibilidad de trabajar todos juntos en una película.
"Tengo conocimientos de agricultura, de modo que trabajaré la tierra y ahorraré algún dinero para adquirir o alquilar el equipo que me robaron", dice Moses. "Aquí las personas están deseando trabajar juntas y yo ya estoy escribiendo un guión. La única manera de salir de esta situación es comunicarnos y vencer nuestra intolerancia".
*Los nombres de Moses y Estela se han cambiado para proteger sus identidades.
Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.