Una comunidad hondureña golpeada por huracanes se une para preparase para futuros desastres climáticos
Una comunidad hondureña golpeada por huracanes se une para preparase para futuros desastres climáticos
En 1998, el huracán Mitch les obligó – a ella y a su familia – a abandonar su hogar para, luego, tener que empezar de cero. Sin embargo, Susana no estaba preparada para la devastación provocada por los huracanes Iota y Eta, que golpearon al país uno después del otro.
“El nivel del agua subió en cuestión de segundos”, comentó Susana mientras recordaba la noche de noviembre de 2020 en la que, por las lluvias torrenciales provocadas por el huracán Eta, el caudal del río que se encuentra cerca de la comunidad creció e inundó gran parte de la zona. “Toda la comunidad era un caos; también lo era Chamelecón. Las personas corrían, lloraban, se caían”.
“No lo esperábamos, ni creíamos que el vecindario se inundaría”, añadió. “A muchas personas nos tomó por sorpresa”.
Susana*, de 65 años, huyó de su hogar junto a su hijo y a su nieta; se dirigieron a la gasolinera local que estaba funcionando como albergue. Susana llevaba consigo su bolso y sus documentos.
Ella y su familia habían vuelto a su casa – para limpiarla – cuando llegó el huracán Iota, apenas catorce días después. “Fue impactante”, recalcó. “Había quienes ni siquiera habían terminado de bajar cosas de los techos cuando avisaron que se aproximaba otro huracán”.
Impacto duradero
Ambos huracanes causaron daños sustanciales; no obstante, el impacto de Iota – el segundo y más devastador – fue duradero.
“Algunas personas no han logrado recuperarse de lo ocurrido”, indicó Rafael, un líder comunitario garífuna de 57 años.
Las organizaciones criminales han controlado las calles de Chamelecón desde hace mucho tiempo. Se dedican a extorsionar y amenazar, así que las personas no tienen más opción que abandonar su hogar para ir en busca de seguridad.
“No lo esperábamos, ni creíamos que el vecindario se inundaría”.
Luego de los huracanes, se agudizaron las necesidades y la inseguridad en Chamelecón. Las inundaciones destruyeron lugares de trabajo que eran el sostén para las familias, las escuelas en las que la niñez se preparaba para un mejor futuro, y los parques en los que se realizaban actividades comunitarias. Además, las organizaciones criminales que controlan la zona se apoderaron de algunas casas; esto lo descubrieron los propietarios cuando intentaron volver a ellas.
Familias enteras fueron desplazadas por la fuerza a otras partes de Honduras; otras también huyeron a otros países con la esperanza de poder reconstruir sus vidas.
Luego de las tormentas, la comunidad concluyó que la inseguridad no haría más que empeorar con el cambio climático, que ha aumentado la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos. Por tanto, decidieron organizarse y empezar a trabajar de manera colectiva para prevenir y responder a futuros desastres.
Preparación para futuros desastres
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y uno de sus socios, Children International, ya estaban trabajando en algunas comunidades cerca de San Pedro Sula para reducir los desplazamientos provocados por la violencia. Tras los huracanes, ambas organizaciones reconocieron que los riesgos habían aumentado, de manera que apoyaron a Chamelecón y a otras siete comunidades cerca de San Pedro Sula en el diseño de planes de acción que les permitirían prepararse en caso de que ocurriera otro desastre.
Estas comunidades empezaron a colaborar estrechamente con el gobierno local y con la Cruz Roja Hondureña con el propósito de crear diversas comisiones integradas por voluntarios; estas se enfocarían en un aspecto distinto de la prevención y la respuesta a desastres. La Comisión de Alerta Temprana, por ejemplo, monitorea el río cuando llueve con fuerza. Susana hace parte de esta comisión.
“Alertamos diciendo: ‘Miren, el río está por crecer. Si no pueden subir sus pertenencias al techo, pónganse a salvo’”, explicó.
Otras comisiones se encargan de la evacuación, la logística y los primeros auxilios, lo que incluye identificar y mapear lugares seguros que podrían funcionar como albergues en la comunidad.
“Recuerdo que empezamos desde cero”, comentó Dennis, de 20 años, quien pertenece a la comisión de logística. Luego de haber recibido capacitación de Children International, la comunidad cuenta ahora con una base de datos que divide a sus miembros dependiendo de sus necesidades específicas. “Cuando es necesario brindar ayuda, priorizamos a las personas que la necesitan usando la base de datos. Todo mundo sabe qué hacer cuando empieza a llover”.
Un enfoque colaborativo genera resultados
De manera simultánea, ACNUR ha estado trabajando en la reconstrucción y acondicionamiento de espacios comunitarios, como parques, bibliotecas y centros comunitarios. Asimismo, se ha distribuido equipo para responder a los desastres, como cascos y palas.
Cuando parecía que el huracán Julia causaría mayor destrucción en la comunidad (en octubre de 2022), “ya contábamos con una estrategia y un plan de acción”, recalcó Dennis. “Lo primero que hicimos fue ir a las comunidades para advertirles; también habíamos identificado sitios seguros y teníamos las llaves para entrar”.
Por suerte, la tormenta se disipó, pero “nos puso a prueba, y creo que [el resultado] nos llenó de satisfacción”, comentó Dennis.
Si bien el cambio climático sigue siendo una amenaza para comunidades como Chamelecón, que también sufren a causa de la violencia, el enfoque colaborativo y la cuidadosa preparación de quienes residen en ellas son poderosas herramientas para superar futuros desafíos.
“La comunidad está preparada”, aseguró Rafael. “Trabajamos en conjunto para tener todo listo antes de que ocurra un desastre”.
*Este nombre fue cambiado por motivos de protección.
“Algunas personas no han logrado recuperarse de lo ocurrido”.