Olas de calor en Irak hacen la vida de los refugiados aún más dura
Olas de calor en Irak hacen la vida de los refugiados aún más dura
KAWERGOSK, Irak, 31 de julio de 2015 (ACNUR) – Sozan y su familia han vivido en una tienda de campaña durante los dos últimos años. En invierno, el techo y las paredes de la tienda la protegen a ella y a sus cuatro hijos de los elementos, pero cuando llega el verano se convierte en un horno.
Ahora, con Irak en medio de la segunda ola de calor del verano, las temperaturas están normalmente alcanzando los 50 grados centígrados, lo que agrava las ya difíciles condiciones de vidas de cientos de miles de refugiados como Sozan.
"Puedes sentirlo, es como el infierno, no hay manera de describirlo", dice Sozan. Originaria de Qamishli, en Siria, ella y su familia se refugian actualmente en el campo de refugiados de Kawergosk, en la región del Kurdistán iraquí.
Este es su segundo verano viviendo en Irak como refugiados. Mientras que Sozan dice que está más acostumbrada al calor que el año pasado, las castigadoras altas temperaturas de este verano han sido particularmente difíciles de sobrellevar.
Sobre las 9 a.m. hora local, Sozan y sus hijos ya están sudando a través de sus ropas. Uno a uno los lleva al área de la cocina de su tienda y les da duchas con cubos para ayudarles a refrescarse.
"Ésta es la única cosa que funciona", dice ella. "Yo lo llamo ducha, aunque se dejen [algunos de ellos] la ropa puesta, de esta manera se refrescan más cuando se seca".
El campamento en el que vive carece casi totalmente de sombra natural.
Bajo el calor seco, el polvo levantado de los caminos de tierra llena el aire y el olor de las aguas residuales se hace más intenso. Al mediodía, las calles que están normalmente abarrotadas, se vacían. A finales de junio, la región del Kurdistán iraquí acogía a más de un millón de personas desplazadas internamente, además de casi 240.000 refugiados sirios.
Los más afectados por el calor del verano son los niños y los adultos mayores que viven en campamentos y viviendas improvisadas. Además, Irak está experimentando su segunda ola de calor de este verano, con temperaturas alcanzando los 50 grados centígrados en lugares donde el promedio es normalmente 45.
El tiempo es tan extremo que el Gobierno iraquí ha declarado cuatro días de feriado nacional, permitiendo a los empleados públicos quedarse en casa, pero para los cientos de miles de refugiados sirios y desplazados iraquíes que viven en tiendas de campaña por todo el país, esta medida ofrece poco alivio.
Para Sozan y su familia, el clima de verano también trae problemas de salud. Sozan ya ha tenido que llevar a su hija más pequeña, Shakira, de siete meses de edad, a la clínica del campamento dos veces en la última semana.
"Estaba sufriendo fiebre y diarrea", dice Sozan, y añade que lo mismo le pasó con sus otros hijos el año pasado. "Esto nunca sucedió en Siria cuando vivíamos en una casa normal".
Al igual que muchos campamentos de refugiados en la región del Kurdistán iraquí, la mayoría del campamento de Kawergosk carece de alcantarillado subterráneo. Mientras que los baños compartidos cuentan con fosas sépticas, las aguas residuales procedentes de las tiendas de campaña desembocan en la calle. Fuera de la tienda de campaña de Sozan, charcos con aguas residuales que se limpiaban rápidamente con la lluvia del invierno, se pudren al sol del mediodía veraniego.
"He dejado de permitir que los niños jueguen al aire libre", dice Sozan explicando que ella sospecha que el agua sucia es lo que les hacía caer enfermos el verano pasado.
Los médicos de la clínica del campamento dicen que ven un aumento en el número de enfermedades relacionadas con el calor cada verano, especialmente entre los niños y los adultos mayores.
"Diría que el 80 por ciento de mis pacientes tienen actualmente enfermedades provocadas por el calor del verano", dice el doctor Ahmed Hassu, que trabaja para la ONG International Medical Corps (IMC), un socio implementador del ACNUR.
Declara que la mayoría de la gente que ve tiene diarrea y vómitos. Dice que las infecciones estomacales son principalmente causadas por el mal drenaje y alimentos en mal estado. Aunque muchas familias tienen refrigeradores, la electricidad es intermitente y con el calor del verano resulta más difícil evitar que la comida se ponga en mal estado.
Por el momento, Hassu dice que los problemas de salud son manejables, pero las preocupaciones podrían escalar rápidamente si en los campamentos de refugiados no se toman medidas para mejorar las condiciones de vida en verano.
Como parte de una iniciativa de asistencia para el verano en toda la región, ACNUR distribuyó ventiladores solares, lonas plásticas y alfombrillas tejidas en plástico a los refugiados y a las personas desplazadas en toda la región del Kurdistán iraquí. Sin embargo, las familias que recibieron los artículos explican que sirvieron de poco ya que lo ventiladores apenas mueven aire caliente alrededor y las lonas plásticas no son lo suficientemente gruesas para proporcionar protección solar. Los socios de ACNUR entregaron cientos de acondicionadores de aire a refugiados y a familias desplazadas, mientras tanto, ACNUR trabajaba con socios locales para aumentar los envíos de agua a los campamentos.
"Este es un momento crítico", explicó Frederic Cussigh, el jefe de la oficina de terreno de ACNUR en Erbil. "Estamos ahora en los máximos de calor, pero el problema es que este calor continuará algunas semanas".
Cussigh reconoció que la respuesta de ACNUR a las altas temperaturas debe ser realista y equilibrada así como no poner demasiada tensión en el suministro de electricidad y agua de las comunidades de acogida, pero en general, dice que los refugiados y los desplazados internos con los que trabaja han demostrado una gran fortaleza a pesar de las condiciones difíciles. "La resistencia que han mostrado, para adaptarse a diferentes condiciones de vida de las que están acostumbrados ha sido enorme".
En el campamento de Kawergosk, la electricidad vuelve en torno al mediodía y el aire acondicionado en la tienda de Sozan se enciende inmediatamente. Sus hijos más pequeños se quedan dormidos en los delgados colchones que llenan la habitación, pero su hija mayor Hiyat, de 8 años, rápidamente se impacienta, rogando por salir a jugar.
"No, ¿no ves el clima? Hace demasiado calor", dice Sozan, y explica que mantener a sus hijos en casa todo el día es casi imposible, "es más que difícil, por supuesto que quieren ir a jugar, pero no es seguro".
Por Susannah George, Irak.
Gracias al Voluntario en Línea Carlos Alberto Serrano Redondo Por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.