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Tras sobrevivir a una huida por su libertad, una refugiada sursudanesa está feliz de tener un hogar

Historias

Tras sobrevivir a una huida por su libertad, una refugiada sursudanesa está feliz de tener un hogar

La mayoría de su familia no sobrevivió, pero una joven y fuerte refugiada alimentó a sus hijos con hojas y frutos silvestres solo para llevarlos a un lugar seguro en Etiopía.
14 April 2014
Nyakuor Duer prepara comida para sus cuatro hijos en un tukul que ella misma ayudó a construir en el campamento de refugiados de Kule. Es una de los 93.000 refugiados sursudaneses que han escapado al estado regional de Gambella, en el oeste de Etiopía.

CAMPAMENTO DE REFUGIADOS DE KULE, Etiopía, 14 de abril de 2014 (ACNUR) – Para Kyakuor Duer, de 25 años, el simple acto de cocinar estofado de sorgo es casi una bendición después de todo lo que ha pasado. Esta mujer sursudanesa caminó durante 22 días alimentando a sus cuatro niños con hojas y frutas silvestres que cogía de árboles a lo largo del camino, hasta encontrar un lugar seguro en el país vecino, Etiopía.

Ella y sus hijos, de edades comprendidas entre unos meses a 11 años, lo lograron. Pero su esposo, sus cinco hermanos, su madre y madrastra, no. No tiene idea de que les pasó. Si están vivos o no.

"Me gustaría regresar a Sudán del Sur", dice la joven refugiada mientras prepara el almuerzo en la tradicional choza circular, un tukul, que ella misma ayudó a construir. "Pero la guerra continúa allí. Ahora prefiero vivir aquí, en Etiopía, donde mi familia tiene un hogar y puede conseguir agua y comida".

Ella fue la primera mujer en llegar a este nuevo campamento cerca de Gambella, en el oeste de Etiopía, donde viven unas 34.000 personas. También forma parte de los 93.000 sursudaneses que han huido a Etiopía desde que la violencia estalló en Sudán del Sur el pasado mes de diciembre. A diferencia de otros países en la región, donde han llegado otros 300.000 refugiados, Etiopía ha recibido en su mayoría a mujeres y niños, con pocos hombres.

Muchos, como su bebé Awili, llegan severamente desnutridos. Después de ser trasladada al nuevo campamento de Kule, administrado por la Agencia de la ONU para los Refugiados y la Administración para Asuntos de Refugiados y Retornados de Etiopía (ARRA), Awili recibió alimentación de emergencia para recuperar su salud.

A principios de este mes, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, visitó el campamento de Kule y el cercano punto fronterizo de Pagak, donde cientos de personas cruzan diariamente desde Sudán del Sur. El objetivo de su visita fue llamar la atención sobre la tragedia en este país y las necesidades en la región. En Etiopía, ACNUR ha priorizado a los grupos vulnerables, en particular a los niños con desnutrición grave y sus familias, para la reubicación en nuevos campamentos.

ACNUR y sus socios necesitan 102 millones de dólares para satisfacer las necesidades básicas de los refugiados sursudaneses en Etiopía.

En estos días, la familia de Kyakour recibe alimentos del Programa Mundial de Alimentos, una agencia socia de ACNUR. La tienda de emergencia que en principio recibió de ACNUR ahora ha sido reemplazada por un tukul más familiar, un tradicional alojamiento circular cubierto por hierba elefante que ella recogió.

La familia pudo trasladarse la semana pasada cuando ACNUR y el Consejo Noruego para los Refugiados, una organización socia que también trabaja con refugiados, comenzaron a ubicar a los sursudaneses en terrenos más altos para protegerlos de las inundaciones en la próxima temporada de lluvia. Kyakour estaba feliz de mudarse con las ollas de cocina, cucharas, tenedores y cuchillos que había recibido de ACNUR.

Admite que no todo es perfecto. "Me gustaría ver mi tukul mejorado para que pueda soportar la temporada de lluvias" dice ella. También desea unas mantas para proteger a sus hijos en las noches más frías.

Pero por sobre todo espera que su estancia en Etiopía sea temporal. "Espero que con mi familia podamos regresar a Sudán del Sur" dice, mientras se prepara para servir el sorgo.

Por Luiz Fernando Godinho, en Gambella, Etiopía