Pareja de refugiados afganos son como segundos padres para un niño francés
Pareja de refugiados afganos son como segundos padres para un niño francés
SAINT-PRIEST, Francia – Sentados en una mesa de jardín bajo el sol, Anaïs y Vincent, padres del pequeño César de dos años y antiguos vecinos de París, recuerdan la primera vez que escucharon hablar de los refugiados en las noticias.
"Aún vivíamos en París y nos sentíamos impotentes porque no podíamos hacer nada", cuenta Anaïs. "Cuando nació César, no teníamos espacio en nuestro pequeño apartamento de París para acoger a nadie".
A principios de 2016, la pareja se trasladó al pintoresco pueblo de Saint-Priest, situado a pocos kilómetros de Lyon, donde viven más cómodamente y donde, además, tienen espacio de sobra para acoger a una pareja de refugiados de Afganistán.
"Aquí tenemos una habitación libre y pensamos que sería una buena idea aprovecharla".
Tras instalarse en su nuevo hogar y hacer unas cuantas reformas en la casa, Anaïs y Vincent conocieron a una pareja de refugiados afganos, Battarine y Zulfeqar, a través de la organización SINGA, que contribuye a la integración de los refugiados en Francia. La pareja vino a su casa y, con la ayuda de un traductor, empezaron a charlar.
Zulfeqar y Battarine huyeron de Afganistán, donde sus familias eran perseguidas por los talibanes. Primero fueron a Irán, pero las condiciones en Teherán eran difíciles. "Mi madre y yo dormimos en la calle durante cinco años", dice Battarine.
Entonces, en 2015, Zulfeqar llegó a Irán y juntos decidieron marcharse de allí.
"Anduvimos toda la noche por las montañas. Teníamos miedo de que la policía nos capturara, así que cruzamos la frontera y nos quedamos en Turquía durante un mes. En Esmirna dormimos en el campo bajo la lluvia. De ahí fuimos a Grecia, a Hungría y, finalmente, a Francia".
"Cuando Zulfeqar y Battarine llegan a casa, se vuelve loco. ¡Se agarra a sus piernas y no les deja moverse!"
Cuando llegaron, Zulfeqar y Battarine pensaron que sus problemas habían terminado. Sin embargo, no pudieron encontrar ningún sitio para vivir. Durante varios meses estuvieron alternando entre las calles y los albergues de emergencia.
"Un día, una señora nos preguntó en clase de francés dónde estábamos durmiendo, y luego llamó a unos amigos. Nos quedamos con una mujer durante una semana y luego con otras personas durante otra semana".
"Cuando llegamos aquí, todo estuvi bien. Anaïs y Vincent son muy buenos con nosotros y estamos a gusto".
La pareja tiene su propia habitación en el sótano. "Son muy independientes y parecen nuestros compañeros de piso", dice Vincent con una sonrisa. "Eso no significa que no compartamos momentos juntos. Además, César nos ha unido. Él los adora y pasa mucho tiempo con ellos. Cuando Zulfeqar y Battarine llegan a casa, se vuelve loco. ¡Se agarra a sus piernas y no les deja moverse!"
Está claro que el cariño es mutuo. Battarine, muy maternal, mantiene al bebé sentado sobre sus rodillas durante toda la conversación.
Sus pensamientos miran al futuro: "Cuando tengamos trabajo y una casa, intentaré traer a mi madre, que está sola en Irán".
Zulfeqar y Battarine están buscando un alojamiento permanente, y Vincent y Anaïs están haciendo todo lo que pueden para ayudarles, aunque la pareja va a dejar un enorme vacío en sus vidas y sus corazones. "Especialmente en César, ya que ellos son como sus 'segundos padres' y será difícil verlos marchar".
Esta historia es parte del capítulo francés de No Stranger Place, desarrollado y fotografiado por Aubrey Wade en colaboración con ACNUR, que muestra a refugiados y las personas que los han acogido en Europa. La exhibición se podrá visitor en Ground Control en París desde el 20 de junio de 2018.
Gracias a la Voluntaria en Línea Irati Hurtado por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.