Un atleta de taekwondo burundés se prepara para dejar huella en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020
Cuando Parfait Hakizimana vio por primera vez la noticia de que participaría en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, se alegró mucho.
“Vi que se me abrían las puertas”, comentó radiante de orgullo mientras ataba sus zapatos fuera de su casa en el campamento de refugiados de Mahama, en Ruanda.
Para Parfait, de 32 años, el camino hasta este importante momento ha estado plagado de desafíos que comenzaron cuando era solo un niño en Burundi.
Su vida cambió para siempre a los seis años, cuando recibió un disparo en el brazo por parte de unos hombres que atacaron su pueblo natal cerca de la capital, Buyumbura. Ese fue también el día en que mataron a su madre.
“Fue el peor obstáculo al que me he enfrentado. Mi corazón estaba muy roto. Es un día que nunca olvidaré”, compartió.
Parfait pasó cerca de dos años recuperándose en el hospital. Perdió la mayor parte de su brazo izquierdo y desde entonces ha tenido que depender principalmente de su brazo derecho.
“El deporte me ayudó a superar el dolor por el que pasé”.
Unos años después, cuando tenía 11 años, su padre murió en un accidente de motocicleta.
Huérfano y solo, Parfait se sumergió en la escuela y el deporte.
“El deporte me ayudó especialmente a superar el dolor que pasé en mi infancia”, recordó. “Es una protección para mí”.
De hecho, Parfait destacó en los deportes y, en particular, en las artes marciales. Descubrió el taekwondo y con el tiempo empezó a participar en varios eventos nacionales y regionales, ganando varios trofeos y medallas.
Cuando estalló la violencia postelectoral en Burundi, poco después de las elecciones de 2015, Parfait se vio obligado a dejarlo todo y huir. Encontró seguridad en Ruanda, donde se alegró de encontrar una vibrante comunidad deportiva. En un año, creó un club de taekwondo y cientos de personas refugiadas burundeses se inscribieron a las clases.
Parfait es ahora cinturón negro e instructor certificado, y entrena a 150 personas refugiadas, incluidas niñas y niños de seis años.
El deporte es de gran interés en el campamento de Mahama, que acoge a más de 46.000 personas refugiadas, principalmente de Burundi. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, comenzó en 2017 un programa de “Deportes para la protección” que pretende utilizar el poder del deporte para involucrar a la juventud, proteger a la niñez, y fomentar la inclusión y la coexistencia pacífica entre las personas refugiadas y sus anfitriones.
Emilia Nuiselle Lobti, Oficial de protección de ACNUR con sede en Kirehe, afirma que clubes como el de Parfait son cruciales para cumplir los objetivos del programa.
“Hay muchos clubes deportivos aquí, lo que demuestra lo mucho que les gusta el deporte a las personas refugiadas. Pero el deporte es mucho más que una actividad de ocio. Es una oportunidad para que se les incluya y proteja, y una oportunidad para sanarse de traumas pasados, desarrollar y hacer crecer sus habilidades”, explicó.
La asociación de ACNUR con el Comité Olímpico Internacional (COI), el Comité Paralímpico Internacional (CPI) y otros socios ha visto a las personas refugiadas participar en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, tanto en Río en 2016 como este año en Tokio, donde los Juegos Paralímpicos comenzarán el martes 24 de agosto. ACNUR lidera el llamamiento mundial para un mundo en el que todas las personas desplazadas, incluidas aquellas con discapacidad, puedan acceder y participar en el deporte en igualdad de condiciones.
Parfait sabe muy bien lo importante que es para las personas refugiadas tener un acceso ilimitado a los deportes.
“El deporte nos ayuda a ser valientes, incluso cuando la vida es difícil”, señaló. Añadió que deportes como el taekwondo son especialmente importantes porque también enseñan habilidades para la vida.
“El taekwondo es mi vida y me gusta porque me ayuda a olvidar los momentos difíciles que he vivido en el pasado”, expresó. “Enseña el espíritu de equipo, coraje y respeto por nuestros semejantes”.
“¡Hay cosas buenas por delante!”
Aunque salió de Burundi solo, hoy está rodeado de una gran familia de taekwondo que lo ha acogido como uno de los suyos. Cuando no está entrenando, pasa el tiempo con su esposa Irene y su hija Brinka, de 11 meses.
Sus logros han inspirado a toda la comunidad de personas refugiadas y mientras se prepara para subir al escenario en Tokio, se siente animado por sus buenos deseos de que sea “su campeón africano”.
Su entrenadora, Zura Mushambokazi, tiene mucha confianza en él.
“Parfait trabaja mucho y tiene confianza en sí mismo. Es capaz y no tengo ninguna duda de que lo hará bien”, aseguró.
Su máximo deseo es ganar una medalla en los Juegos Paralímpicos y hacer que las personas refugiadas de Mahama y de todo el mundo se sientan orgullosas.
“La vida ha sido muy complicada, pero ahora veo que, si tienes paciencia, conseguirás lo que quieres”, comentó sonriente. “Hay cosas buenas por delante”.