Comunicado Conjunto ACNUR y UNAM: Reconocen impacto de programa de becas para personas refugiadas
Comunicado Conjunto ACNUR y UNAM: Reconocen impacto de programa de becas para personas refugiadas
- La educación debe dejar de verse como un derecho social, para constituirse en un derecho humano fundamental, dijo Raúl Contreras
- Giovanni Lepri, representante de ACNUR en el país, recalcó que la gran mayoría de los becarios son estudiantes sobresalientes
- El mandato de la UNAM, dijo Mario Luis Fuentes, es ser la instancia universitaria que contribuye a la solución de problemas nacionales
- Werner Ciprian Fugel destacó que la iniciativa es sinónimo de un mejor futuro para los becarios, sus familias y de los países
El Programa DAFI (Iniciativa Académica Alemana Albert Einstein) de Becas Universitarias para Personas Refugiadas, financiado por el gobierno alemán, conmemoró su 30 aniversario en la Facultad de Derecho (FD) de la UNAM.
En la ceremonia, Raúl Contreras Bustamante, director de la entidad universitaria, recalcó que el programa DAFI constituye un pilar de la estrategia de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para lograr que 15 por ciento de la juventud refugiada realice sus estudios de educación superior con miras al 2030. Se trata de una iniciativa con la cual “no tenemos más que simpatizar”, enfatizó.
En tanto que Giovanni Lepri, representante de ACNUR en México, recalcó que no hay mejor lugar que la FD de la UNAM para esta celebración. En México, detalló, hay 25 universidades asociadas a este programa, y la gran mayoría de los becarios son estudiantes sobresalientes, con los mejores promedios, y “serán muy buenos profesionales y personas capaces de contribuir a la sociedad, a la nación que podría ser su nuevo país”.
Desde la FD, agregó Contreras Bustamante, hemos sostenido que el derecho a la educación debe dejar de verse como un derecho social para constituirse en un derecho humano fundamental, pleno y hasta justiciable. Según estadísticas de la UNAM, 72 por ciento de las miles de personas que fallecieron en México a raíz de la pandemia, no tenían la educación básica terminada, así que ésta tiene mucho que ver con la salud y la vida.
No darse cuenta de que los refugiados no pueden regresar a su país de origen por el temor fundado de persecución, conflictos, violencia u otras circunstancias que hayan perturbado de forma grave su vida, y por lo cual hayan tenido que solicitar protección internacional, es voltear la mirada hacia otra parte, dijo el director.
Según ACNUR, una de cada 88 personas en el mundo ha sido obligada a huir de sus casas como resultado de conflictos, y México alcanzó en 2021 la cifra récord de 130 mil 863 personas que solicitaron la condición de refugiado, lo cual ubica a nuestro país en el tercero a nivel mundial en el número de nuevos solicitantes de asilo.
“Por ello, recibirlos a ustedes y contribuir en sus altos objetivos, es un orgullo y una gran responsabilidad. En esta casa de estudios decimos que la educación ayuda a las personas a entender el mundo, y la educación superior les ayuda a cambiarlo”, concluyó Contreras.
Problema humano en cifras
A nivel global, expuso Giovanni Lepri, 37 por ciento de los jóvenes acceden a la educación superior, pero solo seis por ciento de la juventud refugiada tiene esa oportunidad. Por ello, el compromiso de la ACNUR de seguir en este proceso continúa.
En los últimos 10 años se duplicó el número de personas desplazadas por la violencia, y a últimas fechas se rebasaron los 100 millones debido al conflicto en Ucrania. “Como humanidad no hemos sido buenos en atacar o limitar las causas del desplazamiento forzado; entonces, hay que concentrarse en las consecuencias, mitigación y restitución de derechos. El trabajo con las y los jóvenes estudiantes es parte de contribuir a la educación de un mundo que sea más inclusivo, menos violento y que empiece a cambiar de rumbo”, concluyó.
En su oportunidad, Mario Luis Fuentes Alcalá, integrante del Patronato de la UNAM e investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad, refirió que tenemos un escenario de enormes incertidumbres, pero sobre todo para quienes buscan un refugio para sobrevivir. En este sentido la Universidad de la Nación, por instrucciones de la Rectoría, “ha buscado articular todo lo que tiene, y tenemos que hacer mucho más”.
La Universidad, resaltó, busca apoyar para que se revaliden los estudios de los jóvenes refugiados, para que comprendan la cultura y el idioma, y les acerca su oferta cultural, para hacer un México apropiado donde puedan tener una vida y ejercer y exigir derechos; no obstante, “nos falta mucho”.
Por ello, se trata de contribuir a que los territorios donde están los refugiados sean de derechos. Estamos tratando de llevar el servicio social universitario de excelencia a los lugares donde están quienes buscan refugio, por ejemplo, a alumnos de arquitectura, para que hagan un plan de ordenamiento regional en la Pequeña Haití, mencionó.
Nuestro mandato, finalizó, es ser la instancia universitaria que contribuye a la solución de los problemas nacionales y a que los refugiados tengan más vinculación con la Universidad de la Nación.
Werner Ciprian Fugel, consejero de Asuntos Científicos y Económicos de la embajada alemana, dijo que no es sorpresa que DAFI lleve el nombre del famoso físico y Premio Nobel, Albert Einstein, ya que él fue un refugiado y tuvo que abandonar su país después de la llegada al poder de los nacionalsocialistas en 1933.
La Iniciativa DAFI es sinónimo de un mejor futuro para los becarios, sus familias y los propios países, que se benefician de las habilidades y cualificaciones de los jóvenes una vez que regresan. Pero también para los países de acogida, como México, que se benefician del compromiso científico de ellos y de los vínculos humanos que perduran después de que regresan a sus naciones de origen.
Para la mayoría de esas personas conseguir una formación universitaria es un sueño inalcanzable, y “aquí es donde DAFI quiere marcar la diferencia. Queremos aumentar las posibilidades de que todas las personas desarrollen todo su potencial más allá de cualquier frontera, sea económica, política o social”.
La iniciativa promueve la enseñanza local, es decir, en los países de primera acogida como México; “22 mil personas no es un número asombroso, pero son 22 mil destinos y familias que recibieron ayuda concreta, 22 mil oportunidades para un mejor futuro. Pero no es nada comparado con los millones de refugiados en el mundo que no tienen oportunidades, por ello Alemania sigue apoyando la iniciativa”.
Andrés Ramírez Silva, coordinador General de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), felicitó a los becarios, estudiantes de excelencia, que muestran con su resiliencia, capacidad creativa, estudio y trabajo en condiciones difíciles, que se puede salir adelante.
La educación es una herramienta estratégica sobre la cual tenemos que insistir, sostuvo. Actualmente, 51 estudiantes refugiados (21 hombres y 30 mujeres) originarios de Venezuela, El Salvador, Honduras, Guatemala, Colombia y Nicaragua, son parte del Programa DAFI en México, y “puede seguir avanzando”. Este es un modelo a seguir y hay que aplaudir esta intención.
En nombre de los becarios, Raybeli Castellano, de 27 años, relató que llegó a México en 2017, sin su familia, que se quedó en Venezuela. “Llegué con sueños, esperanzas, sabía que había ayuda con ACNUR. En 2020 comencé a estudiar negocios internacionales en la UNITEC, pero en 2021 quedé desempleada. Llegué a ACNUR, busqué esta beca y me la otorgaron; estoy a dos cuatrimestres de terminar. Gracias por esta ayuda; sin ella hubiera pausado mis estudios y mis sueños”.
Sayd Hortúa Medina, de la Facultad de Música de la UNAM, agradeció a ACNUR, COMAR, DAFI y la UNAM por “tener la oportunidad de seguir estudiando; cuando estaba en Venezuela me preguntaba qué iba a hacer. Ser refugiado implica un choque cultural y emocional muy fuerte poque nadie está preparado para dejar en el momento menos esperado su casa y su país. Ahora sostengo que tenemos la obligación de dar la excelencia que se nos requiere”.
Los alumnos refugiados en México residen en 18 ciudades en 14 entidades y estudian carreras universitarias en una veintena de instituciones de educación superior, incluyendo la UNAM, que van desde los negocios y la ingeniería hasta el deporte y la música.