Tres estudiantes universitarios refugiados en México luchan por sus sueños
Tres estudiantes universitarios refugiados en México luchan por sus sueños
En México, estudiantes refugiados de Centroamérica y Sudamérica aprovechan una segunda oportunidad para volver a la escuela y trabajar por sus sueños. Para millones de jóvenes de todo el mundo, verse forzados a huir de sus hogares supone a menudo una interrupción prolongada – y a veces permanente – de su educación. En todo el mundo, el 68 por ciento de la niñez refugiada está inscrita en la escuela primaria, el 37 por ciento en la secundaria y tan solo el 4 por ciento está inscrito en la universidad.
Parte del trabajo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados para proteger a la población refugiada en México, consiste en facilitar el acceso a la educación y a la escuela. El acceso a la educación y los logros académicos tienen múltiples impactos positivos para las personas refugiadas y sus comunidades de acogida. A corto plazo, los programas globales de educación para refugiados ayudan a prevenir el matrimonio y el trabajo infantil. A largo plazo, las personas refugiadas que han recibido educación están capacitadas tanto social como económicamente para ayudar a construir comunidades más fuertes y futuros más brillantes para sí mismas.
Conoce a tres estudiantes universitarios refugiados que ahora viven en México y que están a un paso de hacer realidad su sueño de obtener un título universitario.
Natalie
Natalie y su familia se vieron forzados a huir de la violencia en Nicaragua hace cinco años. Desde entonces, su familia ha encontrado estabilidad y la oportunidad de reconstruirse en México. Sus padres trabajan en una fábrica local de automóviles, sus hermanos han retomado sus estudios y Natalie tiene una beca para estudiar ingeniería química.
“La beca fue como una luz al final del túnel”, cuenta Natalie. “Mi situación es mucho mejor que hace cinco años”.
Además de estudiar, Natalie da clases de programación informática en una escuela secundaria local. Natalie tiene un futuro brillante por delante, y espera seguir capacitándose y construir una carrera en la que su trabajo ayude a otras personas.
“Me gradúo en un año y luego empezaré a trabajar y a devolverle a México lo mucho que me ha dado”.
Más allá del éxito académico y profesional, Natalie explica que sus próximos pasos inmediatos están más arraigados a lo personal y hablan del largo viaje como refugiada que ha recorrido. “Quiero encontrarme a mí misma, quiero pertenecer a algún lugar”, señala. “Creo que el sentimiento [de pertenencia], como persona refugiada, es muy importante”.
Eduardo
Eduardo huyó de Venezuela en 2017 y llegó solo a México. Era estudiante en Venezuela, pero cuando Eduardo se vio forzado a huir, perdió dos años de escuela.
“Cuando llegué a México fue difícil regresar a la escuela porque tenía que trabajar”, comparte Eduardo. Trabajó en tiendas minoristas y se convirtió en gerente de una tienda para mantenerse. Eduardo explica que, aunque estaba ansioso por volver a la escuela, se sentía feliz de estar a salvo. Durante esos dos primeros años, se convirtió en lo que cariñosamente llama “el venezolano más mexicano que conocerás”.
En 2019, Eduardo obtuvo una beca para regresar a la escuela y ahora está en camino de graduarse en 2024 como Licenciado en Finanzas y Administración de Empresas.
Aunque Eduardo está solo en México, su motivación para salir adelante es impulsada por el amor que siente por su familia que aún está en Venezuela. “El sueño por ahora es obtener mi título. Es un gran logro y podré ayudar a mi mamá allá en Venezuela”.
“Mi mayor éxito es que mi mamá es feliz y tiene la tranquilidad de saber que yo soy feliz”, comenta Eduardo. “Reconstruí todo de cero aquí en México y ella está orgullosa de mí”.
Leidys
Hace cinco años, Leidys tomó la dolorosa y difícil decisión de huir sola de Venezuela. Su barrio ya no era seguro y el acceso a la educación ya no estaba garantizado. En México fue acogida, y recibió el apoyo y la atención que necesitaba. También encontró inspiración en la artista mexicana Yazmín Huerta para perseguir su sueño de estudiar diseño gráfico.
En tan solo cinco años, la vida de Leidy se ha transformado.
“Cuando llegas sola y sin nada, un poco de apoyo significa mucho”, asegura Leidys. “Con ese apoyo, me alegra decir que pronto me graduaré de la universidad”.
Conteniendo las lágrimas de alegría, Leidys también comparte que pronto se reunirá con sus padres y que llegarán a México a tiempo para asistir a su graduación.
La ayuda:
EE. UU. con ACNUR y sus generosos donantes han sido firmes partidarios de ayudar a las personas refugiadas a reiniciar sus vidas en México a través del Programa de Integración Local. Apoyado con más de 4,2 millones de dólares (USD) en financiación desde 2018, el programa ha ayudado a miles de familias a reiniciar sus vidas y representa una forma nueva e innovadora en que los donantes están ayudando a que la población refugiada prospere.