Mi recorrido: Triunfar contra todo pronóstico

Después de vivir algunos años en Ucrania, sentía que me había adaptado y que era capaz de continuar mi educación hasta alcanzar los niveles más altos. Llegamos a disfrutar de la cálida bienvenida de la comunidad ucraniana en la que vivíamos, que siempre mostró amabilidad y disposición para ayudar. Pero cuando se desató la guerra a gran escala, las hostilidades nos obligaron a mudarnos una vez más para buscar protección en otro país, esta vez, en Alemania. Me convertí en una “doble refugiada”.

Mi recorrido está marcado por múltiples desafíos: culturales, educativos, económicos, religiosos y lingüísticos. Aun así, creo que soy la prueba viviente del indomable espíritu de las personas refugiadas; he logrado superar numerosos obstáculos que la vida ha puesto en mi camino.

Después de habernos ido de Afganistán con mis padres y mis tres hermanos, llegamos a Ucrania. Traje conmigo el sueño de convertirme en una excelente dentista porque en Afganistán había visto cómo se les negaba la atención de hombres dentistas a mujeres y niñas, lo que las excluía de recibir tratamiento odontológico debido a su género. Quería generar un cambio convirtiéndome en una dentista, capaz de atender a pacientes mujeres y dispuesta a hacerlo. Al principio, temía que mis orígenes fueran un obstáculo para continuar mi educación, ni hablar de la barrera lingüística. Pero en Ucrania encontré una comunidad que recibía la diversidad con los brazos abiertos y que me hizo sentir bienvenida y aceptada. Estas personas pronto disiparon mi miedo de ser una refugiada en su país.

Apoyo financiero

Si bien pude continuar mi educación, todavía enfrentaba un gran obstáculo: ninguna institución terciaria en la que quería estudiar brindaba apoyo económico destinado especialmente a estudiantes refugiados. Decidida, logré ingresar a la Facultad de Odontología en una universidad privada en Odesa y tuve la suerte de que mi padre pudiera encontrar la manera de pagar las tasas. Con el apoyo incondicional de mi familia y con mucho estudio, terminé los dos primeros años de la universidad y luego solicité una beca DAFI.37 Afortunadamente, por mi dedicación al estudio y las excelentes calificaciones en los exámenes, recibí una beca DAFI, que me permitió completar el curso. Siempre recordaré el día y el momento en que me dieron la feliz noticia de la beca.

Todo marchaba muy bien, pero de repente, mi familia y yo tuvimos que mudarnos otra vez. La guerra en Ucrania hizo que la vida se tornara demasiado peligrosa y llena de riesgos, y nos vimos forzados a abandonar el país, de la misma forma en que habíamos abandonado Afganistán años antes. En ese momento estaba cursando el último semestre de mi maestría y, una vez más, la vida se llenó de incertidumbres, complicaciones y dudas agobiantes: ¿en Alemania nos recibirían tan amablemente como en Ucrania? ¿Podría aprender otro idioma y adaptarme a otra cultura? Quería comenzar mi doctorado, pero a la vez me costaba incluso encontrar un departamento.

En ese momento, me acordé de alguien a quien admiro: Malala Yousafzai, la estudiante pakistaní que sufrió mucho por querer ejercer su derecho a la educación y que ha hecho tanto por la educación de niñas y mujeres. Cada vez que leo sobre el valor que tuvo, yo misma siento valor para seguir adelante. Malala me ayudó a creer que algún día dejaría de sentirme indefensa y alcanzaría mis metas, y que luego podría ayudar a las niñas que necesiten ayuda en este momento devastador para Afganistán, mi país.

No me he olvidado de quienes quedaron atrás, como mi amiga Sarah, que hace poco terminó la escuela y quería estudiar en la universidad, antes de que las autoridades de facto se lo prohibieran a las mujeres. Kabul cayó un día antes de que ella y sus compañeros rindieran su examen final en la escuela, y las ambiciones de Sarah de convertirse en política llegaron a un abrupto final junto con su educación.

Tampoco me olvido de Lina, que ha sido maestra en los últimos 12 años y dice que, aunque ella y sus colegas sigan trabajando, siempre enfrentan dificultades económicas y de otros tipos.

Superar los desafíos

Quiero alentarlas a ellas y a otras mujeres y niñas a aferrarse a sus metas, a sobreponerse a los desafíos que aparezcan en el camino, a cultivar un espíritu determinado e inquebrantable.

Sé que no es fácil: a mí me han ignorado, me han cerrado puertas en la cara incluso cuando merecía la oportunidad, pero me he mantenido fuerte y hoy en día estoy emprendiendo un doctorado en Odontología Terapéutica para alcanzar el más alto nivel de educación y convertirme en la mejor versión de mí. Sé que el hecho de que una persona sea fuerte y valiente no significa que no le dolerán las palabras o actitudes negativas de los demás, pero hay que ignorarlas y seguir adelante. Y yo quiero ser la voz de las personas a quienes no puedo ayudar directamente.

Espero que personas poderosas e influyentes lean mi historia y mi mensaje y se sientan inspiradas a ayudar a mujeres y niñas de todo el mundo a alcanzar su potencial como yo lo he hecho.

* El programa de becas DAFI (Iniciativa Académica Alemana Albert Einstein) ofrece a la población estudiantil refugiada y cualificada la posibilidad de obtener un grado académico en su país de origen o de acogida.

La historia de Nilab se publica en el Informe de Educación de Personas Refugiadas de ACNUR de 2023, que recopila datos de más de 70 países para ofrecer un panorama más claro de la situación de la educación y la matriculación de los refugiados en todo el mundo.

* La versión en español del informe se publicará próximamente.

Consultar la versión en inglés