Declaración del Alto Comisionado en la Conferencia de Bruselas sobre Siria
Declaración del Alto Comisionado en la Conferencia de Bruselas sobre Siria
Gracias, Presidente.
En los últimos meses, la atención se ha centrado en Gaza, y con razón.
Es crucial que, al mismo tiempo, no olvidemos otras crisis sin resolver, como la de Siria. La guerra en Gaza es también un trágico recordatorio de lo que ocurre cuando un conflicto (y por extensión una crisis de refugiados) se deja desatendido.
Geir Pedersen ha hablado hoy del contexto político. Es crucial que todos sigan apoyando sus esfuerzos y la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Igualmente urgente es recordar que el conflicto que comenzó hace 13 años ha producido una crisis humanitaria que persiste – que incluye, como se ha mencionado muchas veces esta tarde – desplazamientos masivos no resueltos, con 5,6 millones de personas refugiadas sirias todavía en la región.
Necesitan su apoyo. Pero, sobre todo, su difícil situación necesita una solución.
La cuestión de cómo resolver la crisis de la población refugiada siria ha ido y venido en el volátil debate político durante años. El retorno de los refugiados a Siria fue uno de los puntos centrales de los debates del año pasado en el marco de la Liga de Estados Árabes y de la importante defensa que hizo el Grupo de Contacto Árabe. También mantuvimos una serie de debates con países europeos y árabes, y ha sido, como hemos oído, muy debatido durante años, especialmente en Líbano. Y ha emergido en Europa en los últimos meses, impulsado por la llegada de personas refugiadas sirias a las costas de la Unión Europea, en particular a Chipre.
La posición de ACNUR es, y ha seguido siendo, clara y consistente, definida por las normas internacionales de protección y las preocupaciones de las personas refugiadas, no por conveniencias políticas. Las personas refugiadas sirias deben ser protegidas dondequiera que se encuentren. Tanto ellas como quienes las acogen deben recibir apoyo. Pero cuando los refugiados deciden regresar a Siria – de forma voluntaria, segura y con dignidad, como es su derecho – también debemos ayudarles.
¿Y qué nos dicen las personas refugiadas sirias? Las encuestas de ACNUR muestran que la mayoría sigue queriendo regresar a casa en algún momento, pero añaden que diferentes conjuntos de obstáculos siguen impidiendo que muchas de ellas lo hagan. Algunos están relacionados con temores de seguridad o impedimentos legales y de otro tipo; otros son de naturaleza material o económica.
Solo el Gobierno de Siria – como comenté el año pasado con el Presidente Assad – puede abordar el primer conjunto de obstáculos. Es su responsabilidad. Espero que todos hayan tomado nota de las importantes declaraciones políticas que el Gobierno ha hecho a al respecto, incluso en la reunión del Comité Ejecutivo de ACNUR del pasado mes de octubre. También se han dado algunos pasos concretos para responder a la seguridad de las personas retornadas, abordar los desafíos legales y permitir que ACNUR supervise la repatriación, incluso mediante una mayor presencia en la frontera y en las zonas de retornados. Esta labor debe continuar para restablecer la confianza de la población refugiada y hacer frente a sus temores, desde el reclutamiento militar hasta los desafíos relacionados con la vivienda, la tierra y la propiedad, pasando por las garantías de los derechos y la protección personal. ACNUR se está comprometiendo y seguirá comprometiéndose para que estas cuestiones se aborden plenamente.
El otro conjunto de obstáculos se refiere – fundamentalmente – a la grave situación humanitaria de Siria. Las personas refugiadas no regresarán en gran número si no hay trabajo, si sus hogares siguen destruidos o si las instalaciones de salud y educación son inadecuadas. Fue positivo cuando – en 2022 – el Consejo de Seguridad autorizó que se apoyaran las actividades de recuperación temprana en Siria. Sin embargo, los recursos han sido insuficientes para crear las condiciones básicas que hagan sostenibles los retornos. Esto nos quedó claro hace tan solo unos días, cuando supervisamos el retorno voluntario de 228 personas desde el Líbano. Este apoyo debe ampliarse y acelerarse, centrándose específicamente en las zonas de retorno.
Pero incluso en las mejores circunstancias, los avances serán graduales y los países vecinos de Siria seguirán acogiendo personas refugiadas durante años. Por ello, la drástica disminución del apoyo de los donantes es motivo de gran preocupación. La reducción de la financiación, como hemos escuchado esta mañana del Ministro de Asuntos Exteriores jordano, especialmente en Jordania y Líbano, socava la capacidad de los países de acogida para proteger a las personas refugiadas al tiempo que apoyan a sus propios ciudadanos. Paralelamente, la reducción de la financiación para la recuperación temprana dentro de Siria socava la posibilidad del retorno voluntario, frustrando aún más a los países de acogida cuya paciencia, como hemos oído decir al Ministro de Asuntos Exteriores de Líbano, se agotó hace años.
Líbano, como hemos escuchado, en particular, se enfrenta a una crisis casi existencial de supervivencia como nación, que se hace aún más difícil por la larga estancia de las personas refugiadas – su situación requiere una atención especial y urgente. No debemos olvidar que Líbano, y Jordania, también se ven afectados por el conflicto de Gaza. Ambos, junto con Irak, Egipto y Türkiye – que por sí sola protege a varios millones de personas refugiadas – merecen un apoyo más concreto.
Reconozco la magnitud y la gravedad de la difícil situación de los países de acogida. Les pido que sigan protegiendo a la población refugiada y quiero reiterar explícitamente el compromiso de ACNUR de colaborar con todos los países de acogida para encontrar la forma más práctica de proteger a las personas sirias. Les pido que hagan todo lo posible para detener, en lugar de exacerbar, la retórica y las acciones contra las personas refugiadas. Esta crisis no es culpa suya.
Pero los donantes, y los países europeos en particular, no deben dar por sentada la paciencia de quienes les acogen. Elogiarlos es inadecuado si los recursos disminuyen. Y con esa disminución – inevitablemente, y como ya estamos presenciando – vendrán movimientos secundarios de refugiados hacia Europa. Recuerden, por favor, 2015.
Espero que mi mensaje de hoy sea claro: recurrir a fórmulas artificiales como definir determinadas zonas de Siria seguras para el retorno no resolverá el problema. Si nos tomamos en serio la resolución de la cuestión de la población refugiada siria mediante retornos justos, sostenibles y voluntarios, tanto la vía interna, de fomento de la confianza, como la vía externa, de apoyo material, deben ser llevadas a cabo con mucha más decisión por las partes interesadas.
Debemos guiarnos por una alianza comprometida y estratégica a largo plazo entre la comunidad internacional y los países de acogida, y no por una dinámica política con poca visión de futuro. Les pido que aumenten sustancialmente su apoyo dentro de Siria a través del Plan de Respuesta Humanitaria y las actividades de recuperación temprana; que restablezcan la financiación del Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia a niveles adecuados, además de su apoyo bilateral al desarrollo de los países de acogida; que amplíen las plazas de reasentamiento; y, en última instancia, pero muy importante, que apoyen la vía política de Geir.
No podemos, particularmente en este momento, permitirnos desatender otra crisis, o volverá para atormentarnos durante décadas.
Muchas gracias.