Años después de escapar de Croacia, una familia serbia se encuentra más cerca de la casa soñada
Años después de escapar de Croacia, una familia serbia se encuentra más cerca de la casa soñada
OBRENOVAC, Serbia, 26 de febrero de 2014 (ACNUR) – En una mañana fría y neblinosa, Ranko Rajkovic les muestra a los visitantes de ACNUR el establo reformado donde vive en Serbia central, y les dice que quiere tirarlo abajo para construir una casa decente con una habitación separada para él y su esposa.
"Hace 15 años que mi esposa Željka sueña con una casa sólida y decente" dice el hombre de 54 años, con lágrimas en sus ojos, a los funcionarios de ACNUR en la casa que él y su mujer comparten con su hijo estudiante. Ese sueño podría convertirse en realidad pronto a través del plan regional de viviendas en el que participa ACNUR.
Ranko compró el establo en ruinas en 2002, siete años después de escapar de Sisak, en el país vecino de Croacia. Él, Željka y su hijo Saša, ahora de 21 años, formaban parte del cuarto de millón de serbios étnicos que escaparon a Serbia al finalizar la guerra en Croacia (1991-1995).
La familia se mudó en 1997 a Obrenovac y han vivido allí desde entonces. Ranko pronto encontró un trabajo estable en una panadería local mientras que Željka retomó su carrera de docente y ahora da clases a niños de primaria en una escuela. Poco después decidieron forjar su futuro en Serbia y solicitaron la ciudadanía en 2002. "Sabíamos que no volveríamos a Croacia dado que no teníamos una propiedad a la cual regresar" explicó Ranko.
En cambio, decidieron invertir en la tierra en Obrenovac y no gastar dinero en alquiler. El establo iba a ser una solución transitoria para la pareja, cuyo hijo estudia Derecho durante el día en la Universidad de Belgrado, a unos 30 kilómetros de distancia.
Pero ellos nunca tuvieron suficiente dinero para comprar o alquilar un lugar mejor y con el paso de los años, el sueño de Željka nunca parecía acercarse. Entonces Ranko oyó hablar de un importante proyecto con el que se iba a poner fin al prolongado problema de desplazamiento en la región.
El Programa Regional de Vivienda fue lanzado por Bosnia y Herzegovina, Croacia, Montenegro y Serbia en 2012 para proporcionar soluciones de vivienda duraderas y medios de subsistencia sostenibles para más de 74.000 personas, de las cuales 45.000 viven en Serbia. Los donantes se han comprometido hasta la fecha a financiar unos 260 millones de euros del costo estimado de 600 millones del proyecto. La Unión Europea se ha comprometido a donar la mayor parte de esa cantidad (230 millones de euros).
"Cuando escuché hablar sobre el Programa Regional de Vivienda en la televisión y hablé con el personal local del Comisionado serbio para los Refugiados, no tenía dudas sobre lo que haría" dice Ranko, que se inscribió para recibir una de las primeras 70 casas que iban a construirse en Serbia. También se están construyendo y renovando apartamentos en edificios a través de este plan de cinco años, realizado con el apoyo de ACNUR.
Ranko es una de las 80 personas que han solicitado los bungalows sólidos y bien construidos de este proyecto y, si su solicitud es aceptada, deberá solicitar un permiso de ubicación y construcción. Quiere derribar el granero y construir en un lugar adyacente.Ya ha hecho las conexiones necesarias para los servicios públicos, que reducirán el gasto de la instalación. ACNUR contratará a proveedores locales para levantar las casas tras abrir un proceso de licitación.
Tener una nueva casa hará que los sacrificios del pasado valgan la pena y además garantizará la comodidad y seguridad de Ranko y Željka durante su vejez. Una de las razones por las cuales no pudieron construir algo mejor en Obrenovac fue que invirtieron gran parte de sus ahorros en el futuro de Saša.
"Ahorramos cada centavo que ganamos para que nuestro hijo fuera a la escuela y para encontrar una solución de vivienda permanente en vez de alquilar" recuerda Ranko. En la región de Banija, en Croacia central, donde él creció, Ranko fue administrador y contable en una escuela local en la que Željka dio clases. Vivieron en un apartamento que pertenecía a la escuela.
Al llegar a Serbia, aun fuerte y con energía, Ranko encontró trabajo como empleado de mantenimiento en una panadería. Unido al sueldo de profesora de Željka, estaban viviendo con unos ingresos mensuales de 200 euros en un momento en que la economía se estaba deteriorando. Ni siquiera tenían suficiente dinero para instalar cañerías dentro del establo y debían usar una fuente fuera de la casa para conseguir agua. En invierno, Ranko envolvía la tubería con una tela para que no reventara.
Ellos esperaban que al terminar la escuela secundaria, Saša aprendiera un oficio, como el de fontanero, para así unirse al mercado de trabajo tan pronto como fuera posible y ayudar con los gastos. "Sin embargo, él quería estudiar Derecho y tuvimos que rendirnos. Viaja casi tres horas para ir a Belgrado todos los días y no perderse las clases y llega a casa por la noche" dice Ranko.
Pero ahora ven un poco de luz al final del túnel. Los estudios de Saša podrían beneficiarlos a todos cuando comience a trabajar, y pronto podrían tener una mejor casa. En cuanto a Croacia, ahora es un país extranjero para la familia Rajkovic, como su pasado.
Por Mirjana Ivanovic Milenkovski y Neven Crvenkovic en Obrenovac, Serbia