De cara a Río 2016, el capoeira lleva una poco de Brasil a República Democrática del Congo
De cara a Río 2016, el capoeira lleva una poco de Brasil a República Democrática del Congo
MOLE, República Democrática del Congo, 4 de agosto de 2016 (ACNUR) – Es mediodía en el campamento de refugiados en Mole, y el sol está alto mientras un grupo de refugiados empieza a practicar capoeira en la tierra rojiza.
Los latidos rítmicos llenan el aire mientras dos capoeiristas se rodean en la "roda", un círculo formado por participantes que cantan, aplauden y tocan tambores. Docenas de refugiados que viven en los campamentos, incluyendo niños, vinieron a ver el espectáculo y forman parte.
"Cuando cantamos, es como si estuviéramos en el aire, como niños", dijo Porter Kokolo Diack de 17 años, uno de los maestros de capoeira del campamento. "Olvidamos todo lo malo cuando hacemos la roda. Cuando cantamos, olvidamos todo, y estamos bien, motivados. Estamos felices".
El arte marcial brasileño combina elementos de danza, acrobacia y música, así como rastros de sus raíces en Angola y los dos Congos. Es muy popular en el campamento en Mole, muy al norte de la República Democrática del Congo (RDC), que alberga a más de 14.000 refugiados de la República Centroafricana.
El capoeira fue traído al campamento hace dos años por el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y ADSSE, una ONG socia, como una actividad de ocio, que esperaban, también promoviera la paz y la reconciliación y bajara las tensiones entre los refugiados. Los capoeiristas de Mole ahora entrenan tres veces por semana.
"Capoeira es paz, es auto control" dijo Aristote Makola Gardinois, instructor de 31 años, y que también era refugiado de Angola. "Me gusta el capoeira porque me ayudó a volver a ganar auto control y tener espíritu de equipo".
Gardinois huyó de la guerra en Angola con su familia cuando tenía cinco años, después de que su padre fuera asesinado. Él se unió a un grupo de capoeira en Kinshasa, la capital de Congo, ya que este le daba una salida creativa de los problemas y los peligros de la vida diaria, incluyendo las pandillas callejeras llamadas "Kulunas".
"Empecé a hacer capoeira en Kinshasa para evitar unirme a las Kulunas. Hasta mis amigos se estaban uniendo. Yo no quería ser parte de ellas, y por eso me uní a capoeira para tener una educación".
Mientras que él es ahora nacional de Congo, Gardinois conoce exactamente qué significa ser refugiado, con una necesidad de encontrar paz y armonía. Él está convencido de que el capoeira baja la tensión, promueve la reconciliación y ayuda a los refugiados a vivir pacíficamente juntos en el campamento, y en armonía con sus comunidades de acogida.
"Antes del capoeira, teníamos problemas. El capoeira nos trajo paz, auto control y amor", dijo Diack, uno de los estudiantes de Gardinois. "Ahora vivimos juntos y bien, estamos relajados y podemos controlarnos a nosotros mismos. También vivimos bien con la comunidad de acogida. Ellos también vienen a hacer capoeira con nosotros por las noches. Nosotros los acompañamos a sus casa y hablamos".
El capoeira también ha ayudado a Marie Fangoule, una madre de cuatro y que tiene 39 años, a lidiar con el trauma de la guerra que la obligó a huir de su hogar en Bangui, la capital de la RCA, hace tres años.
"Huimos porque había muchos cadáveres, muchas personas muertas en las calles. Cuando ves tanta sangre como ahí, duele. No podíamos quedarnos. Por eso vinimos. Cuando hago capoeira, me siento bien, olvido mis problemas", dijo.
Mientras que los capoeiristas en Mole saltan, patean y giran, sus pensamientos están con el primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, que competirá en los Juegos Olímpicos de Río 2016, con quienes se identifican fuertemente. Los juegos inician mañana 5 de agosto.
"Los refugiados también tienen talentos y pueden contribuir con la sociedad".
"Creemos en ustedes. Esperamos que ganen", dijo Diack, explicando lo que la participación de los 10 atletas, bajo la bandera del Comité Olímpico Internacional, ha significado para refugiados como él.
"Se siente bien darse cuenta de que el mundo nos recuerda. Muy en el fondo pensamos que somos refugiados, que no podemos hacer nada. Pero no. Los refugiados también tienen talentos y pueden contribuir con la sociedad", dijo.
Los capoeiristas en Mole esperan que un día ellos también puedan viajar a Brasil para mejorar sus habilidades, y eventualmente llevar el arte de su deporte a sus hogares en la RCA.
"Soñamos que un día podamos llevar el capoeira fuera del campamento en Mole y llevarlo a nuestros hogares en Bangui", dijo Diack.
Por Céline Schmitt.