Los desplazados internos de Sudán anhelan una verdadera paz para volver a casa
Los desplazados internos de Sudán anhelan una verdadera paz para volver a casa
Casi dos décadas después de que el conflicto en la región de Darfur, en Sudán, desencadenara ataques armados contra civiles, graves abusos contra los derechos humanos y desplazamientos generalizados, aproximadamente 1,6 millones de personas no pueden regresar a sus hogares ya que estas áreas continúan siendo inseguras.
Los ataques armados y la violencia interétnica hacen que sea demasiado peligroso para muchas personas arriesgarse a regresar para reiniciar sus vidas. Personas como Ahmed Ishag Babiker, de 54 años. Han pasado 17 años desde que hombres armados llegaron a su aldea en el norte de Darfur.
“Estábamos sentados debajo de un árbol cuando de repente escuchamos disparos. Se acercaban camiones con hombres armados. Corrí hacia la casa para buscar a mis hijos”, relató el padre de seis.
La esposa de Ahmed estaba cuidando la granja familiar. Su hijo mayor estaba pastoreando el rebaño de ovejas y cabras de la familia.
"Me llevé a mis otros hijos y corrí a las montañas donde nos escondimos durante varios días", dijo. Encontró a su esposa e hijo tres días después.
"Los hombres armados venían de todas partes: del desierto, los valles y las montañas".
Al igual que Ahmed, Zahra Abdulrahman se vio obligada a huir después de que hombres armados atacaran su aldea al pie de las montañas Jebel Si, a 35 kilómetros al este de Kabkabiya.
"Los hombres armados venían de todas partes, del desierto, los valles y las montañas", dijo. "Vi cómo asesinaban a la gente, así que hui".
Ahmed recordó que los hombres armados saquearon y robaron todo en el pueblo de Wadi Bare, que solía ser pacífico, y que está a unas dos horas en automóvil de la ciudad de Kabkabiya. Él lo perdió todo.
Los ataques continuaron durante días. Su familia solo salía de noche a buscar comida y agua.
"No pudimos abandonar la aldea porque estaba cerrada por los hombres armados. Si intentabas escapar, dispararían”, dijo. El pueblo estuvo bloqueado durante casi un año.
Ahmed finalmente reunió suficiente coraje y se acercó a algunos hombres en un punto de control de seguridad.
“Me inventé una historia y les dije que no estaba bien. Me permitieron ir a Kabkabiya para buscar atención médica”, dijo. "Me fui sin nada".
Encontró trabajo y después de algunos meses, su familia finalmente se unió a él en la ciudad, donde miles de personas también habían huido. Más tarde, se mudó a la capital de Sudán, Jartum, donde trabajó durante un año.
Pero regresó a Kabkabiya cuando las autoridades locales comenzaron a asignar terrenos a los desplazados internos, lo que les permitió construir casas.
Más de 50.000 sudaneses desplazados han llegado a la ciudad a lo largo de los años, más recientemente en 2016. Ahmed se preocupa constantemente por sus hijos mientras lucha por llegar a fin de mes.
Si bien la paz ha regresado lentamente a Darfur desde 2003, la situación sigue siendo frágil en algunas partes de la región. Numerosos pueblos abandonados salpican el paisaje vacío que rodea Kabkabiya y otros lugares en el norte de Darfur.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y las agencias socias brindan asistencia humanitaria, incluyendo educación.
“Muchos de los jóvenes no tienen educación, particularmente los que crecieron durante el conflicto. Necesitan habilidades para poder contribuir a la economía", explicó Fortunata Ngonyani, Oficial Senior de Protección del ACNUR en El Fasher.
Según un informe publicado esta semana por el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), el número de personas que huyen de conflictos o violencia pero que permanecen dentro de sus propios países alcanzó un máximo histórico de 45,7 millones en 2019.
ACNUR lanzó recientemente la iniciativa para los desplazados internos para intensificar la respuesta a las situaciones de desplazamiento interno a lo largo de este año y el 2021. Se centra en nueve países: Etiopía, Sudán del Sur, Sudán, Burkina Faso, República Democrática del Congo, Irak, Afganistán, Ucrania y Colombia.
La iniciativa apunta a generar una mayor visibilidad del impacto del desplazamiento interno en los afectados, asegurar más recursos para las respuestas para los desplazados internos y fortalecer el apoyo del ACNUR a las operaciones en estos nueve países.
“Como agencias humanitarias, estamos intentando, junto con el gobierno, ayudar a los desplazados, pero hasta ahora, la situación sigue siendo grave. La gente necesita mucho apoyo para poder avanzar", agrega Ngonyani.
Zahra contó cómo había huido a pie con su familia a Korma, una pequeña ciudad desierta, al noreste de Kabkabiya. Después de casi tres meses, fue trasladada al campamento de desplazados internos de Abu Shouk, uno de los mayores campamentos de desplazados internos en Darfur del Norte, con más de 90.000 habitantes.
"Juro que si hubiera paz, podría volver ahora mismo".
Pero unos 15 años después todavía está allí, luchando por cuidar a su familia.
“Todavía necesitamos ayuda. Necesitamos trabajos. No tengo cabras, ni granja, nada", dijo.
Ahmed también extraña su vida como granjero.
“Recuerdo mi tierra porque siempre estaba verde. Aparte del azúcar y la sal, todo lo demás venía de mi granja”, dijo con tristeza. “Juro que si hubiera paz, podría volver ahora mismo. Regresaremos para poder vivir como solíamos y desarrollar nuestro lugar”.