Rapero venezolano lanza mensajes de inclusión desde las plazas de Ecuador
Rapero venezolano lanza mensajes de inclusión desde las plazas de Ecuador
Sus versos improvisados fluyen en el escenario, dejando boquiabiertos a sus espectadores. Desde una plaza de Cuenca, a un teatro de Quito o un ‘skatepark’ de Manta, este joven venezolano de 22 años triunfa en la escena del hip hop en Ecuador gracias a sus elocuentes rimas a favor de la integración.
Ese pasado que le marcó, y que ha podido superar gracias a su talento y resiliencia, comenzó cuando solo tenía 14 años. En 2015, tras un largo viaje de casi 4 días en autobús a través de los Andes, Ángel y su madre llegaron a Cuenca, ciudad colonial al sur de Ecuador donde viven más de 25.000 personas refugiadas y migrantes. Irse de su país en plena adolescencia fue un punto de inflexión en la vida de Ángel.
Tu gente que te quiere, y de repente tienes que irte por una situación que no depende de ti
“Fue un poquito traumatizante, por así decirlo, porque no te lo esperas. Cuando tú eres una persona que tienes una vida, tienes tus amigos, tienes tus familiares, tu gente que te quiere, y de repente tienes que irte por una situación que ni siquiera depende de ti”, dice Ángel. “Me pegó bastante”.
Aunque echaba de menos su hogar, se adaptó rápido a su ciudad de acogida. Entró al colegio, continuó sus estudios y llegó a ser elegido presidente de su curso por sus compañeros de clase, en su mayoría ecuatorianos. “Tuve la habilidad de hacer amigos rápido, de conocer gente muy buena aquí en Cuenca”, explica.
No es casualidad que su asignatura favorita en el colegio fuera Lengua y Literatura. Desde la adolescencia, Ángel empezó a desarrollar su pasión por el rap, una disciplina en la que es fundamental manejar un amplio vocabulario. Pero su amor por la música le llegó desde muy pequeño.
Animado por su padre, músico profesional, Ángel estudió en un conservatorio cuando era niño en Venezuela. “El rap no es algo que se estudia en la universidad, sino que se aprende en la calle. Pero debes tener disciplina, escribir o rapear todos los días. Yo siento el rap desde que lo conocí, porque yo estudié música, entonces siempre me ha interesado el arte y la comunicación”, recuerda.
A sus 17 años en Cuenca, Ángel empezó a rapear con sus amigos y comprendió que lo suyo era el ‘freestyle’, un estilo que se define por la improvisación. Los participantes reciben una palabra justo antes de iniciar cada batalla y deben utilizar su agilidad mental y verbal para enlazar rimas alrededor del tema propuesto por los organizadores.
El talento de Melo – así es conocido Ángel en el mundo del rap – se desarrolló tan rápido que a los 19 años acudió a su primera competición de ‘freestyle’ y poco después llegó a ser dos veces subcampeón nacional de Ecuador en esta modalidad. Así, el joven talento irrumpió en la escena como un vendaval, sorprendiendo a propios y extraños con sus afilados versos impregnados de su historia de desplazamiento, y derrotando a los campeones de años anteriores siendo un novato desconocido.
Gracias al rap he conocido amistades que hasta ahora siguen
“Gracias al rap se podría decir que soy una persona muy distinta porque expresarte a través de letras, expresarte a través de sentimientos improvisados que salen al momento, creo que es una de las mejores sensaciones que he podido tener, y he conocido amistades que hasta ahora siguen”, afirma Ángel, reconociendo que el rap le ayudó a integrarse en Ecuador. Entre sus rimas abundan mensajes que ponen a la luz la discriminación y xenofobia que hay en contra de personas que tuvieron que salir de sus países, promoviendo mensajes de solidaridad e inclusión.
Como él, muchos jóvenes refugiados y migrantes han encontrado en el país andino un nuevo hogar donde reconstruir sus vidas y desarrollar su talento para mirar al futuro con esperanza. Según estimaciones de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en enero de 2023 había alrededor de 124.000 personas refugiadas y migrantes jóvenes – de 18 a 29 años – en Ecuador. Esto representa algo menos del 20% de las estimadas 570.000 personas refugiadas y migrantes que viven en el país.
ACNUR trabaja junto a sus socios a través de proyectos comunitarios que utilizan el arte, el deporte y otras actividades para facilitar la integración de los y las jóvenes en situación de movilidad humana que buscan una oportunidad para expresarse y rehaces sus vidas.
Además de promover la integración con sus rimas, Ángel colaboró con el proyecto Antirrumores, una iniciativa de ACNUR y la Universidad de Cuenca para mitigar la xenofobia y promover la solidaridad hacia las personas refugiadas en la tercera ciudad más poblada de Ecuador.
“Desde que llegó a Cuenca, Ángel nos ha demostrado su vocación para trabajar temas de derechos y trabajar no solo en favor de las personas en movilidad humana, sino también cuestiones de igualdad de género”, dice Fabián Cornejo, encargado de comunicación del proyecto. “A pesar de que no siempre lo tuvo fácil en Cuenca, siempre apostó por defender los derechos e incluso fue parte del Consejo Consultivo de Niñez y Adolescencia de Cuenca, donde jugó un papel importante gracias a su carisma y su forma de ser”.
Ahora, Ángel vive con su madre, Margit Flores, quien le ha criado sola desde que él tenía 4 años y es ahora su roca. “Siempre me he sentido con la fortaleza para salir adelante con él”, cuenta Margit, orgullosa de Ángel, quien sueña con poder vivir de su música, continuar su carrera en el mundo del rap y cambiar conciencias mediante sus rimas.
“Lo chévere del rap es que con las letras tú puedes cambiar a las personas y puedes hacerlas pensar”, dice, convencido de que su música puede ayudar a construir un mundo más inclusivo para las personas refugiadas.