Un brillante refugiado eritreo en Sudán ha sido seleccionado para estudiar en los Países Bajos
Un brillante refugiado eritreo en Sudán ha sido seleccionado para estudiar en los Países Bajos
JARTUM, Sudán, 17 de abril de 2014 (ACNUR) – Cuando Mohammed Humed huyó de Eritrea a Kassala, el famoso destino turístico de Sudán, no lo hizo para pasar unas vacaciones. Lo hizo buscando una vida mejor, una vida que le ofreciera seguridad y paz.
"Nos marchamos porque veíamos que no había libertad ni un futuro sostenible", afirma Mohammed, que ahora tiene 17 años y que ha triunfado más de lo que hubiera podido imaginar en los tres años que hace que llegó a la zona oriental de Sudán.
Fue afortunado, pues tiene familiares en Kassala que pudieron ayudarle y no tuvo que vivir en uno de los nueve campos de refugiados que actualmente albergan a unos 76.000 refugiados en el este de Sudán.
El gobierno de Sudán es tradicionalmente hospitalario con los refugiados. Algunos eritreos llevan décadas en el exilio y sus hijos han tenido acceso a las escuelas públicas o a otras financiadas por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Pero la vida allí no es fácil: las temperaturas alcanzan los 45 grados, hay restricción de movimientos y el acceso a la educación superior y las oportunidades de trabajo es limitado.
"Siempre he querido tener una buena educación, cosa difícil de conseguir en Eritrea. Tener unos estudios era importante para mí", dice Mohammed. Cuando a finales de 2012 Mohammed tuvo noticias de la posibilidad de obtener una beca para estudiar en el extranjero, vio que era una oportunidad única.
En cooperación con ACNUR y las autoridades sudanesas, la Fundación Colegios del Mundo Unido (UWC por su sigla en inglés) estaba llevando a cabo una campaña informativa por todo Sudán sobre su programa de becas. Los solicitantes que resultaran finalmente escogidos estudiarían en uno de los 14 campus que UWC tiene repartidos por el mundo, después de un proceso de selección muy competitivo.
Es fácil entender por qué Mohammed fue uno de los cuatro estudiantes seleccionados en Sudán en 2013, de entre 200 solicitantes. Sus chispeantes ojos y su sonrisa tranquila son los signos externos de un joven muy maduro. Habla con calma en un inglés excelente y hace una pausa antes de responder a cada pregunta.
"Era un candidato extraordinario, nos sentimos muy contentos de escogerlo para una beca que cubre todos los gastos en el centro de UWC en Maastricht", dice Natasha González Pearson, del Comité de Selección de UWC para Sudán, y cuyos miembros son, en su mayoría, voluntarios sudaneses.
Mohammed partió para Maastricht, en los Países Bajos, en septiembre de 2013 para iniciar sus estudios de Bachillerato Internacional, unos exigentes estudios que constan de dos cursos, y que espera acabar en 2015.
"Me encanta el centro. He hecho muchos amigos y la gente es muy abierta aquí. Al principio me costó un poco acostumbrarme, hacía mucho frío y las clases eran muy diferentes, pero ahora estoy bien. Me encanta este lugar, aunque la vida es muy cara", afirma Mohammed en una entrevista telefónica desde los Países Bajos.
"Hablo a menudo por teléfono con mi familia en Kassala y espero poder visitarlos en verano", dice. Cuando le preguntamos si se sienten orgullosos de él, Mohammed no duda en responder: "¡Por supuesto!".
Él también está muy orgulloso de ser eritreo, a pesar de las dificultades. "Quiero ser ingeniero y ayudar a mi país algún día. Pero por ahora, no puedo imaginarme volver a Eritrea, me podrían arrestar."
Cada mes, entre 600 y 800 refugiados eritreos huyen de su país al vecino Sudán. La mayoría son jóvenes, con educación y provienen de áreas urbanas, como Mohammed.
El reclutamiento forzoso sigue siendo una de las principales razones por las que huyen los jóvenes eritreos: a los 15 años deben ingresar en el ejército.
Como mínimo el 80 por ciento de estos jóvenes refugiados abandonan Sudán e intentan alcanzar Europa, a menudo cruzando el Mar Mediterráneo en unas peligrosas travesías.
"La gente seguirá marchándose de Eritrea, a menos que las cosas cambien allí", concluye Mohammed, que ahora se está centrando en sus exámenes de primer curso.
Su viaje, más seguro desde Eritrea hasta Europa, no está al alcance de muchas personas. UWC continúa ofreciendo becas a estudiantes con talento y este año, de entre 265 solicitantes, dos refugiados en Kassala han sido seleccionados para asistir los dos próximos años a campus de UWC en Noruega y en Armenia.
Por Nicolas Brass, desde Jartum, Sudán