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Un deja vu desesperanzador para un refugiado de Malí dos veces desplazados

Historias

Un deja vu desesperanzador para un refugiado de Malí dos veces desplazados

Ahmadou fled Mali in 1991 and sought refuge there again in 2012. UNHCR is helping refugees like him in Mauritania as they monitor the situation back home. [for translation]
10 April 2013
Ahmadou, un hombre alto, con ojos penetrantes y bondadosos, es un líder comunitario perteneciente a la etnia tuareg y oriundo de la región central de Malí.

CAMPAMENTO DE MBERA, Mauritania, 10 de abril (ACNUR) – Ahmadou tiene a veces la sensación de que el campamento de refugiados de Mbera se ha convertido en su segundo hogar, aunque la idea no le hace feliz. Pasó aquí cinco años en la década de 1990 y ahora ha regresado al verse obligado a abandonar su hogar debido al conflicto que ha estallado en el vecino Malí y se pregunta cuánto tiempo permanecerá esta vez en Mbera.

A principios de este año, el Gobierno de Malí recuperó el control de su región natal con la ayuda del ejército francés, pero a muchos refugiados les sigue preocupando la situación en la región y no quieren regresar, en particular los tuareg, por miedo a las represalias. El ACNUR es una de las organizaciones que están ayudando a los refugiados a la espera de la evolución de la situación en Malí.

"Hui por primera vez de mi país en 1991 y regresé en 1996, convencido de que ya no tenía nada que temer y que podría vivir allí con toda seguridad", explica al ACNUR. "En 2012 la historia se repite y ahora me encuentro en la misma situación, e incluso peor".

Ahmadou, un hombre alto, con ojos penetrantes y bondadosos, es un líder comunitario perteneciente a la etnia Tuareg que vive en la ciudad de Léré, sita en la región central de Malí, a unos 60 kilómetros al este de la frontera con Mauritania. Es cabeza de una familia de 17 personas que viven en Mbera, donde también representa a los refugiados en uno de los sectores del gran campamento.

Es un líder natural, acostumbrado a hacer frente a los problemas y a resolverlos. Sin embargo, a pesar de su fortaleza, Ahmadou no pudo evitar que el conflicto llegara a su región de origen y perturbara las vidas de los que lo respetan y dependen de él. Y al final, él y sus parientes también tuvieron que huir exiliados por segunda vez.

Ahmadou todavía recuerda perfectamente la primera vez que se vio obligado a huir a Mbera, localidad situada a unos 60 km hacia el interior de Mauritania. Los separatistas de la etnia Tuareg que habitan en el norte de Malí se sublevaron contra el Gobierno en 1990 tras haber sufrido discriminación durante años. En el desplazamiento forzoso que siguió a la revuelta, miles de civiles huyeron a Mauritania y a otros países vecinos.

"Hubo una masacre en Léré, donde se asesinaba a las personas en razón de su origen", recuerda Ahmadou. "El día que descubrí los cuerpos de hombres y mujeres apilados en una fosa común, reuní mis pertenencias y me dirigí a la frontera con Mauritania".

Ahmadou llegó a Mauritania en el mes de mayo de 1991 y a los cinco años pudo regresar a Léré con la ayuda del ACNUR. Tuvo que empezar desde cero y reconstruir su vida. "Habíamos perdido todo: nuestro hogar, nuestros animales, el acceso al agua . . . absolutamente todo".

Con el apoyo de las organizaciones de ayuda humanitaria, los repatriados reconstruyeron los sistemas de distribución de agua y reanudaron su vida. Ahmadou participó en actividades agrícolas y de construcción. Sin embargo, a principios del pasado año el conflicto se reavivó en Malí cuando los rebeldes de la etnia tuareg que viven en el norte del país lanzaron una ofensiva y tomaron ciudades del norte y el centro de Malí, entre ellas Tombuctú y la vecina Léré.

"Huimos por miedo a las represalias [porque se identificaba a los tuareg con los rebeldes]. El ejército no distinguía entre civiles y combatientes y nosotros nos encontrábamos en medio de los dos grupos", explica Ahmadou, y añade que el levantamiento no cogió por sorpresa a muchos, dado que el Gobierno no había cumplido su promesa de construir infraestructuras y servicios básicos en el norte del país.

A su llegada a Mauritania, Ahmadou se encaminó inmediatamente al entorno conocido del Campamento de Mbera. También se encontró con muchos de sus viejos amigos que habían llegado con él en 1991 y se habían quedado en la región de Mbera. Y ahora, después de permanecer un año aquí, tampoco tiene previsto regresar.

"Todos los días llegan nuevos refugiados a Mauritania y estoy seguro de que continuarán llegando durante muchos meses más", pronostica. "La seguridad es precaria y el deseo de venganza sigue siendo muy fuerte. No podemos regresar mientras persista esta situación. Esta vez tendré que plantearme seriamente cuándo es el momento adecuado para volver; no quiero convertirme en refugiado por tercera vez".

Ahmadou añade: "Nadie quiere convertirse en refugiado. Si pudiera no pasaría aquí una sola noche, pero no regresaré hasta que las condiciones de seguridad sean adecuadas y se respeten mis derechos de ciudadanía".

Desde que, a finales de enero, se inició la intervención militar con el apoyo de Francia, han llegado a Mauritania 21.600 refugiados de Malí, la mayoría mujeres y niños. A finales de marzo, el campamento de refugiados de Mbera acogía a más de 75.000 refugiados malienses. Mauritania acoge a más refugiados de Malí que ningún otro país.

Por Dalia Al Aichi en el campamento de refugiados de Mbera, Mauritania

Gracias a la voluntaria de UNV Online Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.