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Una mujer somalí refugiada en Suiza anhela reencontrarse con sus hijos

Historias

Una mujer somalí refugiada en Suiza anhela reencontrarse con sus hijos

Nimo se esfuerza por hablar sobre los cuatro de sus hijos que tienen que valerse por sí mismos en un campamento de refugiados etíopes. Pero buenas noticias están en camino.
28 January 2014
Nimo no puede evitar llorar cuando piensa en sus hijos en Etiopía.

GINEBRA, Suiza, 28 de enero de 2014 (ACNUR) – Con la cabeza envuelta en un pañuelo de color turquesa brillante y luciendo un suéter a rayas rojas y blancas, Nimo, de 26 años, parece la viva imagen de la alegría.

Sin embargo, cuando se le pregunta acerca de sus hijos, los grandes ojos redondos de esta refugiada somalí se llenan de lágrimas y empieza a sacudir lentamente la cabeza hacia atrás y hacia adelante."Es difícil para mí hablar de mis hijos. Les echo mucho de menos. Cuando hablo de ellos, la tristeza se queda conmigo durante días", dice Nimo.

Hasta hace poco, los cuatro hijos que tuvo con su primer marido – asesinado-, de edades comprendidas entre los ocho y los quince años, vivían bajo el cuidado de su madre en Awbare, un campamento de refugiados en el noreste de Etiopía. A principios de noviembre, durante una de las rutinarias y caras llamadas telefónicas de Nimo para contactar con ellos, se le informó de que su madre había muerto, dejando a los niños solos.

"Mis hijos están huérfanos y solos, sin nadie que se ocupe de ellos. ¡No puedo dormir!" solloza, durante una reunión con ACNUR en la ciudad del centro de Suiza donde vive con sus dos hijos más pequeños, nacidos en este país, y con su actual marido y padre de los niños. "Estoy desesperada por reunirme con ellos", dice.

Su búsqueda comenzó hace cinco años cuando llegó a Suiza tras huir de Somalia con su marido Saleban. Ella ha estado recibiendo un apoyo y asistencia legal inestimables por parte de la Cruz Roja Suiza.

Aunque huyó de un país violento devastado por la guerra, esto no ha dado derecho a Nimo a obtener el estatuto de refugiada en Suiza. En su lugar, ha sido admitida al procedimiento de asilo de forma provisional porque regresar a su país podría poner su vida en peligro, a pesar de que esto no se reconoce formalmente. En consecuencia, tiene muchos menos derechos que los refugiados registrados.

Las personas con el estatus de admisión provisional no tienen derecho a traer a sus familiares a Suiza a menos que puedan demostrar que ganan el dinero suficiente para mantener a la familia, algo que en la práctica es casi imposible de lograr.

La admisión provisional, que muchos perciben como un abuso del sistema de asilo en Suiza, deja a las personas en el limbo, sin que se reconozca su traumático pasado y sin poder dar un paso hacia el futuro y ser plenamente aceptados en su nuevo país.

Pero para Nimo conseguir reunirse con sus hijos es una cuestión de amor y está decidida a ello. Su determinación está alimentada en parte por un sentimiento de culpa por no haberse llevado consigo en su día a Europa a sus cuatro hijos mayores.

Nimo pensó en dejar Somalia por primera vez cuando el padre de los cuatro chicos fue asesinado a tiros por un grupo armado en la volátil capital del país, Mogadiscio, hace más de cinco años. Ella estaba preocupada por la seguridad y el futuro de sus hijos si se quedaban en esta ciudad devastada por la guerra y donde tendrían oportunidades limitadas.

Ella se quedó y se casó con Saleban, pero la situación de seguridad se deterioró aún más y, después de pensarlo mucho, decidió irse, tanto por la seguridad de sus hijos como por su futuro. Como la pareja no tenía mucho dinero tuvieron que dejar temporalmente a los cuatro niños con la madre de Nimo. El plan era traerlos después.

Pero, como descubrió más tarde, no era tan simple como parecía. A esto se unió luego la inquietante noticia de la muerte de su madre y su tristeza fue aún mayor cuando se enteró de que la hermana de su primer marido estaba en Etiopía tratando de llevarse a los niños de regreso a Mogadiscio para vivir con la familia. La última vez que su hijo mayor, Ahmed, fue a visitar a su familia paterna, el muchacho fue raptado por la milicia de Al-Shabab para ser reclutado como soldado.

La comunidad somalí en Suiza apoyó rápidamente a Nimo y su familia, obteniendo los 2.000 dólares necesarios para encontrar y rescatar al chico. Ahmed por suerte volvió seguro de vuelta a casa con sus familiares en Etiopía.

Mientras tanto, Nimo ha estado recibiendo apoyo de otros, incluyendo ACNUR. "A ACNUR le gustaría ver que las personas que huyen de los conflictos y la violencia reciben un estatuto de protección real con un permiso de residencia en Suiza, y al mismo, o al menos, obtener unos derechos similares a los refugiados. Unos derechos que permiten que las familias estén juntas y que las personas puedan integrarse en la sociedad y ser autosuficientes", dijo Pascal Schwendener, oficial de relaciones exteriores en Ginebra.

A pesar de los contratiempos y el limbo legal al que se enfrenta en Suiza, Nimo no se ha dado por vencida a la hora de a ver a sus hijos de nuevo. "No voy a perder la esperanza", insiste.

Dado que la historia de Nimo fue publicada en medios de comunicación, ACNUR se enteró de que finalmente Suiza accedió a que los cuatro chicos se reuniesen con Nimo, cambiando así una vida en las áridas regiones del este de Etiopía por un futuro más prometedor en Suiza.