Un ¡aló!, un alivio
Un ¡aló!, un alivio
BOA VISTA, Roraima, Brasil - En una normal tarde de jueves, se monta una central telefónica justo dentro del albergue São Vicente, en Boa Vista, Roraima. La noticia rápidamente se extiende entre los residentes y se forma una larga fila ante la importante oportunidad: contactar a las personas queridas que siguen en Venezuela.
Esta posibilidad es ofrecida por la ONG Télécoms Sans Frontières (TSF), que opera desde hace más de 20 años en todo el mundo, permitiendo a las personas que se han visto obligadas a desplazarse y que se encuentran en necesidad de asistencia humanitaria poder llamar gratuitamente a sus familiares, tener acceso a información acerca de los lugares donde viven y hasta conseguir oportunidades de empleo.
Para la Asistente de Programa de ACNUR, Fernanda Carvalho, coordinadora de las actividades en el albergue São Vicente, esta iniciativa es crucial para facilitar el proceso de adaptación de los venezolanos que llegan a Brasil. “Mantener el contacto con los familiares es muy importante para que se sientan más fortalecidos en este período de cambio y reestructuración”, afirma.
TSF tiene oficinas en Francia, México y Tailandia y ha realizado misiones en diversos países en todo el mundo. La ONG ha trabajado en América del Sur tras desastres naturales como los terremotos en Perú (2001 y 2007) y Chile (2010) y las inundaciones en Venezuela (2002), entre otros, haciendo posible que las poblaciones afectadas realizaran llamadas. En abril, TSF llegó a Brasil para ofrecer asistencia a los miles de venezolanos que se vieron obligados a abandonar su país.
En Brasil la ONG está colaborando con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, para ofrecer un servicio diario de telefonía itinerante en cinco albergues de Boa Vista y en el Centro de Referencia para Refugiados y Migrantes, ubicado en la Universidad Federal de Roraima (UFRR). TSF también recibió apoyo del Servicio Jesuíta a Migrantes y Refugiados (SJM) y de Fraternidade sem Fronteiras (FSF), organizaciones que también actúan en Roraima proporcionando asistencia a los venezolanos.
Marta Moretón, experta en tecnologías de la información y comunicaciones de TSF, quien vino en misión a Boa Vista, cuenta que a menudo las personas que llegan en Boa Vista relatan que debido a la imposibilidad de comunicarse durante la travesía, a menudo pasan cerca de diez días sin dar noticias a sus familiares. “La mayoría de las personas que están en esa situación no tienen medios para llamar a sus familias, TSF trabaja para suplir esa laguna tan importante, especialmente para personas en situación de vulnerabilidad”.
También menciona que, en el caso específico de los venezolanos, a diferencia de lo que ha observado en otros lugares, muchos llaman para informar que están enviando dinero y alimentos. “La experiencia aquí cambió nuestra percepción. La gente no se conecta sólo para decir que está bien, sino para advertir que está enviando algún tipo de ayuda”, dijo.
La solicitante de la condición de refugiada venezolana Elaine, de 18 años, llegó a Brasil hace un mes junto con su marido, con 9 meses de embarazo. Dejó Venezuela debido a la situación económica del país y actualmente vive en el albergue São Vicente. “Hemos venido a Brasil en busca de un futuro mejor para nuestro hijo”, cuenta. Elaine dio a luz a Airon 10 días después de mudarse al albergue, “vamos a esperar que el bebé crezca un poco, pretendemos viajar a otro estado e intentaremos establecernos aquí en Brasil”, planea.
Ella aprovechó la oportunidad para llamar a su madre, tener noticias, acortar la distancia y compartir novedades sobre el pequeño Airon. “Ella me dijo que está bien y que siente mucha nostalgia”, cuenta con emoción. Elaine afirma que la posibilidad que la TSF proporciona es muy importante. “Si logramos hablar con nuestras familias al menos una vez por semana, nos sentimos más tranquilos”.
La central instalada en el Centro de Referencia para Refugiados y Migrantes fue muy bien recibida y ha atraído a un gran público. TSF atiende cerca de 150 personas al día en sus cuatro puestos telefónicos.
Marta cuenta que un día, Jessica, una joven venezolana, fue al Centro de Referencia para intentar llamar a su madre. Después de muchos intentos, nadie atendía la llamada y la niña resolvió irse, pero Marta continuó intentando hasta que lo logró y la madre de Jessica respondió. “Salí corriendo detrás de ella, gritando su nombre y cuando me di cuenta, varias personas me ayudaban a llamarla. La encontramos y pudo conversar con su madre”, cuenta con una sonrisa de satisfacción por haber conseguido un ¡aló! y un alivio más.
Gracias a la Voluntaria en Línea Violeta Alejandra Chávez Bautista por el apoyo ofrecido con la traducción del portugués de este texto.