Vías complementarias para la educación
Vías complementarias para la educación
Las vías educativas constituyen canales seguros y regulados que permiten a las personas refugiadas trasladarse a un tercer país para estudiar; de manera simultánea, se satisfacen sus necesidades de protección internacional. Estas oportunidades – que han sido desarrolladas por universidades, actores gubernamentales y representantes de la sociedad civil – brindan a las personas refugiadas las aptitudes que requieren para sostenerse y para alcanzar soluciones duraderas y sostenibles.
¿Eres una persona refugiada en busca de oportunidades de educación superior?
Vías educativas complementarias en la estrategia educativa de ACNUR
En 2020, el 5% de las personas refugiadas tuvo acceso a la educación superior; en contraste, apenas el 1% lo tuvo en 2019. Como referencia, cabe decir que, a nivel mundial, el promedio de matriculación, en instituciones de educación superior, de personas no refugiadas es del 40%.
La estrategia de educación de ACNUR de 2019 (Educación para las poblaciones refugiadas para el año 2030) busca crear las condiciones, alianzas, colaboraciones y enfoques que permitan que, hacia el 2030, el 15% de la juventud refugiada tenga acceso a educación inclusiva y de calidad en condiciones de igualdad, incluida la educación superior. Las metas del Objetivo 15/30 implican trabajar en pilares específicos, entre ellos, uno que, por vías educativas complementarias, pretende mejorar el acceso de las personas refugiadas a las soluciones.
Al ofrecer a la juventud refugiada oportunidades para cursar estudios superiores, las vías educativas complementarias resultan cruciales para alcanzar estas metas; por tanto, ayudarán también a cumplir con los objetivos de la Estrategia Trienal, que por medio de las vías educativas busca potenciar el acceso de las personas refugiadas a las soluciones.
Conocer más detalles sobre la estrategia de educación de ACNUR en la página sobre educación terciaria.
¿Qué son las vías educativas complementarias?
Las vías educativas complementarias constituyen oportunidades de educación superior que facilitan la admisión de las personas refugiadas en un tercer país, es decir, un país distinto a su país de origen y al país en el que buscaron protección en un primer momento. El acceso de las personas refugiadas a este tipo de oportunidades no se basa en sus necesidades de protección, sino en su formación y sus competencias lingüísticas. Las oportunidades educativas que se ofrecen por estas vías pondrían al alcance soluciones a largo plazo mediante sistemas de asilo o migración regulares en el tercer país, en lugar de programas académicos o becas a corto plazo.
Además, estas oportunidades abonan al empoderamiento económico y social de las personas refugiadas, al tiempo que fortalecen su autosuficiencia y posibilidades de acción.
Al mismo tiempo, las comunidades de acogida y a las instituciones se benefician con un entorno académico más próspero, mayor cohesión social, y mejoras en la infraestructura y los recursos académicos.
Los programas educativos en terceros países pueden integrar los sistemas tradicionales de migración, que habrán de adaptarse para facilitar la admisión de personas refugiadas con las aptitudes requeridas en distintos niveles. Para que este tipo de programas se sostengan, resulta esencial garantizar que se cuente con los documentos de viaje necesarios para que el ingreso sea legal y para concretar los acuerdos de estancia. De igual forma, son de vital importancia las salvaguardas de protección durante los estudios, y el acceso subsecuente a información sobre soluciones duraderas.
Desafíos y oportunidades
Son varios los factores que suponen barreras en el acceso de las personas refugiadas a la educación terciaria. Mientras tratan de huir de los conflictos, muchas personas no llevan con ellas ni tienen acceso a la documentación que sustenta sus cualificaciones o su formación. En algunos casos, los países donde desean continuar sus estudios no reconocen sus cualificaciones. Además, aunque la educación superior suele requerir competencias lingüísticas avanzadas, las personas refugiadas requieren meses o años para dominar el nivel requerido. Por otra parte, las cuotas universitarias pueden impedir que muchas personas refugiadas alcancen sus metas educativas.
De cualquier forma, el acceso a educación superior cambia la vida, ya que abre nuevos horizontes y crea grandes oportunidades. Las personas refugiadas necesitan tener acceso a la educación superior para liderar en el futuro y ayudar a que este sea más sostenible. Al ofrecer oportunidades a las personas desplazadas, las universidades y otras instituciones académicas honran su misión y sus valores. De manera simultánea, el estudiantado refugiado comparte con ellas una gran variedad de habilidades, conocimientos y experiencias que enriquecen las aulas con perspectivas diversas.
¿Representa usted a alguna institución que ofrece becas u oportunidades educativas para personas refugiadas?
Grupo de Trabajo Global sobre Vías Complementarias
para la Educación en Terceros Países
El Grupo de Trabajo Global sobre Vías Complementarias para la Educación en Terceros Países se creó en mayo de 2020 para promover y apoyar la educación superior como vía complementaria en beneficio del estudiantado refugiado.
ACNUR es uno de los diecisiete integrantes de este Grupo de Trabajo, junto con representantes de Estados, organismos regionales e internacionales, sector privado, organizaciones no gubernamentales, personas refugiadas, otras agencias de la ONU y donantes que apoyan a la juventud refugiada en su camino a la educación superior. Dar clic aquí para conocer más detalles sobre la visión y las actividades de este Grupo de Trabajo.
"La gente piensa en mí como estudiante y no como refugiado."
Tras huir de Siria por el conflicto en el país, Amera y Eias buscaron protección en Líbano y Jordania. Para alcanzar sus sueños educativos, se trasladaron a Toulouse, Francia, gracias a las becas que obtuvieron del consejo de Occitania, en la eurregión Pirineos-Mediterráneo.
Leer su historia aquí.
Rose Nathike Lokonyen, Paulo Amotun Lokoro y James Nyang Chiengjiek, tres mediofondistas de Sudán del Sur que integran el Equipo Olímpico de Refugiados, se trasladarán a Canadá para cursar sus estudios por una nueva "vía atlética".
Leer su historia aquí.