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1 familia de refugiados encuentra la paz en un asentamiento de Uganda

Historias

1 familia de refugiados encuentra la paz en un asentamiento de Uganda

Cuando un convoy llega al asentamiento de refugiados de Kyangwali, el patriarca de una familia a bordo de los autobuses recuerda su vuelo a Uganda y la determinación de ir juntos.
24 September 2013
Ndianabho Baptist Lubhoiyo tiene una familia numerosa y estaba decidido a abandonar con ella la República Democrática del Congo para vivir todos juntos en Uganda.

KYANGWALI, Uganda, 24 de septiembre de 2013 (ACNUR) – Ndianabho Baptist Lubhoiyo da unas palmas para que sus hijos bajen la voz. Este alegre refugiado congoleño de 51 años de edad llegó a principios de este mes junto a su familia al asentamiento de refugiados de Kyangwali, ubicado en la región oriental de Uganda, después de un largo viaje desde un centro de tránsito cercano a la frontera.

Lubhoiyo y otros 17 miembros de su familia, incluidas sus dos mujeres, su madre, dos tías de edad avanzada y una de sus nietas, nacida hace apenas unas semanas, se encontraban entre los miles de civiles que se asentaron a mediados de julio en el distrito ugandés de Bundibugyo tras cruzar la frontera de la República Democrática del Congo (RDC).

"A donde sea que vamos, vamos juntos", aseguró mientras relataba cómo habían huido de su pueblo natal, Agone, en la provincia de Kivu Norte (RDC) para escapar de los enfrentamientos que se produjeron cuando el 11 julio un grupo rebelde de Uganda, las Fuerzas Aliadas Democráticas, atacaron y ocuparon durante unos días la ciudad de Kamango. "Asesinaban a todas las personas que se cruzaban en su camino", Lubhoiyo comentó acerca de los rebeldes.

Al igual que muchos otros, él y su familia abandonaron su hogar cargando apenas unos viejos colchones y unas cazuelas. Se marcharon el 12 de julio al amanecer y caminaron todo el día hasta la ciudad fronteriza de Bundingoma. Allí se alojaron en casa de un familiar.

Después de un mes, la convivencia con tantas personas en un mismo espacio se volvió insoportable, por lo que Lubhoiyo decidió trasladarse con su familia al centro de tránsito ugandés de Bubukwanga, que se encuentra a unos 25 kilómetros de la frontera.

Sin embargo, para aquellas personas que todavía sufren los traumas producidos por los ataques a sus pueblos, esta ciudad ugandesa no se encuentra lo suficientemente alejada de la frontera con la RDC. Lubhoiyo lo explicaba de este modo: "Tomé la decisión de partir porque Bubukwanga está cerca de la RDC, cerca del lugar donde se producen las matanzas. Decidí marcharme a un lugar donde pudiera cultivar la tierra y vivir en paz".

Entonces se inscribió junto con su familia para trasladarse de Bubukwanga a Kyangwali, el asentamiento de reubicación indicado por el Gobierno de Uganda y construido por el ACNUR. El día previo a la reubicación se les entregaron pulseras, que servían para identificar a aquellas personas que emprenderían el viaje, y se les informó acerca de lo que podrían encontrarse tanto durante el viaje como a su llegada a Kyangwali.

El 12 de septiembre, la familia se despertó temprano para organizar las pertenencias que habían conservado al huir del pueblo y los artículos domésticos que ACNUR y sus socios les proporcionaron durante su estancia en el centro de tránsito de Bubukwanga. A pesar de parar varias veces para tomar un breve descanso, la jornada de traslado resultó muy agotadora para la familia y dos de los hijos de Lubhoiyo se marearon varias veces, ya que nunca antes habían viajado en autobús.

Se sintieron muy aliviados al llegar al nuevo centro de recepción de Kyangwali, construido recientemente por ACNUR y sus socios. Una vez allí, juntaron sus pertenencias y se trasladaron a una de las viviendas comunales, donde pasaron una noche antes de que se les asignara una parcela de tierra. Además, disfrutaron de un plato caliente de polenta y alubias.

Lubhoiyo se mostró feliz al llegar y reconocer a gente de su pueblo natal. Su madre, Elizabeth, de 68 años de edad, le dijo: "Estoy contenta. He encontrado gente que conozco y aquí se respira más paz que en la RDC o en Bubukwanga".

Los 11 hijos de Lubhoiyo también estaban contentos. Al ver un patio de recreo y un campo de fútbol detrás del centro de recepción, su hijo Bhughiyo, de 16 años, le comentó: "Estoy contento porque tienen las mismas cosas que en Bubukwanga".

Cuando se encendió el alumbrado de seguridad del centro de recepción, los refugiados comenzaron a trasladarse hacia sus viviendas. Quizás al recordar las fuertes lluvias que sufrieron durante el viaje, Lubhoiyo comentó: "ACNUR es ahora nuestra familia; esperamos que se convierta en nuestro paraguas".

Por Hester Clark desde Kyangwali (Uganda)