El acceso a un tratamiento para el cáncer convierte a un adolescente sirio en un afortunado
El acceso a un tratamiento para el cáncer convierte a un adolescente sirio en un afortunado
ZARQA, Jordania, 26 de mayo de 2014 (ACNUR) – Cuando cae la noche en las afueras de Amán, la capital jordana, Sameh, de 14 años, sale a la calle cerca de su apartamento con otros jóvenes refugiados sirios. Pero mientras los otros chicos disfrutan de un partido de fútbol, él está apartado, en silencio, y mirando.
Desde que le diagnosticaron un tumor cerebral a la edad de tres años, Sameh no ha podido hacer muchas de las cosas que le gustaría, como patear una pelota con sus amigos o, más recientemente, ir a la escuela.
"No puedo jugar. Cuando golpeo la pelota de fútbol, me caigo" dice. Su enfermedad le dificulta el poder andar y también es sensible al ruido y a la luz, que hacen que se agudicen sus jaquecas. Por todo ello ya no puede asistir a la escuela a pesar de que nunca llegó a aprender a leer correctamente.
Las cosas eran mejores en Siria, dice. Iba con sus amigos a los campos cerca de su casa, en Al-Hirak, y jugaba hasta la puesta del sol, o pasaba el tiempo en una librería propiedad del padre de uno de sus amigos.
Recibir tratamiento para el cáncer de Sameh era más fácil en Siria, explica su madre, Ghada. Después de los diagnósticos iniciales y de una primera serie de cirugías, el tumor regresó seis años después, lo que le obligó a someterse a una segunda importante operación antes de cumplir los 10 años.
Esta familia nunca tuvo problemas para acceder a los hospitales en Siria, dice la madre. Ni siquiera cuando tuvieron que desplazarse hasta la capital, Damasco, para la segunda operación del niño. Todo el tratamiento de Sameh fue gratuito y el marido de Ghada estaba allí para apoyarla durante de la enfermedad de su hijo.
Pero todo cambió después de que el conflicto estallara en el país. El padre de Sameh y su hermano de 15 años murieron en agosto de 2012 y cinco meses tarde los combates obligaron a Ghada, que estaba embarazada de siete meses, a buscar refugio con sus otros cuatro hijos en Jordania.
A las pocas semanas de llegar al campo de refugiados de Za'atari, Sameh sufrió un colapso mientras caminaba por el campo. Sus jaquecas se volvieron más graves que antes y los analgésicos que tomaba no paliaban su dolor. Le mandaron del campo a un hospital gestionado por la Sociedad Jordana de Ayuda a la Salud y apoyado por ACNUR, donde una escáner de su cerebro mostró un tumor que necesitaba cirugía.
Jordania ofrece atención sanitaria básica a más de 600.000 refugiados sirios registrados en el país, lo que ha supuesto una gran carga para los servicios de salud jordanos y un gran esfuerzo de ayuda humanitaria internacional. En los casos de tratamientos más caros para el cáncer y otras enfermedades, no hay dinero suficiente para tratar cada caso. Esto obliga a ACNUR y sus socios a tomar difíciles decisiones sobre quién recibe tratamiento, dados los limitados fondos disponibles.
Este problema aparece reflejado en un estudio de ACNUR publicado ayer por The Lancet Oncology, que ha documentado los casos de cientos de refugiados en Jordania y Siria a los que se ha negado tratamiento para el cáncer por la limitación de fondos.
Las decisiones sobre a quien tratar recaen sobre los expertos médicos que componen los Comités de Salud Excepcionales de ACNUR (ECC por sus siglas en inglés), quienes entre 2010 y 2012 fueron obligados a rechazar a más de la mitad de los solicitantes de tratamiento para el cáncer entre los refugiados en Jordania debido a la falta de fondos, según The Lancet Oncology.
Sameh fue uno de los afortunados. Después de una espera de cuatro meses, el ECC aprobó el presupuesto de ACNUR de 12.500 dinares jordanos (unos 17.600 dólares) para llevar a cabo dos operaciones de cirugía en el Hospital Universitario Jordano en Amán.
A pesar del apoyo económico, Sameh sigue enfrentándose a obstáculos para conseguir cuidados médicos en Jordania. Desplazarse desde de casa actual, a las afueras de Amán, hasta los hospitales del centro de la ciudad, supone un gasto caro de transporte.
Ghada dice que tiene que pedir prestado dinero o vender algunos recibos de comida que la familia recibe cada mes del Programa Mundial de Alimentos para pagar los taxis y otros gastos. Después de una segunda operación para tratar quitar el tumor en noviembre de 2013, un retraso burocrático del hospital ha supuesto que Sameh no haya recibido aún su radiografía de 388 dólares para ver si la intervención fue un éxito o si necesitará más tratamiento.
Sameh se sienta en silencio junto a su madre en su apartamento del quinto piso mientras los ruidos de los niños que juegan en las calles entran por las ventanas abiertas. Sus pensamientos están concentrados en el futuro.
"Quiero volver y viajar por Siria para olvidar el tiempo que tengo que pasar dentro de casa en Jordania. Estoy en casa todo el día" dice. "Quiero volver a Siria porque todos mis amigos están allí. El padre de mi amigo tiene una librería y nosotros pasábamos el rato allí, así cuando crezca, tendré mi propia librería".
Por Charlie Dunmore y Joslyn Massad en Zarqa, Jordania