Sursudaneses buscan la oportunidad de rehacer sus vidas sin temor
Sursudaneses buscan la oportunidad de rehacer sus vidas sin temor
DISTRITO DE ADJUMANI, Uganda, 3 de noviembre de 2014 (ACNUR) – Peter se sentó a la sombra de un árbol grande en el Distrito de Adjumani, en el norte de Uganda, todavía aterrorizado de que los alcance nuevamente la violencia que él y su familia dejaron atrás. "Algunas veces durante la noche siento que alguien viene a matarme; me despierto y quiero salir corriendo", dice el refugiado sursudanés de 26 años. "Me calmo, pero a veces la pesadilla vuelve".
Todavía revive ese día tranquilo, a fines de abril de 2013, cuando estallaron los enfrentamientos entre los grupos étnicos murle y nuer en su ciudad natal, Gogolthin, en Sudán del Sur. Temiendo por sus vidas, Peter, su esposa Mariam y sus dos pequeños hijos escaparon, descalzos, en medio de los llantos y gritos de sus vecinos. Los hermanos y hermanas de Peter se encontraban entre los muertos.
Durante 30 días Peter y Mariam caminaron hacia Juba, la capital de Sudán del Sur, llevando en brazos a sus hijos y durmiendo únicamente con la ropa que llevaban puesta. Peter no sabía si sus padres, Mary y Allen, habían salido de Gogolthin con vida. "Evitábamos las carreteras principales, pues teníamos mucho miedo", recordó. "Comíamos raíces, hierba y frutas silvestres; era la estación de lluvia".
En Juba la familia encontró una iglesia presbiteriana, en donde el pastor les dio de comer durante dos días y una sábana para dormir. Él les dijo que quizás el ACNUR podría ayudarlos en el norte de Uganda; un amigo del pastor condujo a la familia hasta la ciudad fronteriza de Nimule, en Sudán del Sur, pero de ahí en adelante estuvieron solos.
A mediados de junio Peter y su familia finalmente llegaron a inscribirse en un centro del distrito de Adjumani, que desde entonces se cerró. Hoy, aunque encontraron seguridad, su vida continúa siendo una lucha. "La gente duerme al aire libre y no hay mucho espacio ni de dónde colgar mosquiteros", dice Peter, atendiendo a su pequeño hijo que ha estado enfermo durante varios días. "El centro de salud es bueno y está cerca, pero no hay suficientes medicamentos contra el paludismo".
La operación del ACNUR de asistencia a los refugiados en el norte de Uganda se estaba reduciendo gradualmente, después del retorno masivo de refugiados cuando Sudán del Sur se independizó de Sudán en 2011. Pero desde marzo de 2012, a raíz de los enfrentamientos étnicos en el estado de Junqali, empezaron a llegar de Sudán del Sur refugiados como Peter. El conflicto se intensificó en diciembre de 2013 y la gente empezó a llegar a Uganda en números cada vez mayores.
La emergencia de Sudán del Sur requiere una financiación de 224,3 millones de dólares (USD) para 2014, pero sólo se ha conseguido el 43 por ciento de los fondos. Uganda ha acogido a unos 405.000 solicitantes de asilo y refugiados, provenientes principalmente de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur.
Hay más de 150.000 refugiados sursudaneses, la mayoría de los cuales son dinkas y nuers de los estados de Junqali, Alto Nilo y Unidad, así como de Juba, la capital. Sin embargo, el conflicto está afectando a muchos grupos étnicos en Sudán del Sur, y está llegando gente de las etnias murle, bari e incluso anuak, quienes tradicionalmente no se habían refugiado en Uganda.
El país tiene una política generosa y permite que los refugiados vivan no en campamentos, sino en asentamientos en donde se les asigna tierra para estimularlos a que produzcan sus propios alimentos. Peter y Mariam obtuvieron recientemente la condición de refugiados; aun así, todavía tienen que esperar para rehacer sus vidas, mientras el Gobierno lucha por adquirir tierras para acoger al número creciente de refugiados que llegan a la región y darles oportunidades de cultivar la tierra.
"No quiero regresar", dice Peter. "Mataron a mi gente y todavía hay enfrentamientos". Por ahora, lo único que quieren él y su familia es vivir.
Por Karen Ringuette, desde el Distrito de Adjumani, Uganda.
Gracias a la Voluntaria en Línea Juana Durana por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.