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Los hospitales de los campamentos luchan por salvar vidas en Tanzania

Historias

Los hospitales de los campamentos luchan por salvar vidas en Tanzania

El hospital en el campamento de refugiados de Nyarugusu brinda una esperanza no solo para miles de personas refugiadas, sino también para los tanzanos que viven en los alrededores.
25 enero 2018
Tosha con su bebé, Marian. "La vida es difícil, pero me siento muy agradecida por la asistencia del ACNUR y los trabajadores del centro médico" dice ella.

La pequeña Marian apenas tiene 30 segundos de nacida. Envuelta en un delgado chal al lado de su madre en una destartalada cama de hierro, ella enfrenta una vida difícil.


Su madre, Tosha Sangan, de 32 años, huyó de la violencia en la República Democrática del Congo (RDC) hace 15 años, y encontró la seguridad en el improvisado campamento de refugiados Nyarugusu, en Tanzania.

El principal hospital del campamento ofrece poca comodidad o privacidad, pero representa una esperanza para cientos de miles de refugiados como Tosha, así como para los tanzanos que viven en los alrededores.

Sin embargo, un severo recorte de fondos significa que el hospital tendrá que luchar para satisfacer las demandas.

Solamente cuentan con 121 camas, dos doctores y cinco asistentes, y el hospital atiende a más de 7.000 pacientes externos al mes: más de 6.000 refugiados y 1.000 tanzanos.

"Los doctores dijeron que la malaria había llegado a su cerebro."

Todas las camas están ocupadas, en algunos casos con dos pacientes, y hay una seria escasez de medicinas debido a las dificultades de la importación. En un campamento con una población que supera las 150.000 personas, de las cuales el 80 por ciento son mujeres y niños, cada día representa una lucha por salvar vidas.

Susana Kahoto es de Burundi, y su hijo perdió la batalla.

"Mi hijo cayó con fiebre", dice ella. "Seguía enfermo y con diarrea. Lo llevé al hospital, donde le hicieron algunas pruebas y descubrieron que tenía malaria. Los doctores dijeron que la malaria había llegado a su cerebro. Yo fui con él a la sala de emergencias y él murió. Me siento devastada".

Jackson John, de 26 años, trabaja como partero desde hace cuatro meses. Hoy, él está ayudando a cuidar a un pequeño bebé que nació a las 32 semanas y pesó menos de 2,5 kilos. Para la madre tanzana, Verine Shimirimara, este es el hospital más cercano, y sin este, ella hubiera tenido que viajar 30 kilómetros para dar a luz.

Se necesita urgentemente financiamiento para continuar funcionando. "En ocasiones nos quedamos sin medicinas y artículos esenciales", dice Jackson. "El mercado local no puede satisfacer la demanda".

Jackson señala un gran cuadrado de papel pegado a la pared que enumera los suministros de los equipos. Estos son demasiado bajos. En esta sala de maternidad solo, con nueve camas en plena ocupación, él y los médicos deben compartir una sola máquina de oxígeno, dos camas de parto pequeñas, dos pares de fórceps y un estetoscopio. La única máquina de ultrasonido del hospital necesita reparación.

"He trabajado en este hospital durante 10 años", dice la Dra. Florence de la Sociedad de la Cruz Roja de Tanzania. "En ese momento, lo he visto empeorar, especialmente después de la afluencia de 2015 desde Burundi. La malaria es nuestro mayor problema. Tenemos el medicamento, pero el suministro es inconsistente. Normalmente recibimos alrededor de 600 pacientes por día y, cuando llueve, aumenta a 900".

Aunado a esto, los recortes en las raciones de alimentos significan que la desnutrición aguda ha aumentado del 1 por ciento al 2,4 por ciento en el campamento de Nyagurusu.

"Tenemos el medicamento, pero el suministro es inconsistente."

Ebinda Nyota, de 62 años, llegó a Nyarugusu hace 20 después de huir de la guerra en RDC, y ahora trabaja en el hospital como partera tradicional. Ella brinda atención básica a las nuevas madres y sus bebés. A menudo ella viene al trabajo con hambre. "Es difícil", dice ella. "En casa teníamos pescado y carne. Aquí solo hay harina y maíz".

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está trabajando para mejorar y expandir los servicios médicos en el campamento. En diciembre se finalizará una extensión de la principal sala de maternidad del hospital, con lo que se contará con cuatro camas extra.

En un hospital que atiende tanto a refugiados como locales, esta clase de proyectos son vitales y forman parte de un esfuerzo del Gobierno de Tanzania, ACNUR y organizaciones socias para la implementación de una respuesta más integral para los refugiados, llamada Marco de Respuesta Integral para los Refugiados.

Sin embargo, se necesita mucho más y un déficit de financiación de 98,7 millones de dólares para la operación de ACNUR en Tanzania está obstaculizando los esfuerzos.

"El ACNUR está buscando proporcionar servicios de salud a las comunidades de refugiados y de acogida", dice Måns Fellesson, coordinador del CRRF. "Al vincular los esfuerzos humanitarios y de desarrollo desde el principio, buscamos una respuesta sostenible a los desafíos comunes".

Para madres como Tosha y bebés recién nacidos como Marian, el hospital de Nyarugusu ha cambiado sus vidas.

"He tenido a todos mis cinco hijos aquí", dice Tosha, acunando a Marian. "Es una vida difícil, pero estoy muy agradecida por la asistencia del ACNUR y los trabajadores del centro médico".

Por Kate Bond