En África occidental, el doble desafío del conflicto y el coronavirus amenaza a millones de personas
En África occidental, el doble desafío del conflicto y el coronavirus amenaza a millones de personas
En África Occidental y Central, los refugiados, las comunidades de acogida, el personal del ACNUR y los gobiernos están trabajando las 24 horas para proteger a millones de personas vulnerables que enfrentan un nuevo riesgo por los efectos combinados del conflicto y la pandemia de coronavirus.
El COVID-19 ha exacerbado los desafíos en una región que ya está lidiando con una de las crisis humanitarias más grandes del mundo, que involucra a más de nueve millones de personas desplazadas por la fuerza. La pandemia ha provocado el cierre de fronteras y una mayor presión sobre los sistemas de salud y las economías débiles.
ACNUR dijo en un comunicado el viernes que ha intensificado su apoyo a los gobiernos para ayudar a responder ante el deterioro de la crisis humanitaria. Nuestra prioridad es garantizar el acceso a la seguridad y tratar de mitigar el impacto de la pandemia.
"El momento de actuar es ahora".
“Estamos corriendo contra el reloj. El momento de actuar es ahora. Tenemos hasta junio, antes de que comience la temporada de escasez y se sienta el impacto total de la pandemia", declaró Aissatou Dieng-Ndiaye, Director Adjunto para África Occidental y Central de la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR.
"La pandemia de coronavirus y la emergencia de salud pública resultante agregarán otra capa a una crisis humanitaria y de desplazamiento ya compleja... Se necesita una acción urgente antes de que la situación caiga dramáticamente fuera de control", agregó Dieng-Ndiaye.
Las regiones de África Occidental y Central cuentan con una de las mayores poblaciones de personas desplazadas en África, con cerca de 5,6 millones de desplazados internos, 1,3 millones de personas refugiadas, 1,4 millones de retornados que continúan necesitando asistencia, y 1,6 millones de personas apátridas. En la región del Sahel, los conflictos armados y los ataques contra civiles han desplazado a casi tres millones de personas, casi un millón desde enero de 2019.
Desde el primer caso detectado a fines de febrero, los 21 países de la región han informado de una cifra total de unos 5.000 casos positivos de COVID-19 y de más de 100 fallecimientos. Por ahora, parece que solo se han visto afectadas las comunidades de acogida. Sin embargo, la falta de esfuerzos coordinados para prevenir un brote podría conducir a un fuerte aumento entre todas las comunidades.
"El riesgo de contaminación es alto".
Mohamed, un refugiado de Malí, que ahora trabaja con ACNUR en Dori, en el noreste de Burkina Faso, dijo: “El riesgo de contaminación es alto entre las poblaciones de desplazados internos y refugiados. De hecho, ambas poblaciones que ahora viven juntas están expuestas a ciertos factores que les hacen casi imposible respetar las medidas de prevención de Covid-19”.
Estos factores incluyeron un acceso deficiente a las instalaciones de agua y saneamiento y vivir en pequeños alojamientos superpoblados, explicó.
“Tales condiciones dificultan el respeto de la distancia entre individuos. La falta general de agua potable obliga a las mujeres a aglomerarse en puntos de agua durante todo el día en busca de unos pocos litros”, agregó.
ACNUR dijo que temía que el Sahel Central, donde varios países ya se enfrentaban a una crisis humanitaria y de protección, estuviera al borde de una gran crisis humanitaria.
"El conflicto armado se ha intensificado y está obligando a números récord de personas a huir de sus hogares, al mismo tiempo que diezma la infraestructura de salud y educación”, agregó Dieng-Ndiaye.
Aunque las restricciones por COVID-19 no van dirigidas específicamente hacia las personas refugiadas y solicitantes de asilo, ACNUR ha expresado su preocupación por que las medidas implementadas en la región puedan llevar a las personas que necesitan protección internacional a intentar cruzar las fronteras de maneras aún más arriesgadas y peligrosas.
"No tenemos medios para hacer frente a este virus".
"Estoy muy preocupada por la salud de mis hijos, porque son vulnerables. Estoy expuesta al virus cada vez que voy al mercado y no deseo llevarlo a casa con mis hijos. Escuché sobre máscaras y kits de lavado, pero no tenemos nada de eso", dijo Mariam Sylla, una refugiada de África Central.
Moussa Fofana, otra refugiada, agregó: “Si contraemos coronavirus, ¿qué sería de nosotros? ¿Qué haríamos? ¿Dónde iríamos? Nos faltan recursos para protegernos. Escuchamos cosas sobre la enfermedad en la radio, pero no tenemos medios para hacer frente a este virus”.
En Camerún, que actualmente tiene el mayor número de casos en la región, los refugiados dicen que son conscientes de los peligros que representa el coronavirus.
“Tendremos más cuidado ahora. Estamos informando sobre cualquier nueva presencia de grandes áreas metropolitanas”, dijo Oumarou Adamou, un líder de refugiados en Camerún luego de una reunión de sensibilización organizada por ACNUR.
Haoua Sally, que trabaja en el sitio del ACNUR en Batouri, dijo que se estaban recibiendo y aplicando mensajes de prevención.
“Cuando llegamos al sitio, ni los niños ni las mujeres nos contactan como siempre. Algunos ya tosen en sus antebrazos. Están empezando a entender y es muy satisfactorio", dijo.
“La vigilancia es esencial. No se trata de ceder al pánico, sino de respetar las medidas prescritas por la OMS y el gobierno", agregó Wahid Ben Amor, jefe de la oficina del ACNUR en Bertoua. "Estamos doblemente preocupados, porque hay refugiados que deben ser protegidos, así como el personal de los actores humanitarios".
Reprote adicional de Moussa Bougma en Burkina Faso, Chadi Ouanes en Mali y Xavier Bourgois en Camerún.