Conciertos para la Compasión: Uniendo comunidades en América Central
Con lecciones grupales, a clases maestras, conciertos con sinfónicas, y presentaciones dos chicos de la iniciativa Conciertos para la Compasión recorren América Central para generar espacios de discusión, coexistencia pacífica y cambio social entre refugiados, desplazados internos o personas en riesgo de desplazamiento, y sus comunidades de acogida.
La violencia afecta a las personas de distintas maneras, algunas más directamente que otras, pero igualmente perjudicial. En el Norte de Centroamérica, la violencia de pandillas y la persecución han obligado a más de 311,000 personas a huir de sus hogares en busca de protección dentro y fuera de sus países de origen; muchas de ellas son niños, niñas y adolescentes quienes han visto sus vidas interrumpidas y sus sueños en pausa. Y a pesar de haber dejado sus vidas atrás, hay una cosa que estos miles de niños y niñas llevan consigo donde sea: la capacidad de ver el mundo a través de sus ilusiones y esperanza.
Muchos huyen en otras partes de América Central rehaciendo sus vidas en los mágicos mundos selváticos de Belice, conociendo las historias de los Maya en Guatemala o en grandes junglas de concreto en Panamá. Otros permanecen en sus comunidades en El Salvador y Honduras, en donde la violencia y la persecución siguen siendo una amenaza, o han huido a otras partes de sus países en busca de protección. Como nunca antes, docenas de refugiados, solicitantes de asilo y sus comunidades de acogida, al igual que desplazados internos y otros en riesgo de desplazamiento hablaron por primera vez en el lenguaje más universal posible: la música.
“No sabríamos diferenciar entre niños refugiados y niños locales”
Aquí las paredes de la exclusión y los obstáculos que impone la violencia se fueron cayendo al son del piano y violín que Jocelyn Zhu y Matthew Maimone de la iniciativa Conciertos para la Compasión (Concerts For Compassion en su nombre en inglés) llevaron a distintas comunidades. Entre el 3 y 12 de diciembre, Conciertos para la Compasión viajó con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados a Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras y Panamá para unir comunidades, enseñarles elementos básicos de música, y compartir experiencias artísticas. La mayoría de estas comunidades jamás habían recibido clases formales de música, o nunca habían tocado un violín. Para muchos en las comunidades de acogida, era la primera vez conociendo a un refugiado.
“Tengo amigos de varios países, pero nunca había conocido a un refugiado”, dijo Jhovipop, 10, una niña beliceña para quien también fue la primera vez que recibía una visita como esta.
En una región en donde crece la xenofobia y el rechazo a lo desconocido, actividades como esta tienen un valor inmensurable, a través de las cuales las diferencias entre un refugiado o un desplazado y las comunidades de acogida no existen. “No sabríamos diferenciar entre niños refugiados y niños locales porque reaccionan de la misma manera, se emocionan al escuchar la música, al conocer nuevos amigos y creo que es lo más valioso de todo. Por eso estamos aquí, para facilitar esos espacios”, dijo Jocelyn Zhu, co-fundadora y violinista de la iniciativa Conciertos para la Compasión.
A pesar de los contextos y situaciones tan diversos entre los diferentes países e incluso entre las ciudades mismas, los más de 100 niños, niñas y adolescentes que hicieron parte de las actividades pudieron acceder a la misma experiencia y darse la oportunidad de dejarse llevar por las sensaciones que la música les producía.
“La música ayuda a integrar comunidades”
“A través de la música puedes compartir ideas y sentimientos con otras personas, incluso si no hablan el mismo idioma. La música ayuda a integrar comunidades, y el compartir ayuda a que todos estemos en un lugar lleno de amor que todos necesitamos”. dijo Matthew Maimone, pianista miembro de Conciertos para la Compasión.
Y es que además de integrar comunidades, la música tiene la capacidad de generar cambios positivos dentro de comunidades en donde la violencia y la persecución se han normalizado. “Gracias a esta escuela de música, situaciones como la violencia de pandillas no ha logrado permear esta comunidad, y los chicos están más seguros y más motivados”, dijo Antonio Martinez*, miembro de una comunidad en El Salvador. Aquí yace el impacto que la música y el arte en general tienen para engrandecer las oportunidades de comunidades refugiadas, desplazadas y en riesgo de desplazamiento, y aquellas que abren sus puertas a los más vulnerables.
“Con base en el trabajo coordinado y colaborativo con los gobiernos, agencias de Naciones Unidas, la sociedad civil y el sector privado en la región, desde el ACNUR buscamos apoyar e impulsar intervenciones integrales que permitan desarrollar las capacidades de aquellos que huyen y sus comunidades de acogida”, dijo Giovanni Bassu, Representante Regional del ACNUR en Panamá. Al mismo tiempo que aumentan sus capacidades artísticas, lo hacen también las de generar mecanismos de protección y prevención de la violencia y el desplazamiento forzado desde las mismas comunidades.
Mientras se van tejiendo procesos más fuertes y longevos, la semilla de la inclusión y el cambio ya está sembrada, esperando que las bases sentadas por Conciertos para la Compasión generen una revolución musical a través de la cual miles de niños, niñas y adolescentes en la región puedan retomar el control de sus vidas.
*Nombre cambiado por motivos de protección.